INFANCIAS CON CARENCIAS
Alarma y debate tras un intento de robo protagonizado por menores

Un grupo de seis adolescentes rompió la vidriera de un comercio en el centro y fue demorado por la policía. Ninguno supera los 16 años. La Comisaría de Minoridad y el Copnaf intervinieron ante la ausencia de familiares. Advierten sobre el aumento del consumo problemático y la necesidad de redes de contención.
Esta semana fue noticia un hecho que no es habitual en la ciudad. Un fuerte estruendo sobresaltó a los vecinos de 25 de Mayo, en pleno centro de Gualeguaychú: un grupo de seis menores de edad rompieron la vidriera de un comercio y entraron al local para sustraer algunos objetos. Cuando llegó la policía, los niños intentaron huir en distintas direcciones, pero fueron demorados a las pocas cuadras y trasladados a la Comisaría de Minoridad: “Son menores que ya conocemos, con ingresos reiterados. Algunos han estado en la calle a altas horas de la noche, lejos de su casa; otros han sido localizados varias veces. Muchos provienen de contextos familiares muy problemáticos”, explicó la comisaria Pamela Morel, jefa de la dependencia, a Ahora ElDía.
Tras el daño al comercio, se iniciaron actuaciones de oficio. Como todos los involucrados son inimputables por ser menores de 16 años, la responsabilidad legal recae en sus familiares adultos. Pero lo que llamó especialmente la atención fue que algunos de ellos no acudieron a buscarlos, lo que obligó a la intervención del Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf).
Morel explicó que, si bien los hechos como la rotura de una vidriera impactan en la opinión pública, la mayoría de los ingresos de menores a la comisaría no tienen que ver con delitos: “Hay muchas veces que andan en grupo a la noche o acompañan a mayores en situaciones problemáticas. Siempre se intenta que estén el menor tiempo posible en la dependencia policial”.
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Según la Comisaria, el consumo problemático es algo que aparece cada vez con mayor frecuencia: “Es muy probable que haya consumo de sustancias de por medio. Ellos mismos a veces te cuentan qué es lo que consumen y lo fácil que es el acceso”.
La Comisaría de Minoridad tiene características particulares: la mayoría del personal es femenino, no por requisito legal, sino por la sensibilidad que exigen los casos. “El 80% de las mujeres que trabajan acá son mamás. Desde el vamos no hay trato represivo, para nada. Tampoco los felicitamos, pero el trabajo, una vez que ingresan, es hablar con ellos, escucharlos, entender qué les pasa. El protocolo busca asegurar que no queden mucho tiempo en la dependencia policial, pero bajo ninguna circunstancia, se pueden retirar por su cuenta, tiene que ser con un responsable mayor de edad, certificado por el Juzgado. Y si no aparecen familiares, interviene el Copnaf, que decide si va a una residencia u otro dispositivo”, explicó.
Cuando se le pregunta sobre la mirada social frente a estos hechos, Morel no esquiva el tema: “Escuchás comentarios fáciles: ‘Que los metan presos, que no salgan más’. Pero no es así. Hay que pararse desde otro lado, comprender qué pasa. Ellos necesitan un montón de otras cosas que no tuvieron. No es que sean chicos malos, pero lamentablemente, si no tienen ahora la contención de todos como sociedad, pueden terminar mal. Por eso, insisto en la necesidad de fortalecer las redes de contención familiares, escolares y comunitarias”.