LA HISTORIA DE UNA FAMILIA DE GUALEGUAYCHÚ
A 10 años de la Ley de fertilidad: “Hicimos diez tratamientos hasta que llegó Francisca”

Luciana Terreni es una mamá de la ciudad que hizo todo y más para que su deseo se haga realidad. Pasó doce años esperando el momento más feliz de su vida y hoy brinda testimonio para que muchas familias no bajen los brazos. “La Ley no es perfecta, pero ayuda muchísimo”, aseguró.
Por Mónica Farabello
El 4 de junio se conmemoró el Día de la Fertilidad y, además, se cumplieron 10 años de la aprobación de la Ley 26.862 de Reproducción Médicamente Asistida en Argentina.
En el mundo de la medicina, durante junio se conmemora el Mes de la Fertilidad y su objetivo central es crear conciencia de la importancia de la capacidad de procrear y de entender a la infertilidad como una enfermedad más que debe ser abordada y cubierta desde todos los ámbitos de la Salud, incluidas las Obras Sociales.
Ahora ElDía entrevistó a Luciana Terreni, quien formó su familia junto a su marido y compañero de vida. Ambos fueron padres de Francisca, pero antes atravesaron las mil historias, tratamientos, muchos “no”, pinchazos, medicamentos, duelos y frustraciones.
A una década de la sanción de esta importante Ley, Luciana opinó que la norma “no es perfecta; tiene grises pero ayuda a muchísimas familias. Nosotros tuvimos diez intentos hasta que llegó Francisca.
La presión social sobre la maternidad
¿Cómo se vive cada intento, cada resultado negativo?
-Es muy difícil, es un duelo. A mí, contar nuestro problema, me ayudó a conseguir mucha ayuda. Hasta contacté con una red de contención donde nos donamos medicación. Nos comunicamos por redes sociales; me llegó medicación de Buenos Aires y también he donado a otras familias.
También este proceso me sirvió para enfrentar duelos. En cada negativo, uno pierde un hijo, pero como ese bebé nunca existió, no se reconoce ese duelo, por lo cual, uno lo vive en solitario.
Una médica que perdió a su bebé, contaba que cuando te toca, ese proceso no es tan sencillo, por más que uno le diga a los demás que hay que seguir, que hay que ponerle fuerzas. A ella le decían que estaba de pocas semanas, como si fuera menos doloroso. Hay parejas que ni siquiera llegan a esas semanas, y sin embargo, haces igual un duelo porque es un hijo, una chance que perdés.

¿Qué pasa con los embriones que no se transfieren?
-Justo cuando se cumplió un año de la criopreservación del segundo embrión nos informaron que la Obra Social no iba a seguir cubriendo el costo; es un tema que debe debatirse en la Legislatura. Nosotros como pareja no hemos decidido nada aún.
Lo económico es fundamental en cada búsqueda, así que es súper importante esta ley. Hay que destacar que todas las obras sociales deben cubrir los tratamientos a las parejas heterosexuales, homosexuales y personas solas. Todos tenemos derecho a acceder a estos tratamientos.
¿Sentiste la presión de la sociedad a medida que pasaba el tiempo?
- ¡Totalmente! La maternidad está tan instalada culturalmente. Hay una presión enorme para que la mujer sea mamá, que sentís ese peso, y cuando lo lográs, te sacás ese peso, esa mochila de encima. Hacer terapia me sirvió mucho para sacarme esas presiones.
También hicimos los talleres en el Registro de Adopción y eso también nos ayudó muchísimo; nos abrió la cabeza y siempre les voy a estar agradecida porque ellos nos insistieron que hagamos un intento más, y en ese intento llegó Francisca.
¿Cuál es el rol del hombre en todo ese proceso?
-Mi marido decía que él era el señor que cargaba los bolsos y las camperas, y nos reíamos de eso. Esto es para graficar que la mujer es la que pone el cuerpo al 100%, inclusive hay parejas que no resisten todo esto y terminan separándose. A nosotros nos fortaleció un montón todo este proceso.
¿Cómo fue el día en que finalmente llegó el positivo?
-Cuando hice el tratamiento por décima vez, fuimos a hacer el análisis de sangre y cuando volví del trabajo, nos fijamos en la aplicación del laboratorio y era positivo. En realidad, no explotamos de felicidad; dijimos: se deben haber equivocado. Acá pasó algo que lo pusieron mal.
Llamamos al médico y nos decía que sí, que era positivo. Pasaron tres días y volvimos a hacer los análisis, y sí, los valores habían crecido y efectivamente, estaba embarazada.
Las semanas que siguieron fueron para caer en la realidad. Les contamos a los más íntimos, la familia y los más cercanos. Me costó mucho creerlo. Estaba acostumbrada al No. Pero esta vez sí. En cada ecografía era confirmar que estaba ahí, que latía y que iba creciendo.
Francisca nació el 25 de enero de 2023 y hoy cumple cinco meses.