8 DE CADA 10 ABUSADORES SON PARTE DE LA FAMILIA
Abuso Sexual contra infancias y adolescencias: El rol clave de las escuelas ante situaciones alarmantes

Cada 19 de noviembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual contra Niñas, Niños y Adolescentes. Cuatro docentes de la ciudad hicieron su aporte sobre la experiencia de la Educación Sexual Integral, una herramienta fundamental para combatir este delito, en las escuelas de Gualeguaychú.
Por Luciano Peralta
Si la Educación Sexual Integral (ESI) se llamaría de otra forma, si no incluyera la palabra “sexual”, los prejuicios serían menos, como las resistencias a abordarla. Pero, como en cualquier orden de la vida, al prejuicio se lo combate con información. Ese es el trabajo que hace cuatro años realizan las (son todas mujeres) responsables del programa ESI en Entre Ríos y, particularmente, en el departamento Gualeguaychú.
Pero, una vez más, ¿de qué hablamos cuando hablamos de ESI?, y ¿Qué tiene que ver la ESI con la prevención del abuso sexual? Este sábado, 19 de noviembre, es el Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual contra Niñas, Niños y Adolescentes, y en este marco se pone de relieve la íntima relación entre la Educación Sexual Integral y la prevención de un delito sufrido, en el 80% de los casos intrafamiliarmente, en casa, por una de cada cinco niñas, según datos oficiales de Unicef.
“Uno de los grandes propósitos formativos que tiene la ESI es la prevención del abuso sexual desde muy temprana edad, generando herramientas de autoprotección. En nivel inicial y en el nivel primario el 70% de los contenidos apuntan a la autoprotección, se trata de conocer las partes externas del cuerpo, nombrarlas correctamente, poder decir no cuando algo me incomoda, identificar una persona de confianza y todo lo que tiene que ver con herramientas de verbalización”, sostiene Alejandra Fripp Lozano, quien es parte de la coordinación ESI Gualeguaychú y del dispositivo ESI del Plan ENIA (Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia).
“El abuso sexual es un delito que se caracteriza por el secreto, está silenciado. Por eso entre las herramientas de autoprotección se trabaja con los secretos: cuáles son los secretos buenos y cuáles los que no deben guardarse, los que hacen mal. Hablar de abuso, siempre, previene el abuso. En los talleres de autoprotección, lamentablemente, siempre aparece alguien que tiene algo para decir al respecto”, dice la docente.
También Unicef nos explica que “el abuso sexual ocurre cuando un niño es utilizado para la estimulación sexual de su agresor (un adulto conocido o desconocido, un pariente u otro niño, niña o adolescente) o la gratificación de un observador. Implica toda interacción sexual en la que el consentimiento no existe o no puede ser dado, independientemente de si el niño entiende la naturaleza sexual de la actividad e incluso cuando no muestra signos de rechazo. El contacto sexual entre un adolescente y un niño o una niña más pequeños también puede ser abusivo si hay una significativa disparidad en la edad, el desarrollo, el tamaño o si existe un aprovechamiento intencionado de esas diferencias”.
Sólo una de cada once personas abusadas puede hablar al respecto, por eso es tan importante la generación de espacios de verbalización. “Para la persona abusada hablar implica mucha vergüenza, en general, siempre hay una amenaza que envuelve a la víctima. Es que el abuso intrafamiliar es el más común, entonces esa víctima está comprometida emocionalmente con su abusador, lo cual lo encierra aún más en ese secreto y en ese silencio”, suma Elina Echepare, desde la coordinación ESI de la Dirección Departamental de Escuelas Gualeguaychú.
“Las pocas personas que se animan a hablar tienen que encontrar a una persona comprometida dispuesta a canalizar eso. Si esa persona no encuentra en ese adulto la confianza para que ese secreto sea visibilizado, también estamos en un problema. Si no se recibe ayuda, se sigue callando lo que le está sucediendo”, comparte Analía Nazar, desde el dispositivo ESI del Plan ENIA.
“Nosotros, como agentes educativos, tenemos el deber de prevenir y detectar este delito, no solo escuchamos, también activamos un protocolo si es necesario. Debemos poder identificar si se trata de un caso urgente, que son los casos intrafamiliares, o si se da en el marco de las 72 horas, por ejemplo, cuando la persona te cuenta algo que le pasó ayer”, cuenta Fripp Lozano y coincide con el resto de las educadoras entrevistadas respecto a los avances que se vienen dando con la implementación de la ESI y del protocolo para casos de gravedad en las escuelas del departamento, teniendo en cuenta que la gran mayoría de las instituciones educativas de la ciudad debieron activar, al menos una vez en el año, dicho protocolo.

