HISTORIA DE NUESTRA CIUDAD
Auge, caída y resurrección del Frigorífico Gualeguaychú

La urbe de hormigón es una postal de nuestra ciudad. Los más viejos recuerdan sus años de gloria, cuando era sinónimo de prosperidad y trabajo. Luego vino la decadencia y el abandono, pero a comienzo del siglo XXI comenzaron una serie de gestiones que devolvieron el predio de la ciudad, siendo en la actualidad un nuevo paseo público que disfrutan vecinos y turistas.
Por Amílcar Nani
Es un gran elefante blanco que durante la mayor parte del siglo XX le dio vida a la ciudad, despachando y faenando toneladas de carne al mundo. Luego conoció la decadencia y el abandono, dejando una cicatriz dolorosa en el panorama local, hasta que finalmente se volvió a transformar en un espacio vital, esta vez público, donde vecinos y turistas disfrutan del río Gualeguaychú de una manera diferente. ¿De qué hablamos? De la mole urbana conocida como el Frigorífico de Gualeguaychú.
La historia de este lugar se remontan a principio del siglo XX, cuando fueron construidos los 45 mil metros cuadrados cubiertos, que nacieron como una reacción ante la crisis ganadera de los años ’20 y a la vez como una defensa de los capitales nacionales.
La asamblea constituida el 10 de septiembre de 1923 decidió llamar a la iniciativa Sociedad Anónima de Abastecimiento Urbano, Saladeril y Frigorífica Gualeguaychú, que dos años más tarde se rebautizaría simplemente como Frigorífico Gualeguaychú S.A., la cual se dedicaría a construir la planta junto al río. Esto se financió con aportes propios, del gobierno de Entre Ríos, un crédito del Banco Nación y otro de las casas proveedoras, tal y cómo informa Fabián Magnotta en la edición Nº 51 de los Cuadernos de Gualeguaychú.
Lo cierto es que el Frigorífico de Gualeguaychú fue el primero que exportó y que fue creado íntegramente con capitales nacionales. La primera faena fue en 1931, y el 12 de enero de 1932 se realizó la primera destinada a la exportación.
A partir de este momento, todo fue en subida para la gran empresa de la ciudad, marcando no sólo una prosperidad económica y un crecimiento sostenido por décadas, sino también marcando un cambio social que marcó a fuego la idiosincrasia de Gualeguaychú.
“Cuando en Gualeguaychú se habla del Frigorífico inmediatamente se tiene la sensación que no solo fue una empresa económica destinada a solucionar la crisis que ya he presentado, sino que se trata de algo más, puesto que la gente añora aquellos tiempos, sus años de trabajo, o aunque no hayan estado allí todos saben que había algo distinto”, menciona la profesora Nélida Teresa Veronesi en su trabajo “Introducción a la Historia del Frigorífico Gualeguaychú”.
Y ejemplos hay a montones: gracias al Frigorífico, fue fundado el Club Social y Deportivo “Veinticinco de Mayo”; que dio nacimiento al Club Social y Deportivo "Pueblo Nuevo"; fue un agente educativo excepcional creándose allí la escuela para trabajadores: una escuela de capacitación obrera mixta y un bachillerato nocturno que luego pasaría al Colegio Nacional; y la atención de la salud de los empleados y sus familiares comenzó a ser una prioridad, al punto tal que comenzó a brindar atención odontológica en una época donde no era una prioridad en otros ámbitos.

