OPINIÓN
La historia antigua, ¿es antigua?
Cada uno a su manera, tanto Marx como Cadícamo, pusieron énfasis en eso de que la historia vuelve a repetirse. Marx con su consabida frase "La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa" (en una paráfrasis hegeliana) y Enrique Cadícamo escribiendo “La historia vuelve a repetirse, mi muñequita dulce y rubia,
el mismo amor... la misma lluvia... el mismo, el mismo loco afán...”
Conocer por qué nacieron los grandes imperios y cómo fue que cayeron debería ser un ejercicio que todo ciudadano merecería darse el placer (y la obligación) de preguntarse. Ciudadano en el sentido en que se lo daban los griegos, creadores de la democracia, para quienes las personas que no se preocupaban por la política, es decir, por la cosa pública, por lo que es de todos y por todos, era llamado idiota. Una religiosa lo tradujo desde su humanidad como “solo servimos como personas si servimos a las personas”.
Personalmente, tengo una particular admiración histórica por el imperio romano. Más allá de todo lo que pueda decirse acerca de la brutalidad de los conquistadores (cualquiera sea el conquistador y en cualquier tiempo), lo que permitió su crecimiento, su perduración en siglos (más de 500 años) su legado y su caída es al menos, digno de ser conocido y analizado.
La tríada que marcó su crecimiento como imperio fue: expansión territorial, estabilidad política y eficiencia administrativa. ¿Le suena conocida la fórmula?
Por otra parte, es importante destacar que como estrategias utilizadas en relación a controlar un territorio tan vasto (prácticamente todo el mundo occidental conocido) consideraron fundamental transmitir los valores y costumbres romanas, haciendo hincapié en el respeto por la ley y el orden, además de utilizar como elemento aglutinante la religión y el idioma.
Consideraban de importancia superlativa para la supervivencia del imperio la educación y la literatura. Los estrategas romanos valoraban profundamente el conocimiento y la educación como herramientas clave para el progreso de la sociedad. Esto quedó plasmado en la creación de escuelas y bibliotecas distribuidas a lo largo y a lo ancho de todo el imperio y, algo absolutamente revolucionario para la época, la promoción de la escritura y la lectura. Naturalmente, debemos ser cautos a la hora de analizar esta información ya que no debemos olvidar que todos estos beneficios eran privilegio de los ciudadanos romanos; ergo, para poder tenerlos era preciso convertirse en romano lo cual, en términos de practicidad, era solo un trámite menor. Que alguien de un país o una región sometida por las armas, el terror y la muerte optara por convertirse el ciudadano romano marcaba el éxito innegable de la conquista.
La caída del imperio tuvo que ver con factores externos, pero mucho más, y fundamentalmente, con cuestiones internas. ¿Cuáles fueron esos factores internos que terminaron con el imperio más poderoso de la historia? La corrupción, la inestabilidad política y económica devenidas del fin de la republica a partir de la dictadura de Julio César. En síntesis, podríamos decir, a partir de unificar la opinión de muchos historiadores, que las causas fundamentales de la caída del imperio romano fueron: la mala administración del erario y el derroche, la precaria salud pública y el aumento de enfermedades, la inflación (sí, ya en ese entonces la emisión excesiva de moneda y la devaluación del denario romano afectaron la economía y la confianza en el sistema monetario), la decadencia urbanística (muchas ciudades romanas sufrieron deterioro en infraestructura lo que perjudicó la higiene y calidad de vida) y, por último, un Imperio dividido que debilitó la autoridad central.
Ahora bien, hoy es domingo, lo invito a tomarse unos minutos y reflexionar sobre esta breve columna, pero mañana, le propongo que se acerque a la biblioteca pública más cercana, pida un libro de historia del período que más le parezca interesante para comenzar la lectura y lea. Lea. Lea.