Cuando el abuso es “lo normal”
Leticia Peruzzo es directora de la Escuela 20 “Domingo F. Sarmiento” y, en diálogo con Ahora ElDía, contó que la ESI es abordada desde nivel inicial (salas de 4 y 5 años) hasta el sexto grado. “A través de distintas actividades se enseña, además del cuidado del cuerpo y la salud, a reconocer y respetar emociones y sentimientos, como la alegría, el placer, los miedos o la vergüenza, a pedir ayuda ante situaciones que nos hacen daño y a reconocer cuando nuestros derechos no se cumplen”.
“Cuando la violencia y el abuso son lo cotidianos muchas veces no se perciben como tal, es ‘lo normal’, por eso es tan importante el rol de la escuela y de los maestros. Desde la Coordinación ESI nos brindan materiales, ofrecen capacitaciones, nos guían y orientan para realizar las propuestas pedagógicas y en otras intervenciones que en situación de vulneración de derechos nos vemos involucrados”, cuenta.
“Hay situaciones muy particulares que surgen en diálogos personales con la docente y la MOI (maestra orientadora integradora) cuando algún chico expresa que desea hablar con alguien sobre situaciones que lo atraviesan. Se les brinda un espacio de escucha, contención y de seguridad, se lo va formando para que pueda tener otras herramientas que le ayuden a llevar adelante esa situación u otra que se le presente a lo largo de su vida”, explica Peruzzo.
Pero el rol de los y las educadoras, tantas veces cuestionado, no se agota allí. También se abre un espacio a las familias o a las madres que llegan pidiendo ayuda para abordar algún conflicto sufrido en el ámbito familiar, que tiene que ver con violencias o abusos, complejidades que requieren un ámbito privado de escucha activa.
Respecto a la activación del Protocolo ESI para casos de gravedad, la Escuela N°20 no es la excepción a lo que pasa en el resto de las escuelas. “Este año hemos tenido casos de niños en situación de abuso, como así también otros casos donde no han sido víctimas directas del abusador, pero, por ejemplo, han sido obligados a presenciar como adultos abusaban de uno de sus hermanos”, cuenta Peruzzo.
“Otro de los casos que se dio este año fue el de una hermana adolescente que elevó una denuncia para proteger a sus hermanos que estaban en riesgo de correr su misma suerte y otra situación en la que el padre abusaba de la madre de los niños y de su hijastra. En general, suele haber como mínimo cuatro o más casos de abusos por año, al menos son los que nos enteramos. Hablamos de cuatro casos de abusos en una población escolar con matrícula reducida, es más de un 5% de nuestra población”, alarmó la directora de la Sarmiento.

La ESI como herramienta de transformación
“Se trabaja, principalmente, para que tomen conciencia de la intimidad y la privacidad, ya que ellos en sus contextos no tienen noción de esos conceptos”. En dos renglones, la directora de escuela plantea la complejidad a la que se enfrenta la educación a diario. ¿Cómo explicarle a un chiquito qué es la intimidad si por las noches comparte colchón con una o más personas?
Así lo responde Leticia Peruzzo: “Cuando hablamos de prevención de abusos, lo primero que surge es priorizar el respeto por la intimidad y cómo hacer respetar nuestro cuerpo, que no tiene que estar a disposición de nadie. Un desafío que tenemos en la escuela es cómo hacemos para hablar de privacidad y respeto a la intimidad cuando muchos estudiantes no tienen en sus hogares ningún espacio que les pertenezca, que sientan como propio, todos comparten la misma habitación, en ocasiones la misma cama, desconocen lo que es la privacidad, tanto es así que pareciera que su cuerpo puede estar a disposición de otros y, por lo tanto, eso es lo que naturalizan”.
“Nuestro propósito es concientizar y educar en afectividad y valores, proporcionarles información básica, que sepan cuáles son los nombres reales de las partes de su cuerpo, cuales de esas partes son intimas y no me las deben mirar ni tocar, etc., que les sirva a la hora de tener que defenderse o realizar una denuncia. Es un trabajo a largo plazo, los resultados no se ven de un día para el otro, pero aparecen”, dice la directora. Y trae ejemplos a mano: “tenemos situaciones de ex alumnas que ya en edad de secundario han podido denunciar o guiar a sus familiares a hacerlo en situaciones de abuso, y lo hacen porque están seguras de que tienen derecho a denunciar y que se sepa. Son situaciones que, a veces, vienen de generación en generación y que sus madres o abuelas no lo han podido hacer por desconocimiento, miedo u otras cosas que entran en juego”,
“Gracias al trabajo que se hace desde la ESI en las escuelas esas mujeres abusadas, violentadas, después de muchos años pudieron hablar, pudieron irse, pudieron denunciar. Esto nos alegra y nos insta a seguir trabajando”, sintetizó Peruzzo.