
Es inevitable que el paso de los años embellezca el recuerdo, que siempre nos parecerá mejor aquel festejo de hace medio siglo, entre otras cosas porque nuestra mirada era la de quienes empezaban el camino y no de los que ya están pegando la vuelta. De todas formas me quedo con aquel país con ilusión de progreso y un Presidente de elles marcadas, y no con este sombrío Bicentenario presidido por un usurero insaciable y su vanidosa consorte de cara inflada de colágeno y cerebro repleto de humo.Al igual que quienes en 1960 vivíamos los años infanto juveniles (yo con 13 años), tengo una imagen difusa del "Sesquicentenario". Se me grabó esa palabra extraña y larga más las críticas que recibió el gobierno nacional por los gastos enormes para festejar los 150 años del primer gobierno patrio mientras el país estaba sumido en una crisis galopante cuya caja de resonancia eran los noticieros de Radio Colonia en la voz de Ariel Delgado.He visto que la celebración del Bicentenario llevó a los historiadores a indagar -y comparar- la situación de la Argentina actual con la del Centenario. Pues bien, voy a tratar de hacer un sobrevuelo histórico en la realidad del año que quedó a mitad de camino entre este y aquel.En 1960 transcurrían ya dos años de la Presidencia de Arturo Frondizi, que como buen correntino no disimulaba su tonada cuando exponía sus planes de desarrollo para los 20 millones de argentinos que éramos entonces. Había sido elegido gracias a un pacto con Perón pero luego el acuerdo se rompió y los peronistas (por entonces proscriptos), y los militares (virtualmente un partido político en las sombras) le complicaban la vida en torno a una política económica, "desarrollista" en el enunciado, liberal en los hechos, que contaba con la aprobación de los inversores extranjeros, la propaganda del cada vez más influyente diario Clarín y resultados calamitosos para la mayoría de los habitantes.Para el Sesqui Frondizi gobernaba sin vice ya que su compañero de fórmula, Alejandro Gómez, en desacuerdo con la política petrolera (entregada a empresas extranjeras chocando de frente con lo que pregonaba en su libro "Petróleo y Política") renunció a los pocos meses dejando un ejemplo de proceder a quienes integrando la fórmula del Ejecutivo si este contraría sus convicciones deben apartarse; no quedarse presidiendo el Senado como opositor y/o traidor.Una prueba de la tensión con el sindicalismo peronista: en Córdoba, un grave atentado destruye el depósito de petróleo de la empresa Shell. Por este motivo, el 13 de marzo, se aplica el Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado) y son detenidos numerosos dirigentes gremiales. El plan se parecía bastante a la Ley de Residencia del Centenario y no le encuentro correlato en el Bi: consistía en llevar a la fuerza a los huelguistas a trabajar, o en su defecto marchaban preso "y eran sometidos a juicio en los Tribunales Militares". Se había probado su eficacia el año 59 en la huelga de los empleados del Banco Nación y después se aplicó con los ferroviarios. También con los obreros matarifes.Por ese entonces estaba de moda la palabra "planteo" para graficar las presiones de los mandos militares al gobierno constitucional que había asumido previa reforma de la Constitución, esa que recuperaba el espíritu de la de 1853 con su famoso artículo 14 bis, como para no ser tan retrógrada. El apócope de la conmoción interna del Estado no parecía precisamente la reglamentación de los derechos individuales y, mucho menos, los sociales.Como se puede observar en las imágenes que acompañan, muchos de los medios gráficos del momento, como las revistas Tía Vicenta, Vea y Lea, Atlántida y Para Ti y los diarios La Razón, La Prensa y La Nación, le dedicaron destacables espacios en sus publicaciones a las adhesiones de empresas a las que "les interesaba el país".En el caso de La Razón, se daba mucha importancia a las viñetas y tiras con respecto al ambiente que se vivía en 1810. Por otro lado, el diario de los Mitre y La Prensa hicieron hincapié en los espacios publicitarios, dándole lugar a los que se beneficiaban con la política de libre disposición de capitales y dividendos. El gobierno destacaba sus éxitos: la visita de Eisenhower, como aval de su orientación socio-económica (préstamos del FMI incluidos), haber alcanzado el autoabastecimiento energético y la puesta en marcha de la Siderurgia de San Nicolás.Los actos centrales del 25 de Mayo se hicieron en Avenida del Libertador. Desfilaron unos dieciséis mil soldados entre los que se contaban las delegaciones enviadas por España, Brasil, Chile, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Venezuela y Uruguay. En la ocasión Frondizi fue acompañado por los mandatarios de Uruguay, Perú, Cuba y Holanda; hubo invitados de todo el mundo, como para dejar en claro cuan grande era la inserción de la Argentina. En el Te Deum previo se le marcó la cancha en sintonía con las "
Reflexiones en torno al Sesquicentenario de la Revolución de Mayo", documento emitido por Monseñor Derisi poco antes, en donde advertía que "
en estos momentos de grave fermentación y desgarramiento interior porque atraviesa el País..." lo que le esperaba a los que intentaran socavar los cimientos de la Argentina católica era el infierno y algo más.Por esos días la Iglesia festejaba haberle torcido el brazo al gobierno en la pulseada "Laica" o "Libre" consiguiendo la validación de los títulos de las Universidades Privadas más el subsidio de todo su espectro educativo; no ocultaba su preocupación por la pobreza de un tercio de la población lo que reeditaría en 2010, casi calcado.Si acordamos que "con los caníbales se puede hacer cualquier cosa menos comérselos", la mancha más oscura de los actos del Sesquicentenario fue el secuestro consumado por los servicios de inteligencia de Israel, llevándose en el mismo avión de la delegación oficial al genocida nazi Adolf Eichmann, uno más de los tantos que acogió Perón al finalizar la guerra. Sería una de las primeras trastadas del estado sionista, para el cual el derecho internacional es letra muerta o nunca leída. Aquí sirvió para exacerbar los sentimientos nacionalistas y antijudíos. Y demostrar la debilidad del gobierno de Frondizi.Pasado el desfile la conflictiva cuestión social siguió su espiral ascendente. No es un dato menor el que desde hacía un año el ministro de economía era Álvaro Alzogaray, liberal ortodoxo, quien advertía "hay que pasar el invierno". Excepto alguna primavera con el gobierno de Illia, unos meses consensuados del tercer gobierno de Perón y las promesas de renovación y cambio del gobierno de Alfonsín hasta bien entrada la primera década del siglo XXI las sombras largas fueron interminables para la mayoría de los argentinos. Y disfrutadas por los que tienen abrigo y saben donde calienta el sol.Los hechos históricos son objetivos. Su interpretación no. Como sujeto no puedo menos que cotejar esta realidad presente, tenuemente esperanzadora, con la de cincuenta años atrás.Y darle una releída al artículo del copete tomado de esa página de internet poco antes del Bicentenario. (extraído de Página Local Online de Arrecifes).
Fuentes: Diarios La Prensa, La Razón, La NaciónLa Argentina del Siglo XX; Vázquez, Alonso, Elisalde; Ed. AiqueElhistoriador.com.Todo-argentina.netEischmann en la Argentina, Ed. Edasha.