Acerca de la participación
"Dios esta en todas partes, pero atiende en Buenos Aires"
Guillermo Ricardo Pellegrini*
Opinión - II ParteLamentablemente, el verbo "participar" corre el grave riesgo de convertirse, de una hermosa palabra cargada de significado, en un slogan, en una herramienta usada para la obtención de un resultado inmediato, en este caso, usada para obtener "descompresión" es decir alivio de tensiones y consecuentemente, tiempo, fundamentalmente tiempo.En todos los niveles el tema de la participación esta sobre el tapete de las discusiones y como ocurre frecuentemente, la confusión sobre efectos, causas y fines -a veces manejada intencionalmente y otras no- envuelve al termino en sus sutiles redes y la imagen es totalmente ajena a la realidad. Ocurre que la tal mentada participación, se nos esta apareciendo, como el remedio total y definitivo de nuestros "males" -por lo menos- nuestros "males" políticos; como el camino por el cual llegaremos a la tan ansiada "autentica democracia representativa", y cumpliremos nuestro "destino de grandeza", todo esto por supuesto con la consabida cuota de sacrificio, "solidaridad" y "espíritu de desinterés" que caracterizan al "extraordinario grupo humano que constituimos.Todas esas rimbombantes frases -aunque dichas y oídas con el mayor respeto y sensibilidad - nos provocan íntimamente la inevitable pregunta... ¿y cómo? ... Porque la mecánica para lograr esa participación debe existir, y seguramente existe, si pero ¿pero cómo?Largos y arduos debates de grupos estudiantiles, de organizaciones sindicales, de corrientes políticas, etc, nos muestran bien a las claras la ausencia, casi sistemática de esa forma de aplicación que nos ayude a sacar al termino de su abstracción idiomática y podamos así ubicarlo en el plano de las formas políticas concretas.El vacío y la ausencia se producen, por que antes de la idea de la participación, es necesario explicar, resolver, lograr, la idea de la integración nacional.Pero para ello es necesario reconocer -cosa que pareciera nos cuesta bastante -que no estamos políticamente integrados.La distancia mental y material que separa al interior del país, esos profundos abismos,esa siesta histórica, existentes entre los grupos básicos de nuestra estructura comunitaria, son ejemplos que deberían hacernos reflexionar sobre el hecho de que integrar políticamente, debe constituirse en esquema prioritario del que sobrevendrá, como efecto -y no por decreto- a la natural participación que es consecuencia de todo cuerpo social bien constituido, es decir bien integrado.Por supuesto, integrar es mucho más difícil que hacer participar pero es más sano.
* Lic. en Ciencia Política
Guillermo Ricardo Pellegrini*
Opinión - II ParteLamentablemente, el verbo "participar" corre el grave riesgo de convertirse, de una hermosa palabra cargada de significado, en un slogan, en una herramienta usada para la obtención de un resultado inmediato, en este caso, usada para obtener "descompresión" es decir alivio de tensiones y consecuentemente, tiempo, fundamentalmente tiempo.En todos los niveles el tema de la participación esta sobre el tapete de las discusiones y como ocurre frecuentemente, la confusión sobre efectos, causas y fines -a veces manejada intencionalmente y otras no- envuelve al termino en sus sutiles redes y la imagen es totalmente ajena a la realidad. Ocurre que la tal mentada participación, se nos esta apareciendo, como el remedio total y definitivo de nuestros "males" -por lo menos- nuestros "males" políticos; como el camino por el cual llegaremos a la tan ansiada "autentica democracia representativa", y cumpliremos nuestro "destino de grandeza", todo esto por supuesto con la consabida cuota de sacrificio, "solidaridad" y "espíritu de desinterés" que caracterizan al "extraordinario grupo humano que constituimos.Todas esas rimbombantes frases -aunque dichas y oídas con el mayor respeto y sensibilidad - nos provocan íntimamente la inevitable pregunta... ¿y cómo? ... Porque la mecánica para lograr esa participación debe existir, y seguramente existe, si pero ¿pero cómo?Largos y arduos debates de grupos estudiantiles, de organizaciones sindicales, de corrientes políticas, etc, nos muestran bien a las claras la ausencia, casi sistemática de esa forma de aplicación que nos ayude a sacar al termino de su abstracción idiomática y podamos así ubicarlo en el plano de las formas políticas concretas.El vacío y la ausencia se producen, por que antes de la idea de la participación, es necesario explicar, resolver, lograr, la idea de la integración nacional.Pero para ello es necesario reconocer -cosa que pareciera nos cuesta bastante -que no estamos políticamente integrados.La distancia mental y material que separa al interior del país, esos profundos abismos,esa siesta histórica, existentes entre los grupos básicos de nuestra estructura comunitaria, son ejemplos que deberían hacernos reflexionar sobre el hecho de que integrar políticamente, debe constituirse en esquema prioritario del que sobrevendrá, como efecto -y no por decreto- a la natural participación que es consecuencia de todo cuerpo social bien constituido, es decir bien integrado.Por supuesto, integrar es mucho más difícil que hacer participar pero es más sano.
* Lic. en Ciencia Política
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