OPINIÓN
Año Cortázar
En los rincones más íntimos de la imaginación literaria argentina, Julio Cortázar emerge como un faro de genialidad y creatividad. Nacido en Bruselas en 1914, este maestro de la palabra llevó a las letras hispanoamericanas a nuevas alturas con su prosa innovadora y su enfoque vanguardista.
Con su mirada lúdica y profunda, desafió las convenciones narrativas establecidas y exploró las fronteras de lo posible en cada página que escribió. Su obra cumbre, "Rayuela", no es sólo una novela, es un experimento literario que desafía las convenciones y redefine la relación autor-lector. En su estructura no lineal, en sus múltiples caminos narrativos, Cortázar nos invita a participar activamente en la creación de la historia, a jugar con las palabras y a explorar nuevas formas de entender la realidad. Es un llamado a la libertad.
A través de la historia de Horacio Oliveira y su búsqueda de identidad y sentido, Cortázar nos insta a cuestionar las estructuras rígidas que gobiernan nuestras vidas, ya sean literarias, sociales o personales. Como una suerte de alter ego, Oliveira se debate entre dos formas de vivir y concebir el mundo: por un lado, está su relación con la Maga, un personaje misterioso y enigmático que representa la espontaneidad y la libertad; por otro lado, está su participación en el Club de la Serpiente, un grupo de intelectuales que buscan trascender la realidad a través de juegos y teorías abstractas. Esta dualidad refleja la lucha interna de Oliveira entre la búsqueda de la verdad y la belleza en la vida cotidiana y la tentación de escapar a un mundo de ideas y abstracciones.
Pero más allá de su destreza técnica, el autor de “Historias de cronopios y de famas” tenía una sensibilidad única para capturar la esencia de la vida cotidiana y transformarla en arte. Sus cuentos cortos, como "Casa tomada" y "Final del juego", son ejemplos magistrales de su habilidad para crear mundos alternativos donde lo extraordinario emerge de lo común.
Por eso se puede decir que su obra en general es un llamado a la acción, a la libertad creativa y a la apertura a nuevas experiencias y que nos recuerda que la vida es un juego en el que cada uno de nosotros puede ser el autor de su propia historia, trazando su propio camino a través del laberinto de la existencia.
Cortázar falleció en París en 1984, dejando tras de sí un legado literario que sigue inspirando a escritores y lectores en todo el mundo. A partir del lunes pasado, cuando se conmemoraron los 40 años de su muerte, la geografía porteña comenzó a poblarse con una programación en su honor que incluye proyecciones de películas, conciertos de jazz -su género musical predilecto- y lecturas que vuelven a poner en valor la huella de su literatura. El homenaje se prolongará hasta el 12 de febrero de 2025.
Cuarenta años después de su partida, su legado literario sigue resonando en la mente y el corazón de lectores alrededor del mundo. Sus relatos y novelas, imbuidos de un profundo sentido de lo fantástico y lo surreal, siguen desafiando las convenciones narrativas y explorando los límites de la realidad y la imaginación. Cortázar no sólo nos legó una obra literaria magistral, sino también una mirada única y lúcida sobre el mundo y la condición humana.