UN VERDADERO CALVARIO
Así fueron las clases en las escuelas de Gualeguaychú durante la ola de calor

La ola de calor no detuvo las clases en la ciudad y en la provincia pese a que la inmensa mayoría de los establecimientos educativos no cuentan con una infraestructura acorde para soportar temperaturas extremas. Los problemas edilicios de un número importante de escuelas quedaron al desnudo. A nadie pareció importarle la salud y la integridad física de los chicos con temperaturas que superaron los 40 grados de térmica. Docentes y padres colaboraron en la provisión de agua potable y fría para los alumnos y alumnas de colegios de la ciudad y alrededores.
Por Fabián Miró
Las clases comenzaron cuando febrero bajaba las persianas. La premisa del gobierno es de la de contar con 190 días de clases, una meta más que razonable teniendo en cuenta que muchos estudiantes terminan sus estudios con un nivel académico que dista de ser el ideal, además de la falta de compresión de texto que de por si es algo muy grave.
Nadie imaginada que la temporada veraniega iba a ser tan cruel, con olas de calor y un sol que quema e incinera todo a su paso. Sin embargo, tampoco a nadie se le ocurrió frenar por “cuestiones humanitarias” las clases, máxime cuando todos los pronósticos hablaban de alerta amarilla y roja con recomendaciones de no circular, o tratar de hacerlo lo menos posible, en los horarios más peligrosos, nocivos para la salud como de 11 a 17. Los chicos van a clases en distintos horarios. Están aquellos que ingresan pasado el mediodía, una de la tarde, y se retiran pasadas las cinco.
A nadie se le ocurrió dejar de dar clases en forma presencial. No se le pasó por la cabeza a nadie del Consejo de Educación decir “no, así no se puede dar clases", con térmicas que en las escuelas superaban largamente los 40 grados, en aulas que se encuentran en un primer piso o planta alta, donde el sol pega de lleno en horas de la siesta y tarde, con ventiladores de techo- cuando andan-que largan aire caliente. Docentes y alumnos la pasaron y pasan muy mal en la ola de calor que les tocó en el inicio de clase.
Más de un padre o madre se acercó a los establecimientos a retirar a sus hijos que sufrían los efectos de las altas temperaturas. Los educadores terminaban empapados, al igual que los chicos que en algunos establecimientos contaban con aulas amplias y otras no tantas. No se escuchó con demasiada fuerza a los gremios levantar la voz y decir así no se puede. Nadie veló por la integridad de educandos y educadores.

Hubo casos de escuelas que no habrían limpiado como correspondía los tanques en tiempo y forma y el agua salía turbia, mientras que en una escuela, cerca del Corsódromo, el agua -problema de vieja data- sale a cuentagotas. Es imposible dar clases sin agua para los baños, para lavarse las manos, para higienizarse.
No se contaba con lo básico para abrir una escuela, ya sea con una ola de calor o de frío. En ese mismo establecimiento, que alguna vez fue escenario del inicio oficial de clases en Gualeguaychú, un pilar de luz en el Jardín de Infantes estaría a punto de caerse.
Volviendo al agua, el personal de maestranza de una escuela iba de un lado para el otro recolectando agua en baldes y palanganas de lo poco que sale de la canilla para los baños, un verdadero caldo de cultivo para diferentes enfermedades. En cuando al agua potable, se colocó un dispenser con agua fría para los chicos.
En la planta alta de dos escuelas con mucha antigüedad en la ciudad, los maestros y profesores dictan clases recibiendo los rayos de sol a pleno. No hay como protegerse. Los ventiladores de techo en vez de transformarse en una solución, terminaban siendo un problema porque arrojan aire caliente. Hubo días en que no corrió las más mínima brisa. Muchos docentes terminaron con problemas de salud, al igual que buena parte del alumnado.
Los chicos concurrieron y lo siguen haciendo con una botellita de agua fría y otra congelada que duraba poco y nada. Algunos docentes llevan conservadoras para mantener fría el agua y los padres sumaban bidones de agua.
Algunos padres optaron por no mandar a la escuela a sus hijos. Dos madres señalaron a Ahora El Día que “el único medio que tienen para traer a sus chicos y retirarlos luego de la jornada escolar era caminando y que no lo hicieron en la ola de calor porque era todo un riesgo”, y acotaron que preferían ”que los chicos perdieran días de clase a padecer un golpe de calor que termine en una enfermedad”.
Gualeguaychú, salvo un par de excepciones, no cuenta con aire acondicionado en sus establecimientos. Lo más lógico en algo que se anunció con tiempo, a la luz de los hechos, hubiese sido postergar las clases durante una ola de calor agobiante, o en todo caso trabajar en la virtualidad teniendo en cuenta un clima adverso, impiadoso y peligroso.