LA HISTORIA DE "EL CONCHETO"
Acuerdo en la cárcel de Devoto: el papel clave de un preso que estuvo diez años en Gualeguaychú

Tras la violencia televisada días atrás, los presos llegaron a un acuerdo con las autoridades del penal y finalizó la revuelta. El papel clave de Guillermo Antonio Alvarez, quien estuvo alojado en la UP N° 2 de Gualeguaychú durante una década.
Tras varias horas de tensión, violencia y reclamos, el pasado 25 de abril un comité de líderes de los pabellones de la cárcel de Villa Devoto, jueces, integrantes del Servicio Penitenciario y entidades de derechos humanos lograron llegar a un acuerdo para terminar con el motín que un grupo de presos había comenzado unas horas antes en el penal federal. Los detenidos consiguieron que los funcionarios prometieran revisar la situación procesal de "la población en riesgo sanitario (mayores de 60 años y enfermedades determinadas por la autoridad sanitaria), personas en término de libertad condicional y asistida, aquellos que tenían salidas transitorias otorgadas, condenados no superiores a tres años y aquellos con prisión preventiva cuyo cumplimiento exceda los dos años”. Entre los líderes de los pabellones estuvo Guillermo Antonio Álvarez, alias “El Concheto”, quien asesinó a sangre fría cuatro personas en dos años. Lo que pocos recuerdan es que desde diciembre del 2005 hasta diciembre del 2015, cuando fue beneficiado con la libertad, permaneció alojado en la Unidad Penal N° 2 de Gualeguaychú. Lo que pocos recuerdan es que desde diciembre del 2005 hasta diciembre del 2015, cuando fue beneficiado con la libertad, permaneció alojado en la Unidad Penal N° 2 de Gualeguaychú Libertad, reincidencia y Devoto A pesar de haber sido condenado a prisión perpetua por cuatro asesinatos, el 18 de diciembre de 2015 los jueces de la Cámara de Casación Ángela Ledesma y Alejandro Slokar consideraron que la pena de prisión perpetua no podía exceder los 25 años y resolvieron que el asesino múltiple debía quedar en libertad. Álvarez dijo que era otro hombre. Que había aprendido la lección. Que se había puesto en pareja con una mujer que le escribía cartas. Se instaló en una casa en Gualeguaychú, pero a los tres meses volvió a caer. Lo acusaron de haberle robado 67 mil pesos a un colombiano que había retirado de una financiera, en la Ciudad de Buenos Aires. Ante los jueces, Álvarez se había comprometido a no salir de Entre Ríos. Por ese robo, perdió todo tipo de beneficio. La Corte Suprema de Justicia ratificó la condena a reclusión perpetua más la accesoria por tiempo indeterminado. Pena que cumple en la Cárcel de Devoto, donde negoció con las autoridades el cese del motín que siguió por las pantallas todo el país el fin de semana.
Matar a sangre fría Alvarez había matado a cuatro personas a sangre fría entre 1998 y 1999. Admiraba a Carlos Eduardo Robledo Puch, el ángel de la muerte que asesinó, entre 1971 y 1972, a 11 persona mientras dormían o por la espalda. “El Concheto” era jefe de la banda de los “nenes bien”, y vivía en Acassuso, una zona elegante y de casas señoriales de zona norte, como contó a fines del año pasado el periodista Rodolfo Palacios, en una muy buena nota periodística publicada en Infobae. El padre de Álvarez era dueño de dos cines y de un local comercial. Vivía en un chalet en esa zona y había estudiado en los institutos secundarios San Patricio y Nuestra Señora de Fátima, donde lo echaron cuando pasó el límite de 24 amonestaciones. El delito me atrae, me seduce, es como enamorarse. O tener la mujer más linda La banda de “nenes bien” era particular. El punto eran los restaurantes de alta gama. El 28 de julio de 1996 Álvarez llegó al pub Company. Entró y se mezcló entre los clientes. Sus secuaces, Oscar “el Osito” Reinoso, César Mendoza y Walter Ramón Ponce, alias “Oaky”, una vez llegada la señal el Concheto, ingresaron armados y les exigieron a todos los clientes que entregaran los objetos de valor. Pero entre la gente estaba el subinspector de la Federal, Fernando Aguirre, de franco. Al verlos, dio la voz de alto y comenzó el tiroteo. Álvarez aprovechó que el policía cayó al piso y lo remató. Una estudiante que festejaba un cumpleaños, Andrea Carballido, fue la segunda víctima. El “Osito” Reinoso también murió. El primer asesinado de la banda fue Bernardo Loitegui (h), hijo de Bernardo Loitegui, ex ministro de Obras Públicas de la Nación durante el gobierno de facto de Alejandro Agustín Lanusse. Según refieren los hechos, Álvarez y un compinche le robó a Loitegui (h) su Mercedes Benz. Aunque el hombre no se resistió, El Concheto lo liquidó dos dos balazos delante de su hija. Por entonces, hacía apología de sus propios delitos. “Robo porque me gusta, no por necesidad. El delito me atrae, me seduce, es como enamorarse. O tener la mujer más linda”, dijo cuando lo detuvieron. Lo detuvieron un mes después en la casa donde vivía con su familia. En su cuarto, los policías hallaron recortes del diario La Nación de 1972, donde aparecían los crímenes y las reconstrucciones ante la policía de Carlos Eduardo Robledo Puch, el llamado ángel negro, que vivía muy cerca del barrio donde se crío Álvarez. “Pensaba superar el récord de Robledo y hasta pidió una visita con él, pero Robledo no le respondió”, dijo una fuente penitenciaria bonaerense. El cuarto asesinato de El Concheto ocurrió en un pabellón de la vieja cárcel de Caseros, donde mató a facazos al de Elvio Aranda. ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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