Aprender a decir gracias…
Alguna vez mi padre me sentó una tarde de agosto para recordarme algo que había olvidado. Me dijo que si quería transitar esta vida terrenal con dignidad y honestidad debía aprender dos palabras: una era aprender a decir gracias y la otra era aprender a pedir perdón. Eso era suficiente para honrar la vida, para que mi mochila no fuera tan pesada y cultivar vivos algunos valores.Dr. Raúl ArellanoColaboración No puedo decir que fue mi amigo, simplemente por una cuestión generacional y porque la vida nos trazó derroteros diferentes; pero sí debo decir como persona agradecida y bien nacida o como un colaborador más de su prestigioso diario El Día, donde tuve y tengo la oportunidad de pensar en voz alta y de manifestarme a través de reflexiones, pensamientos y miradas distintas de una realidad problemática y febril; que jamás tuvo la osadía de cambiar ni un punto, ni una coma, ni un verbo de lo expresado.Incluido muchas veces, y me consta, cuando mi enfoque distaba y mucho de su línea editorial o pensamiento personal. Esto significa un profundo respecto por las libertades individuales, celebrando las diferencias y poniendo de manifiesto una honestidad intelectual envidiable.En estos tiempos donde el disenso parece ser mala palabra, tiene mala prensa o resulta políticamente incorrecto. Donde cierto blindaje conceptual, literario e ideológico revolotea los medios y hace nido en algunos trasnochados que transforman adversarios en enemigos. Su convicción republicana y sus valores personales se interpusieron a todo y a todos.Sentir un profundo agradecimiento y poderlo decir me redime de algunos de mis muchos errores y otros tantos olvidos.El show debe continuar; es verdad; pero hacer una pausa para decir gracias es una buena excusa para sentirme un poco mejor persona e intentar un sueño tranquilo.La vida sin sueños ni utopías es apenas una muerte demorada; su lucha, su coherencia y sus sueños son atributos esenciales de una especie en extinción.No me corresponde intentar un homenaje post-morten pues me resulta innecesario, pero sí necesito que mi aporte en el suplemento Claves sea, por esta vez, nada más que un pensamiento vivo y un simplemente gracias por todo a alguien que no se fue.Por eso Gustavo, soy de los que creo que la muerte no mata a nadie, porque la gente se muere únicamente con el olvido; pero este no es tu caso. Porque el olvido está lleno de memoria en aquellas pequeñas cosas que a veces resultan obvias y por obvias olvidadas.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios