NAÚM, TESTIMONIO Y ESPERANZA
Apostar a la vida: “Entender que estás enfermo y necesitás ayuda es lo más difícil para un adicto”

Naúm Medina Faiad tiene 33 años y es adicto. Durante mucho tiempo consumió cocaína. Esta semana, se cumplieron tres años de su nueva vida, tres años sin consumo. “Hay muchas madres, sobre todo, sufriendo por sus hijos y si les puedo dar una mano se las quiero dar”, dijo.
Luciano Peralta
“Hoy se cumplen 3 años del comienzo de una nueva vida”, escribió Naúm Medina Faiad en su perfil de Facebook, el lunes pasado. Y siguió: “Hoy puedo decir que salí de un pozo negro donde uno piensa que se es imposible salir, las adicciones te atrapan a tal punto que manejan tu mente, ya no sos dueño de tus decisiones y acciones, hasta que un día llega ese clip que cambia tu vida para siempre”.
Ese día, ese que le cambió la vida para siempre, no llegó sino después de tocar lo más bajo y oscuro de ese pozo en el que cae una persona adicta. Pasaron tres años y aunque a él le parezca poco tiempo, es muchísimo. Hoy se siente bien. Tanto que decidió contar su verdad, sin tapujos, sin disimulos ni miedos.
-¿Cuándo empezaste a consumir?
-A los 16 años, fumábamos marihuana con unos compañeros, nos cagábamos de risa. Con la cocaína empecé a los 18, pero era un consumo muy esporádico, de vez en cuando los fines de semana. A partir de los 25, más o menos, ya era todos los fines de semana y, por ahí, algunos días en la semana también.
-Arrancaste como casi todas las personas, en la salida del sábado…
-Claro, era un estimulante para el boliche, sin tener noción de lo que me estaba metiendo y de lo que me iba a generar en el futuro. Uno lo toma como un juego, porque te desinhibe y te parece que todo está bien, que está piola. Yo siempre fui una persona muy tímida y eso me ayudaba a no serlo, a relacionarme con los demás. El problema es que cuando se termina la noche vos querés seguir, y de repente hay personas que siguen con vos. Entonces el viernes se hace sábado y el sábado, domingo.
-¿Qué pasa el lunes?
-Cuando parás te entra la culpa y te va comiendo por dentro. Y para apagar esa culpa necesitás consumir. Es una rueda, terminás siempre en el mismo lugar.

-¿Cómo es ese bajón post consumo?
-Es depresión, depresión total. Aunque por dentro te sentís horrible para el afuera tenés que estar bien. Yo tenía que hacer eso con mi familia, para que no se diera cuenta, pero ellos se daban cuenta igual. Te vas convirtiendo en otra persona, los sentimientos se van apagando.
-¿Cómo es eso?
-Ponele que era el cumpleaños de mi viejo o de mi vieja, o el día de la madre, y si caía un fin de semana ya sabía que tenía que estar y a veces no estaba. Esos sentimientos estaban apagados por el consumo.
-¿Cómo se enteraron de tu adicción?
-Por comentarios de gente conocida. Muchas veces me quisieron ayudar, fui a muchos psicólogos durante mucho tiempo. Pero, si bien el otro te puede querer ayudar, si vos no están convencido no vas a salir adelante. Y eso es lo más difícil, entender que estás enfermo y necesitas ayuda es lo más difícil para un adicto. A mí me pasó recién a los 30 años, antes fui a un montón de terapeutas para dejar contenta a mi familia, no porque realmente sintiera que quería estar ahí. La realidad es que no quería recibir la ayuda.
-¿Por qué?
-Porque sentía que estaba bien, que la manejaba. Eso es lo peor. Yo sentía que la manejaba y la verdad es que no manejás nada, la droga te maneja a vos. Aunque consumas los fines de semana, sos un adicto igual. Todos arrancan de la misma manera, hasta que llega un punto que necesitas más, y no tenés plata, entonces empezás a vender tus cosas, las de tu vieja, las de tu viejo…
-¿Qué has vendido para consumir?
-Mío nada, sí de mis viejos. Joyas, carteras de mi mamá, a los productos de suplementación deportiva que vende mi viejo se los vendía, también. Les robaba la plata que juntaban…
-¿Consumías otra droga a parte de la cocaína?
-No, marihuana de adolescente, pero después siempre cocaína. Cocaína y alcohol.
-¿Cuándo tocaste fondo?
-A los 30. Fueron siete días seguidos de consumo, sin dormir. Tuve dos intentos de suicidio, uno un tiempo antes y otro en esa semana. Arranqué como un fin de semana normal, salí de trabajar un viernes y me fui a la casa de los amigos que tenía en ese momento. Ya comprábamos la droga y nos quedábamos ahí. Yo salía el viernes y hasta el domingo no volvía a mi casa, pero esa vez no volví.
-¿Por qué no volviste?
-Porque todavía tenía plata. Pero en un momento la plata se acaba, entonces empezás a mandar mensajes a amigos o gente que me podía facilitar efectivo para seguir. Después, seguís hasta que no das más.
-¿Qué sentiste las veces que pensaste en matarte?
-Sentís que no valés nada, sentís hasta que estás de más en el mundo. Tenés que afrontar un montón de situaciones que no sabés cómo carajo afrontar, entonces querés terminar con todo, es muy difícil. Mucho miedo, también. Sentí mucho miedo.
-¿Cómo fue volver a tu casa después de esos siete días?
-Después de eso yo llegué a mi casa y le dije a mi mamá que me quería internar. Fue la primera vez que pedí ayuda. Ya había estado internado ahí, en El Prado (Concepción del Uruguay), pero iba sábados y domingos únicamente. Pero tampoco había sido por decisión propia. Esta vez fue distinto, me interné el 17 de enero del 2019 y estuve un año y siete días.
-¿Qué conociste allá?
-Me conocí a mí mismo, internamente. Ahí tenés ayuda todo el tiempo, hay terapeutas, psiquiatras, gente que ya ha pasado por lo mismo y que ahora trabaja ahí como operador. Conocí miles de historias mucho peores que la mía, no lo podés creer. Te encontrás con personas de todas las edades y de todas las clases sociales.
-Se dice que las adicciones son la consecuencia de otros problemas, ¿cuáles crees que fueron los tuyos?
-Creo que los pequeños fracasos que uno va acumulando en la vida y no saca para afuera; las culpas y los vacíos que tenemos internamente. El adicto se guarda todo muchas veces, y eso, si no lo sacás, en algún momento explota, por la adicción o por cualquier otra parte.
-¿Por qué hablar de esto públicamente ahora?
- Porque la situación está muy complicada en Gualeguaychú. Muchísima gente está metida en las adicciones, pero en cualquiera, en la cocaína, en el alcohol, en las pastillas. Hay de todo. Y poder dar testimonio de que hay una salida, me parece importante. Hay muchas madres, sobre todo, sufriendo por sus hijos adictos, y si les puedo dar una mano se las quiero dar. Lo mismo que a quienes no han podido salir, poder ayudar a otro que está pasando por lo que vos ya pasaste es impagable, no tiene valor. Eso quiero.