Alarma la ola de asaltos con armas de fuego y la impunidad de los delitos

En los últimos días han ocurrido dos hechos que llaman la atención por la violencia con la que sucedieron, en los cuales seis personas fueron amedrentadas con armas de fuego, maniatadas y tomadas de rehenes para ser asaltadas. Desde la Policía prefieren el silencio, y así evitar hablar de inseguridad.Carlos RieraEl jueves por la noche tres delincuentes abordaron a un hombre de 35 años cuando entraba a su casa y luego lo maniataron junto a su pareja embarazada de 5 meses. Los mantuvieron cautivos mientras revolvieron toda la vivienda y después los llevaron hasta la casa de una tía que vive a pocos metros, quien junto a su marido corrió la misma suerte.Fueron minutos terribles que terminaron cuando rompieron la puerta de la habitación donde los delincuentes los habían dejado encerrados. Se llevaron casi 6 mil pesos, celulares y cuchillos de colección que la mujer de 69 años guardaba. De esto que ocurrió, la Policía no dijo nada.El otro caso sucedió durante el fin de semana, en los primeros minutos de la madrugada del sábado, cuando María Ángela Garay y Miguel Salas estaban a punto de cerrar su pizzería en calle Rocamora, a metros de 25 de Mayo, en pleno centro de Gualeguaychú, y lugar de tránsito a toda hora.Esto poco les importó a dos delincuentes, quienes se hicieron pasar por cliente, y segundos después de pedir dos pizzas, desenfundaron sus armas y redujeron al matrimonio que cuentan con muchos años de trabajo en ese lugar. Pero el momento de mayor intensidad ocurrió cuando uno de los asaltantes gatilló el revolver en el pecho de Salas, con la fortuna de que el disparo no salió.También fueron atados con precintos en sus pies, mientras los delincuentes escaparon con 6.500 pesos, celulares y la billetera de una de las víctimas.Los casos se reiteran casi a diario y la Policía, en vez de informar en tiempo y forma lo que sucede, está más preocupada en que los medios de comunicación no se enteren, para que no se nombre una palabra que tanto miedo le causa a la institución: inseguridad. Se cuentan las buenas, los aprehendidos en flagrancia y algunos de los elementos recuperados de los tantos que se denuncian por robo, pero lo cierto es que de los hechos relevantes no se comunican, escondiéndose en el pretexto de que se está en plena investigación.Esto no es algo nuevo, viene ocurriendo desde hace varias gestiones policiales y seguramente se repite en cada comisaría de la provincia. El motivo principal radica en que ningún Jefe Departamental quiere recibir "el tirón de orejas" desde la Central de Policía en Paraná, preguntándole qué es lo que pasa en su jurisdicción.Pero el sol no se puede tapar con las manos y como ocurre en toda ciudad chica, todo se conoce... Todo se sabe. Gualeguaychú ha crecido exponencialmente en los últimos años, pero a pesar de ello mantiene ciertos aspectos de su pasado que impiden que algo se pueda mantener en secreto.El problema principal de todo esto es que la sociedad termina siendo la afectada, porque no toma el tipo de recaudo suficiente para estar alerta de que las cosas a su alrededor no son como eran antes. Ahora hay personas que son capaces de gatillar durante un asalto, como le ocurrió a Miguel Salas, que puede contar el cuento por suerte o porque hay alguien arriba que veló por él.Hasta el momento se busca a los autores de estos dos asaltos y no hay novedades con respecto a quiénes serían los responsables.Como sucede en todos los órdenes de la vida, para encontrar la solución a un problema es necesario conocerlo, informarlo, debatirlo... Ocultar los hechos a la sociedad no hace que lo que nos aqueja desaparezca.Indudablemente, ante lo ocurrido, surge la pregunta: ¿Serán estos hechos delictivos los que en un futuro cercano se convertirán en unos de los tantos Legajos que quedaron en el olvido e impunes en Gualeguaychú?
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