A cincuenta años de una de las peores inundaciones

Por Marcelo Lorenzo
La inundación de abril de 1959 ha marcado una huella profunda en la memoria colectiva entrerriana. El desborde de las aguas hizo decir al gobernador de entonces, Raúl Uranga, que se estaba ante la “mayor calamidad que haya padecido Entre Ríos”.
Lluvias intensas durante semanas, crecidas extraordinarias de los ríos Uruguay y Paraná y una persistente sudestada por el lado del río de La Plata, conformaron un cuadro hídrico capaz de cubrir 20.000 km² de tierras entrerrianas.
Fue una experiencia conmocionante para todo el sur de la provincia. Toda vez que supuso el despoblamiento de la zona de Islas –cuya economía quedó destruida- y en el caso de Gualeguaychú estuvo marcada por la tragedia humana.
El hundimiento de la draga MOP 2C en el canal de acceso al Gualeguaychú constituye una de las páginas negras de la historia local. De los doce tripulantes sólo tres salvaron sus vidas.
En la noche del miércoles 15 de abril el barco padeció el azote climático. Una sudestada, con vientos de 110 kilómetros por hora, determinó su vuelco. Los náufragos, asidos a una tablas, fueron llevados por la correntada a la costa del Ñandubaysal.
Pero allí fueron golpeados por los durmientes que se habían desprendido de un muelle en construcción en Fray Bentos. Los cuerpos de las víctimas fueron rescatados después.
“Estuve un mes con una balsa buscando los cadáveres. Y el 15 de mayo encontré el último”, le comentó a este diario Teodoro “Lote” Heredia, uno de los sobrevivientes de la draga.
“La inundación de 1959: sus efectos sobre el sur entrerriano”. Así se titula el artículo de la historiadora local Silvia Razzetto –aparecido en la Revista Mundo Agrario - donde se da cuenta del impacto regional del siniestro.
Su relato pinta un cuadro general de los acontecimientos. Cuenta que ese año, por ejemplo, las lluvias superaron todos los registros. Y tanto las nacientes del Paraná como las del Uruguay, allá en el Brasil, fueron alimentadas por abundantes precipitaciones.
En este clima se enmarca la primera visita a Entre Ríos del presidente Arturo Frondizi quien a bordo del rastreador Drummond, y acompañado de una extensa comitiva, llegó a Concepción del Uruguay el 11 de abril de ese año.
“El río Uruguay está tan crecido que la escalerilla para desembarcar se ha asentado en el andén más alto del muelle que nunca se utiliza. Por la inclemencia del tiempo, asiste muy poca gente a recibirlo”, según los testimonios de la época.
La situación de Concordia, donde el río alcanza los 17 metros, es dramática: media ciudad está inundada y miles de personas piden ayuda. El gobernador Uranga va al lugar y toma medidas para paliar la emergencia.
“Recorre los espacios castigados y sobrevuela la zona costera del Uruguay, donde el panorama en Salto, Paysandú, Colón y Concepción del Uruguay es desolador. Las localidades uruguayas, aisladas de Montevideo, no reciben abastecimientos. Las ciudades de Fray Bentos y Mercedes carecen de agua potable, electricidad, teléfono”, cuenta Razzetto.
En tanto, la calamidad se abate sobre las tierras bajas y el delta entrerriano, cuya población debe ser evacuada en su totalidad. Esta zona ya no será la que fue. La migración europea (mayormente italianos, alemanes y polacos), que se había sumado en la primera mitad del siglo XX a las familias criollas de antiguo arraigo, y había dinamizado la economía doméstica, se pierde.
La crecida de los ríos invadió buena parte de las ricas tierras productivas de Entre Ríos, una provincia esencialmente agrícolo-ganadera. Una vez que se retiraron las aguas, el gobierno de Uranga estimó las perdidas económicas en más de 2 mil millones de pesos.
Ante el desastre –que para los conocimientos y medios que había entonces, tomó por sorpresa a todo el mundo- las autoridades y la sociedad civil se movilizaron al unísono, en auxilio de los inundados.
La localidad de Fray Bentos, en tanto, al estar rodeada por las aguas, debió suspender los actos del Centenario previstos para el 16 de abril, en tanto que su principal fábrica, el Frigorífico Anglo, se vio obligado a paralizar su actividad.
La comarca bajo las aguas
El 15 de abril el río Gualeguaychú registró la marca de 6,60 metros, doblando así la altura de alerta (3,50 m.). “La onda de creciente abarca la cuarta parte del casco urbano. Se corta el puente sobre el arroyo Gualeyán, principal tributo del Gualeguaychú, evitando el paso a proveedores de leche y hortalizas”, relata Razzetto.
“Escasean la carne, los combustibles, se corta el suministro de agua potable al inundarse la sala de motores de la toma de agua, se corta el teléfono, se racionaliza la energía eléctrica. Se suspenden los servicios ferroviarios y terrestres. La localidad queda aislada”, describe.
Además, se hicieron desesperados esfuerzos para proteger las instalaciones del Frigorífico Gualeguaychú SA., uno de los motores de la economía doméstica. Autoridades y empleados de la planta se lanzaron a evacuar las bodegas y salvar la carne que tenía destino de exportación.
Toda la sociedad se organizó para enfrentar la emergencia. Se constituyó la Comisión Pro-Ayuda a Inundados, a la cabeza de la cual se puso el intendente Ignacio Bértora. La coordinación general estuvo a cargo de José S. Errandonea, jefe de Policía, Dr. Julio Majul y Marco Aurelio Rodríguez Otero.
La mayoría de los evacuados se instalaron en los clubes deportivos, en donde recibieron cobijo y alimento. Al bajar las aguas, y luego de finalizados los trabajos de rescate, las autoridades emprendieron medidas para reubicar a pobladores sujetos a inundaciones.
De esta manera, se abrió el Boulevard Norte y se construyó el Barrio Hipólito Irigoyen, conocido como Barrio de los Inundados, en 1ª Junta al 500. “El número de personas relocalizadas es muy importante pero al poco tiempo, quizás por no poder superar el desarraigo y el cambio de estilo de vida, muchas regresan a la costa”, explica la historiadora local.
Al hacer un balance de la inundación de abril de 1959, Razzetto escribe: “Constatamos que, según testimonios orales, constituye un hito de la memoria personal y comunitaria. Se habla de ella, aún sin interrogar. Se recuerdan gestos de solidaridad, de contención espiritual, de preocupación institucional y de acompañamiento gubernativo”.
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