Auge y caída
A mediados del siglo XX, la capacidad de faena llegó a ser de 600 cabezas por turno, la capacidad de congelado de 2600 toneladas y las de congelamiento de 510 toneladas. Se llegaron a despostar 40000 kilos por día y en 1968 la planta estable de personal era de 1200 trabajadores.
“Pero los entendidos creen que ese mismo año llegan las primeras señales del proceso de decaimiento de la planta, tras vaivenes económicos en el país y cambios en el directorio de la empresa. Diez años más tarde, ya en los tristes tiempos de la llamada ‘plata dulce’, un grupo de inversores foráneos no ligados a la actividad desplazó a los accionistas locales del directorio. El proceso se profundizaría en 1983, con la llegada de otro grupo. Una década después, la deuda llegaría a superar largamente el valor de la planta”, se describe en los Cuadernos de Gualeguaychú sobre la caída en desgracia de la que fue una empresa modelo en el país.
“En la década del 70 la situación no era fácil y continuaba empeorando por falta de mercados, falta de actualización en el marco de la política exportadora, desinteligencias de gremialistas y empresarios. El Imperio económico mundial ya no daba espacios a las carnes argentinas. Tampoco había respuestas favorables de parte de las autoridades gubernamentales que permanecían indiferentes ante la delicada situación. Todas las puertas se cerraban, ya no había más crédito produciéndose la cesación de pagos a los distintos proveedores, atraso en los sueldos y jornales del personal todo lo cual incidía en forma directa en el agravamiento de la economía de la empresa, al tiempo que impedía la reiniciación de las tareas para poder dar cumplimiento a los magros contratos suscriptos", aporta por su parte la monografía “Introducción a la Historia del Frigorífico Gualeguaychú”.
“La Empresa va a terminar cerrando sus puertas. La última década de trabajo fue sumamente crítica. El frigorífico solo faenaba para consumo y así no servía. Desde 1986 ya no va a trabajar más. Va a ser arrendado a la empresa rusa "VIKTOR" pero la reactivación no se dio”, concluye la investigación.
La resurrección del Frigorífico
Tras años de abandono, en junio de 2005 el Gobierno provincial adquirió por 1,6 millones de pesos las instalaciones de la planta faenadora en una subasta, realizada en la sede del juzgado número 20 en lo comercial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Uno de los que impulsó esta iniciativa fue el por entonces vicegobernador de Entre Ríos y referente del PJ local Guillermo “Pemo” Guastavino, quien al tras la adquisición había afirmado que “es la manera en que seguiremos manteniendo y resguardando lo nuestro, nuestro patrimonio histórico y cultural, aunque sin perder la esperanza también de la reactivación”.
Y aunque en un principio la Gobernación no descartaba la posibilidad de que el Frigorífico de Gualeguaychú volviera a funcionar como tal, con los años la idea fue mutando a que todo el predio se transforme en un espacio público para la ciudad.
En este sentido, Guastavino comenzó a trabajar en el traspaso de todo ese patrimonio a la ciudad, pero además también en la creación del Polo Educativo, también ubicado en esa zona. Fue por esto que en 2014, cuando era Senador Nacional, logró que los por entonces Ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, y el Secretario de Educación, Jaime Perczyk, recibieron a Pemo y al gobernador Sergio Urribarri para informarles que el proyecto educativo tenía luz verde.
Tras quince años desde el inicio del trámite hasta la presentación de documentación y de proyectos para su uso, el gobierno provincial sancionó el Decreto N° 2028/2022, en referencia al expediente 2588311/21, donando la propiedad a la Municipalidad.

Fueron años de gestiones hasta que en agosto de este año, en la ciudad de Paraná, el intendente Martín Piaggio firmó ante el escribano mayor de Gobierno, Alejandro Santana, la escritura que incorpora al patrimonio de nuestra ciudad el predio del ex Frigorífico Gualeguaychú donado por la provincia de Entre Ríos.
Además del ser un nuevo paseo público donde se puede disfrutar el río Gualeguaychú desde una nueva óptica, funcionan también el Mercado Municipal que de jueves a domingo se pueden adquirir alimentos sanos, la Fábrica Municipal Cooperativa (FaMuCo) donde las empresas cooperativas fabrican el equipamiento urbano que se instalan en los paseos, el Estadio Municipal de Vóley en este espacio recientemente construido, compiten y entrenan más de 600 jugadores y jugadoras de la liga.
Pero además, la Municipalidad está construyendo el edificio de Tránsito y Seguridad Vial, semanas atrás se dio inicio a las obras para la construcción de un nuevo Centro Cultural destinado a artistas de la música y avanza la primera experiencia de Parque Huerta, como así también se utilizará una porción del predio para la instalación del Vivero Municipal.