Alicia Reynoso, la gualeguaychuense que curó a los soldados en la Guerra de Malvinas

Fue enfermera en el hospital militar montado en Comodoro Rivadavia. Escribió un libro contando sus vivencias y recuerdos de ese episodio oscuro de la historia argentina. Y denuncia que tanto ella como sus colegas jamás tuvieron el reconocimiento por la labor que cumplieron.Por Fabián MiróEl conflicto bélico de Malvinas en 1982 dejó heridas en la sociedad argentina que aún no terminan de cicatrizar, pero existe una que no sólo que no sana, sino que además demanda atención urgente: si bien las islas fueron el escenario central donde la guerra tuvo lugar, en el suelo continental la ciudad de Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut, fue el punto estratégico y central donde todo el despliegue militar del país arrancó, y así como arrancaban, también fue el punto de retorno.Y los que volvían de las islas, lamentablemente, muchas veces no lo hacían de pie: los heridos en el campo de batalla recibían la primera atención médica allí, en Comodoro Rivadavia, en un lugar conocido como TOAS (Teatro de Operaciones del Atlántico Sur), donde se montó el Hospital Militar. En ese lugar prestaban servicios 15 mujeres que se desvivieron por sanar las heridas de los soldados argentinos, sin embargo, ninguna de ellas aparece en las historias centrales, como si no hubieran estado, como si jamás hubieran existido.Una de esas 15 enfermeras nació en Gualeguaychú y creció en Carbó. Se llama Alicia Reynoso y esta es su historia de lucha y su afán de justificada reivindicación. "Las enfermeras que atendimos a los soldados hemos sufrido más de 30 años de silencio sin razón alguna. Caímos en un manto de olvido", lamenta Alicia, en una charla íntima con ElDía.En 1982 tenía 24 años y era Cabo Primero de la Fuerza Aérea Argentina. Las vivencias de ese crucial año, que la marcó de por vida, y la posterior falta de reconocimiento por el Estado argentino, que continúa en la actualidad, fueron contadas en el libro "Crónicas del olvido", que presentó esta semana en el Centro de Convenciones de Gualeguaychú."Fuimos parte de la desmalvinización e inclusive algunos compañeros naturalizaron ese olvido. Es muy duro, porque ser un NN entre tus pares, a quienes le tendiste una mano cuando llegaban del frente y que después digan que no te conocen es muy triste", relata con el dolor de un presente que jamás imaginó.En 1990, el Estado argentino hizo la lista de veteranos de guerras, pero las enfermeras no fueron incluidas. En ese entonces, no dijeron nada porque todas trabajaban en hospitales de la Fuerza Aérea, y quejarse en ese contexto podía acarrear consecuencias. Pero el silencio llegó a su fin en 2007, cuando Alicia le inició un juicio al Estado por no reconocer su labor. La Justicia falló a su favor el mes pasado. Tras esta victoria, un grupo de compañeras siguió su mismo camino, mientras que las otras aún no se animan a hablar. Recuerdos de una guerra cruel"Comodoro Rivadavia era el inicio de todo. La Marina, la Fuerza Aérea y el Ejército armaban su logística allí. Ese fue el punto de partida y llegada de todo lo que se enviaba y volvía de las islas Malvinas", explica Reynoso a ElDía.Su lugar de trabajo fue un hospital móvil montado en el Aeropuerto Internacional General Enrique Mosconi pocos días más tarde de la mañana del viernes 2 de abril de 1982, cuando se recuperaron momentáneamente las islas. Estaba ubicado al lado del hangar de YPF y se transformó en el centro asistencial para los heridos de la Fuerza Aérea.Los días más duros comenzaron el 1 de mayo de 1982, cuando las fuerzas británicas bombardearon el Aeropuerto de Puerto Argentino para desembarcar y presionar la rendición de las tropas argentinas. Los ingleses atacaron con aviones Vulcan y Sea Harrier, y la caída de las bombas resonó más allá de ese punto en el Atlántico"A las 04.40 de la madrugada, en Comodoro Rivadavia comenzaron a sonar las alarmas, entonces supimos que habían comenzado los bombardeos ingleses. Fue un momento terrible porque supimos que muchos que estaban en el aeropuerto atacado no iban a volver". Ese día, murieron 14 soldados argentinos.Heroísmo y miserias humanasEn el hospital de la Fuerza Aérea, Alicia fue testigo de las peores desgracias que origina un conflicto bélico. Hizo lo imposible para curar y contener a los soldados heridos que luchaban ya no contra los ingleses sino contra la muerte. "El conscripto herido nos pedía que lo curásemos lo más pronto posible para volver a pelear", destaca Reynoso sobre los pibes de entre 21 y 25 años que fueron enviados al frente de batalla sin ninguna formación militar.En este contexto, las 15 enfermeras también fueron testigos de las peores miserias del ser humano, sobre todo entre los que tenían una insignia y un rango militar. "Algunos pretendían ser atendidos de manera especial sólo por ostentar un determinado grado. Se vivieron situaciones muy particulares, pero la mayoría no se pueden contar porque lindan con el secreto profesional", revela."Hemos contenido a los heridos y todas fuimos un poco madres, hermanas, esposas y amigas de los combatientes. Muchos nos pedían que nos comunicásemos con sus familiares para que les dijéramos que estaban bien", resalta y enseguida comienza a hablar sobre uno de los hechos más patéticos y vergonzosos de los militares argentinos: "También les dimos de comer, porque hacía días que no lo hacían. Los encargados de distribuir la comida no lo hicieron, pero todas hemos visto despegar desde Comodoro Rivadavia los vuelos cargados con alimentos. Sin embargo, al frente jamás llegó algo y tuvieron que matar ovejas para poder comer".Con el correr de los años, y gracias a las redes sociales, Alicia se reencontró con varios de esos soldados que ella atendió y curó en Comodoro Rivadavia. Muchos de ellos aún conservan el camisolín que les colocaban cuando llegaban al hospital y le sacaban la ropa sucia y mojada desde hacía varios días."La Guerra de Malvinas no terminó el 14 de junio de 1982, siguió con el fuego cruzado del olvido. Los que dicen que la guerra fue solo en las islas, les recomiendo que lean un poco de historia y que de paso repasen algunos tratados internacionales. Yo no necesito cobrar la pensión para ser considerada Veterana de Guerra, porque lo mío va más allá", afirma convencida antes de concluir: "Lo nuestro, tanto lo mío como el de las restantes enfermeras, es una deuda moral que el país tiene con nosotras. En estos tiempo donde se habla tanto de género e inclusión, por el valor que encierras estas palabras exigimos que se reconozca y se valore nuestra labor en la Guerra de Malvinas".
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