INCLUSIÓN LABORAL TRANS
Brigitte y Coty: "Somos el resultado de dos familias que nos quisieron y acompañaron"

Hace más o menos un año que son agentes sanitarios del Centro de Salud Juan Baggio, en la populosa zona sur de la ciudad. Se saben parte de una historia que está empezando a cambiar. Apuntan al poder de la educación para combatir tanto prejuicio, aunque reconocen que "la guerra más difícil siempre es la interna".
Por Luciano Peralta Mucho se habla de las políticas de género y diversidad llevadas a adelante en el país. Quienes las critican, más allá de sus posiciones religiosas o creencias personales, suelen menospreciar el poder de transformación que realmente tienen. El caso de Coty Sarza y Romina Barrios -Brigitte, para todo el mundo- son un ejemplo de esta realidad. Hace un año aproximadamente se incorporaron al equipo de agentes sanitarios del Centro de Salud Juan Baggio y lo mejor de todo es que no hizo falta ningún cupo laboral para que esto suceda (la Ley de Cupo Trans se votó después). Sí hicieron falta autoridades despojadas de prejuicios, formadas en género y diversidad y con la capacidad suficiente de entender que “lo que importa es qué tan buena persona sos y qué tan bien hacés tu trabajo”, como dice Brigitte, nacida y criada en el barrio Yapeyú, ahí no más.
“Nosotros somos el nexo entre la gente y el centro de salud. Somos las encargadas de hacer la promoción, la prevención y la educación en salud primaria, educar es nuestra tarea y es algo hermoso”, cuenta quien vivió su infancia entre caballos, partidos de fútbol y esa verdad arrolladora de sentirse mujer. “Cuando salimos a hacer territorio nos encontramos de todo”, dice Coty, al referirse a los pobres más pobres, a quienes la institución debe salir a buscar para que se vacunen contra el Covid, por ejemplo. “Están quienes no tienen internet o ni lo manejan, o quienes no tienen idea que se tienen que vacunar, nuestra tarea es formar el vínculo con esas personas y acercarlas al centro de salud”. "Cuando llegué al Baggio lo primero que me preguntaron es cómo quería que me traten: como nene o como nena. ¿Cómo me ves vos?, les dije. Como un muchachito, me dijeron. Bueno, yo soy esto que ves, ¿te gusta? Un golazo; ¿no te gusta? Y… no te puedo inventar otra cosa" “Siendo agente sanitario sos un poquito de todo: un poquito enfermero, un poquito psicólogo, un poquito obstetra. Y te encontrás con un montón de circunstancias a nivel intrafamiliar a las que tenés que prestarles atención, tenemos que estar con el ojo abierto para ver esas cosas y poder abordarlas”, explica el joven. “Cuando llegué al Baggio lo primero que me preguntaron es cómo quería que me traten: como nene o como nena. ¿Cómo me ves vos?, les dije. Como un muchachito, me dijeron. Bueno, yo soy esto que ves, ¿te gusta? Un golazo; ¿no te gusta? Y… no te puedo inventar otra cosa. Si me dicen la o el Coty es indistinto, no me siento mal porque no tengo ninguna historia conmigo mismo y tampoco conmigo misma”, asegura quien creció llamándose Anabela, en Zárate, en la isla, en medio de los puentes, lejos de la ciudad. Como suele pasar, tomar distancia de ese lugar lo ayudó a “salir del closet”. Eso fue hace varios años, cuando era adolescente. A Brigitte le pasó algo parecido, cuando se fue a estudiar a Buenos Aires y a los dos años volvió totalmente transformada. “Nosotros te vamos a amar siempre”, fueron las palabras que encontró en sus hermanos, en su mamá y en su papá. Eso hizo la diferencia. “Creo que nosotros dos somos el resultado de dos familias que nos quisieron y nos acompañaron”, asegura Coty. Y sigue: “Todo pasa cuando vos te aceptas… porque a los 13, 14 años empezás a preguntarte por qué no sos igual que los demás, qué pasa con tu cuerpo, entonces a la primera conclusión a la que llegás es que los demás están bien y vos estás mal, porque eso es lo que te enseñan. La empezás a pasar mal, pero si tenés una familia que te quiere, que te cuida, se hace menos difícil aceptarte. Cuando eso sucede, cuando te aceptás como sos, ya está, no te importa más nada”. “Trabajar en salud me encanta, me vengo preparando hace mucho tiempo, pero había golpeado muchas puertas y hasta ahora nadie me había dado la oportunidad de poder tener estabilidad económica" La familia Barrios es igual de importante para su compañera, a quien le faltan dos materias para recibirse de enfermera, es promotora de salud y auxiliar de cuidados gerontológicos. “Trabajar en salud me encanta, me vengo preparando hace mucho tiempo, pero había golpeado muchas puertas y hasta ahora nadie me había dado la oportunidad de poder tener estabilidad económica, que es lo que cualquier persona quiere”, desliza Brigitte. Y, al tiempo que aclara que no es parámetro de nada ni de nadie, confiesa no haber sentido tanto rechazo de la gente por ser una mujer trans. “Siempre están esos que murmuran por detrás, pero nunca me cerraron la puerta en la cara. Eso no quita que tenga muchas amigas a las que sí. A la mayoría le pasa, son discriminadas, son echadas de sus casas, no tienen la posibilidad de estudiar y muchas terminan prostituyéndose. Mi familia siempre me apoyó, esa es la diferencia”, remarca. “La guerra más difícil siempre es la interna, porque no hay nadie que te pueda lastimar más que uno mismo”, aporta Coty, apasionado por la radio y con gran facilidad para expresarse. “Uno sabe cuánto caminó, lo que pasó, qué palabras lo marcaron para toda la vida. Por eso digo siempre que hay que fijarse cómo puede impactar lo que se le dice al otro, porque una palabra te puede levantar o te puede destruir, así de simple”. “Por eso también, el camino es la educación. Para que las familias tengan herramientas, para que puedan abordar el tema sin tantos prejuicios y para que los niños, niñas, niñes y adolescentes tengan a donde recurrir y con quien hablar de lo que les pasa”, concluyó.ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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