Ayer se cumplieron dos años del terrible accidente, que pudo haber sido una tragedia. Un camión chocó a un colectivo en el kilómetro 48 de la Autovía 14 y dejó el saldo de 28 heridos. Dos alumnas aún enfrentan las secuelas físicas y psicológicas sólo con el apoyo incondicional de sus familias.
Estela GigenaNos encontramos con Alba Collaso y Manuela Carrera en la casa de esta última, ubicada sobre la ruta vieja a Buenos Aires, o la colectora, paralela a la Ruta 14. Nos acompañaban las mamás de ambas, Mabel y Guillermina; la abuela, la tía, un hermano y una amiga de Manuela. Armamos una reunión distendida, con mate y torta criolla y les consulté, casi por obligación -para ratificar mi presencia allí-, si estaban dispuestas a recordar ese día tan terrible en sus vidas y ambas -Alba y Manuela- no lo dudaron. No tenían problema, dijeron. Hoy tienen 16 años; el día del accidente, 14.Manuela, que fue quien sufrió las consecuencias más graves, comenzó el relato. "Sólo me acuerdo que iba sentada con Alba y de repente no sé qué pasó, pero cuando me desperté estaba debajo del colectivo", recordó.Las secuelas psicológicasAlba sí se acuerda del impacto y más. Comenzó a recordar que luego del gran golpe "comenzamos a dar vueltas y vueltas, como una licuadora..." y el llanto interrumpió el relato. Alba no puede contar ese momento sin llorar. No lo ha podido superar. Debió cortar las sesiones con el psicólogo con quien estuvo en tratamiento durante seis meses, porque ese era el término que le cubrió el seguro escolar y sus padres no pueden hacer frente al pago de honorarios médicos. El papá de Alba es peón rural y la obra social Osprera no cubre el tratamiento psicológico, como tampoco cubrió la cirugía de reparación del tabique nasal que se quebró en el accidente y que le costó tres mil pesos a la familia.A Manuela no le cuesta recordar lo que ocurrió, no llora ni se molesta al hacerlo. Pero cuenta que casi a diario mira en Youtube el video que captó la cámara de un comercio cercano del momento del accidente; el preciso instante en que el camión impacta al colectivo, ambos desbarrancan y comienza a salir el humo negro del incendio. Es más, me invitó a verlo, corrió a la computadora y en un click esta cronista vio el horror de ese momento.A dos años del accidente, ambas mantienen un problema no resuelto con el viaje a la escuela. Actualmente, Alba sube al colectivo escolar cada día y se coloca los auriculares. "La única manera de viajar en el colectivo es escuchando música, así no pienso. Me da mucho miedo viajar en colectivo o en auto".Manuela no viaja más en colectivo. "Me llevan en auto; no subo más a un colectivo escolar", aseguró, a la vez que dudó cuando le consultamos si subiría a otro tipo de colectivo.La empresa brasileña Furlong, propietaria del camión que chocó al colectivo ni su aseguradora se hicieron cargo de los daños. Hoy, las familias de Alba y Manuela llevan adelante las demandas judiciales correspondientes sin haber podido recuperar un centavo de todo lo que han tenido que pagar por la salud de sus hijas.Las secuelas físicasManuela, la más afectada de todos los pasajeros, recuerda que fue exactamente a las 12.08 del mediodía del 22 de septiembre, porque "está grabada la hora en el video de Youtube", afirma. "Sentí el impacto cuando desperté, me encontré con que estaba ahí, bajo las gomas del colectivo con mi pierna apretada y la otra en el diferencial. Yo intentaba salir, pero era inútil. Mientras tanto, mis compañeros y Ramón -el chofer del colectivo- me decían: 'tranquila Manuela, ya te vamos a sacar'; pero también estaba el camión incendiándose y eso me jugaba en contra. Tuve la suerte de que el colectivo no se prendió fuego.Yo pensaba 'voy a morir', y mis oídos escuchaban gritos, llantos, desesperación, fuego. Mientras tanto, mis compañeros hacían todo lo posible para sacarme; hasta intentaron levantar el colectivo. Hasta que unos 40 minutos después llego mi papá, bomberos, policías, conocidos míos, las familias de todos los chicos, vecinos de Sarandí. Por suerte, después de un rato, con la ayuda de gatos hidráulicos y demás cosas lograron sacarme de ahí abajo".Hoy, Manuela lleva cinco cirugías en su pierna izquierda, que quedó prácticamente destruida por el golpe, el peso del colectivo y el calor abrasador de la cubierta del colectivo. "Tuve quemaduras, aplastamiento y me quebré tibia y peroné.Como tenía la goma arriba, estuve 40 minutos, me aplastó todo y me quemó el aceite. Ahí tengo todo quemado", dice mostrando parte de su pierna dañada. Le han quedado cicatrices de las cinco cirugías realizadas: "en la primera me pusieron un clavo, en la segunda me lo sacaron; en la tercera me pusieron seis tutores externos; en la cuarta me los sacaron; en la quinta volvieron a ponerlos y luego me los sacaron", enumeró Manuela.La primera cirugía se practicó en Gualeguaychú y Manuela sufrió infección. De allí en adelante fue tratada y operada por un especialista en la ciudad de Rosario. En total, la familia ha gastado 200 mil pesos y nadie se ha hecho cargo. Por eso hoy están esperando el inicio del juicio que iniciaron a la aseguradora del camión, con sede en Buenos Aires.Alba, Manuela y sus familias, como la de todos los que vivieron ese horror, hoy creen que el 22 de septiembre de 2011 ocurrió un milagro y dan gracias a Dios que todos estén vivos. Dan gracias porque volvieron a nacer.