Barrio Munilla: “Vamos a vivir en el infierno hasta que muramos”

Muchos dicen que Gualeguaychú no es el mismo que hace 20 o 30 años atrás, y eso es lógico porque la ciudad ha mutado, ha duplicado o triplicado su población dependiendo de cuando uno quiere empezar a contar, y con ello han aumentado los hechos delictivos, propio de una ciudad más populosa.Pero hay un dato que no se puede pasar por alto y es que esos actos delictivos generalmente están perpetrados por personas que históricamente han convivido bajo la cultura delictiva, y tampoco han variado mucho los puntos geográficos donde existe esta marginalidad.El barrio Munilla es uno de estos puntos, más allá de que en estos últimos 20 o 30 años no se ha expandido, porque su geografía no se lo permite. Está enmarcado entre la Avenida Parque y calle Concordia, pero si ha ganado beneficios como la iluminación y el asfaltado, que llegaron a la zona con el fin político de llevar un mejor bienestar a los vecinos y contrarrestar el hampa delictiva que actúa en la marginalidad.Con estas obras, mucha gente se sumó al barrio pensando que en algún momento, las familias que generalmente eran noticia por cuestiones policiales, se mudarían a otro punto, pero nada de esto sucedió y hoy todavía permanecen allí, conviviendo todos juntos, los buenos y los malos vecinos. Testigos y rehenesLa situación es "angustiante y desesperante" para los propios vecinos. "Yo necesito ver Policías en Acción, yo veo todo por la ventana. Vemos el robo día a día, gente a la noche gritando que por favor no los roben", manifestó una persona de un grupo importante de vecinos que decidió sacar a la luz lo que realmente está pasando en el barrio."Vemos los enfrentamientos con la Policía y cómo han quedado inútiles ante la situación. Estos tipos están armados, se paran en la esquina de Mitre y Buenos Aires y de ahí se desplazan por todo el barrio", agregó otro.Desde hace tiempo, la cuadra de calle Goldaracena, entre 3 de Febrero y Mitre, es una "boca de lobo", pero no se debe a una falla lumínica, sino que son los propios delincuentes los que rompen los focos para dejar a oscura al barrio y atacar a algún transeúnte."Vivimos con la amenaza constante de que te van a prender fuego la casa, te dicen: 'vos no saltes que te vamos a prender fuego la casa' o te amenazan que te van a matar un hijo, y estas no son palabras, son amenazas reales", agregó.Es obvio que hay un temor generalizado y por ello los vecinos prefieren no identificarse porque saben que puede haber represalias. Se sienten desamparados porque ellos mismos ven cómo actúa la Policía, que responde con balas de goma a los disparos con arma de fuego de los delincuentes."Yo nunca he podido festejar un cumpleaños en mi casa", manifestó otro de los entrevistados, "no se lo que es comer un asado con amigos en mi casa, no puedo traer a nadie a mi casa. Una vez fue uno de mis amigos y no sabía con qué cara mirarlo cuando le robaron el auto". "¿Por qué no están en cana?"Es lo que se preguntan al unísono, porque no se explican cómo puede ser que personas que tienen entre 20 y 35 años, que tienen decenas de denuncia en su contra, que tienen causas judiciales, incluso algunos por tentativa de homicidio, que les han allanado sus domicilios con resultados positivos y sin embargo pareciera ser que nada los detiene."Han conformado un pequeño ejercito y no los pueden parar", opinó otro vecino, "de día pasan por al lado tuyo y te muestran el arma, amenazándote, es realmente desesperante y angustioso. Estos tipos pasaron el límite, están amenazando policías con un arma y no están en cana"."El policía que murió la semana pasada tuvo un enfrentamiento con ellos poco antes y después le tiraron piedras a la camioneta cuando lo llevaban a la clínica, y después de eso apedrearon al remisero que iba con pasaje, le rompieron el vidrio del auto", agregó otro.Uno hace un poco de memoria y empieza a recordar varios hechos, muchos de ellos con la misma modalidad. Interceptan a sus víctimas por avenida Del Valle y se meten al barrio con lo robado. A principios de junio golpearon a un hombre en la esquina de Pellegrini y Eva Perón, le quebraron el brazo para robarle el celular y el reloj. Falta de solidaridadEl mismo miedo a las represalias hace que muchos vecinos prefieran el "no me meto" a salir en ayuda de una víctima. "Un pibe pide por favor que no lo roben, todos escuchan y nadie sale, incluso yo mismo me siento un cagón porque no salgo a ayudarlo", relató un joven, que a su vez entiende cuáles son los motivos por lo cual no lo hace: el temor a lo que se viene después.Antiguamente se decía que los códigos delictivos le prohibían robar en el barrio. Eso ya pasó de moda, hoy el primer lugar donde golpean es en el mismo barrio, pero lo peor del caso es que hay vecinos que les compran lo que le han robado a otro vecino."Sabemos que vamos a vivir en un infierno hasta que nos muramos. Te digo más, nos bancamos a los pendejos, pero el tema es que ya hay un par de locos que se están zarpando. Antes de noche nos encerrábamos, pero ahora ya pasa a toda hora. Un día van a matar a un pibe de 15 años para robarle el celular", aseguró. BastaLa indignación es grande, pero mucho más grande es la impotencia que tienen estos vecinos, que por lo menos ya han tomado el primer paso: agruparse y decir basta. Pero cuál es la situación que les dan las autoridades: "nos dicen que hagamos una reunión con la policía, pero para lo único que sirve es para que nos fichen, como ya pasó".La respuesta momentánea de los vecinos, como primera medida es dar a conocer el infierno en que viven, y como segunda acción están planeando hacer carteles para colocar en los distintos ingresos al barrio, para advertirles a los ocasionales peatones, que pocos metros más adelante van a ser asaltados.
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