Aquí no ha pasado nada
Frente a delitos, casos de injusticia o situaciones anormales, es natural que el ciudadano común reaccione, manifieste su queja, proteste, discuta, se haga mala sangre y denuncie su problema donde corresponda. En la Argentina suele suceder que toda esa serie de disgustos resulte inútil.Por Mario Alarcón Muñiz Pasado cierto tiempo -puede ser un día, una década o más- las cosas quedan como estaban. Si se trata de cuestiones inherentes al poder o lo rozan, con mayor razón.Entonces el ciudadano común se indigna. También es inútil. Su indignación no cambiará nada. La impunidad se ha instalado cómodamente en nuestra vida colectiva. Impera entre nosotros desde hace tiempo. No es un clima creado por el gobierno actual, pero ni siquiera ha intentado modificarlo. Lo insinuó al principio, cuando relevó por diferentes carriles la Corte Suprema menemista. Quedó ahí. Lo comprobamos de manera frecuente.Las denuncias de corrupción nunca prosperan. Dentro de centenares (¿o miles?) de casos registrados en los últimos 30 años uno solo derivó en condena efectiva: el de María Julia Alsogaray. Si en algunos pocos hubo proceso y castigo, nadie está preso.A una conclusión similar ha llegado el Centro de Investigación y Prevención sobre Criminalidad Económica, revelando en un reciente informe que la Argentina es uno de los países del mundo con menor índice de condenas por corrupción. ¿Yo señor? ¡No señor!El caso del negociado o venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia es el más claro ejemplo de impunidad. A 20 años de la tramoya inicial; a 16 años de la investigación del periodista Daniel Santoro (Clarín) y de la inmediata denuncia del abogado Ricardo Monner Sans; a 3 años de la apertura del juicio; tras el desfile de 400 testigos, aquí no ha pasado nada. Todo está en orden. Ecuatorianos, peruanos, croatas y serbios se mataron. Alguien embolsó unos cuantos millones de dólares. ¿Yo señor? ¡No señor! El Gran Bonete.El ex presidente Menem y otros 17 acusados entre parientes y amigos, no tuvieron ninguna relación con este asunto. Son inocentes. Así lo determinó el martes pasado el Tribunal en lo Pernal Económico mediante fallo dividido: 2 a 1. La Presidencia de la Nación, el Ministerio de Defensa, el Ejército, Fabricaciones Militares y uno o más traficantes de armas se enredaron en esta historia que termina diluida en un mar de sospechas y confusiones.Acusado de asociación ilícita, Menem cumplió una prisión domiciliaria de cinco meses en 2001. El cargo le fue levantado por la Corte Suprema de entonces y recuperó su libertad. La causa derivó en contrabando agravado de armas y terminó de la manera conocida. Habrá apelación, pero por mero trámite, pues ya se desinfló, sostienen los entendidos. Traición y estafaLo cierto es que en 1991 Menem firmó dos decretos secretos y un tercero en 1995, vendiéndole 6.500 toneladas de armamento a Venezuela y Panamá. Venezuela "nunca compró armas a la Argentina", según el entonces presidente Rafael Caldera. Panamá no tenía ejército, disuelto luego de la invasión norteamericana de 1989. ¿Con qué destino salieron las armas? Mejor que nadie lo sabe el traficante de armas Diego Palleros, eje de la operación. Como el negocio era urgente y Fabricaciones Militares no disponía de suficiente material, se embarcaron cañones del Ejército con los números y el escudo nacional limados en la fábrica militar de Río Tercero. Finalmente el armamento fue destinado a Ecuador y Croacia.Ecuador estaba en conflicto con Perú por un sector de la Cordillera del Cóndor que en 1995 derivó en una guerra de dos meses. La Argentina era garante de la paz entre esas naciones hermanas, desde la firma del Tratado de Río de Janeiro de 1942. No sólo nuestro país le vendió armas a una de las partes, sino que también incurrió en la hipocresía de participar de las gestiones y el nuevo acuerdo de paz de 1998. A esas faltas graves le añadió el gobierno menemista la de traición a Perú, cuyo presidente en 1982, Belaunde Terry, propició un armisticio en la guerra de las Malvinas y puso a disposición de la Argentina los aviones Mirage con pilotos peruanos para combatir contra los ingleses.La operación con Croacia tampoco figuró en ningún documento oficial. Ese país estaba en guerra con Serbia al producirse la disgregación de Yugoslavia y pesaba sobre ambas partes una resolución de la ONU prohibiendo el ingreso de armas. Nadie sabe cómo, el armamento argentino llegó a Croacia. Parte del cargamento presentaba fallas que impedían su uso. Encima, una estafa. CasualidadesFabricaciones Militares debió recibir 100 millones de dólares por esas operaciones. En la caja ingresaron 40 millones. El resto se hizo humo. El 3 de noviembre de 1995, a poco de haberse conocido las primeras denuncias, voló el arsenal de Río Tercero, provocando 7 muertos. Casi un año después, el 8 de octubre de 1996, un helicóptero en el que viajaban el general Juan Carlos Andreoli y el coronel Rodolfo Aguilar, mencionados en los expedientes, se precipitó a tierra en el campo de polo de Palermo. Ambos murieron junto a dos jefes militares peruanos. Días antes de ser indagado por el tribunal, apareció muerto en su domicilio el capitán de la Armada Horacio Estrada. En 2003, una secretaria de Emir Yoma -cuñado de Menem y también acusado- cayó al vacío desde su departamento en Buenos Aires y murió.Son demasiadas casualidades. Pero la realidad indica que aquí no ha pasado nada.
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