Cambiar el chip para combatir la pobreza

La propuesta es del hombre que se define como "mixto" -parte coreano, parte norteamericano y parte peruano-, y que luego de haber sido uno de los más activos manifestantes en los '90 para que el Banco Mundial cerrara sus puertas, hoy es su Presidente. Para Jim Yon Kim, atender la salud y educación en los países pobres es la clave para el desarrollo.Florencia CarboneLlegó la hora de que los políticos cambien el chip. Muy a menudo los líderes nacionales y ministros de Finanzas quieren "inversiones en carreteras, ferrocarriles y parques industriales". Casi tan a menudo como ignoran el resultado de los estudios que muestran los estrechos vínculos que hay entre salud, educación y productividad.La voz que se escuchó hace algunas semanas en un auditorio de Los Angeles, California, durante la Conferencia Global del Instituto Milken (Milken Institute) era la del presidente del Banco Mundial (BM), Jim Yon Kim.Según datos del organismo internacional, una de cada 10 personas en el mundo vive en la pobreza extrema (el BM define la pobreza extrema como ganar menos de US$1,90 por día). Hay casi 6 millones de niños menores de 5 años que mueren cada año y muchas de esas muertes son a causa de enfermedades prevenibles, como la neumonía, la diarrea o la malaria. La mala (o pobre) nutrición, un crecimiento insuficiente y el deterioro cognitivo afectan a más de 150 millones de niños pequeños en todo el mundo, la mayoría de los cuales vive en el sur de Asia y en países africanos al sur del desierto del Sahara.Por eso, mientras el BM prepara un Ranking que mostrará cuánto invierten los países en las personas (se estima que se hará público en octubre y como la clasificación medirá los desembolsos en salud y educación, Kim cree que eso empujará a los líderes mundiales a considerar las inversiones sociales más en serio), quien hoy dirige la institución advirtió que la falta de tratamiento de esos problemas deja a los ciudadanos sin preparación para la economía automatizada del futuro.Durante su exposición contó, por ejemplo, que en Afganistán la mitad de todos los niños pequeños se desarrollan a un ritmo más lento que los de la misma edad que viven en otros sitios, y que en Indonesia, uno de cada tres chicos está subdesarrollado.Aunque destacó que las cifras están mejorando, Kim aseveró que no lo hacen todo lo rápido que se necesita."Mucha, mucha, mucha gente se encontrará sin educación y sin las habilidades para poder competir en la economía del futuro, y muchos países seguirán por el camino de la fragilidad, el conflicto, la violencia y luego, por supuesto, el extremismo y la migración. Eso sucederá si no cambiamos la mentalidad", advirtió durante la Conferencia Global del Instituto Milken.Aunque los diferentes expositores coincidieron en que para luchar contra la pobreza es necesario trabajar de modo enérgico en mejorar la salud y la educación de los jóvenes y de los sectores desprotegidos, la posición de Kim seguramente sea la que más llama la atención teniendo en cuenta el organismo al que representa. El presidente del BM dijo, por ejemplo, que el malestar social se extenderá si no se presta más atención a las necesidades humanas básicas.La persona detrás del personajeEs cierto, la postura del hombre que llegó por primera vez a la presidencia del BM en julio de 2012 y fue reelegido por unanimidad para un segundo mandato de cinco años que comenzó en julio del año pasado, sorprende a quienes analizan sus dichos desde el desconocimiento del personaje o a partir de preconceptos sobre las instituciones internacionales.Pero vale la pena tomarse cinco minutos para descubrir la persona detrás del personaje que se define como "mixto" -parte coreano, parte norteamericano y parte peruano-, y que fue uno de los más activos manifestantes en los '90 para que el BM cerrara sus puertas."Durante muchos años el BM fue considerado como una institución muy ideologizada. En los '90 había un movimiento que se llamaba 50 años son suficientes", relata. Al mismo tiempo que la institución festejaba medio siglo de vida, un grupo de manifestantes -entre los que se encontraba Kim- insistía con que había que cerrar el banco porque estaba muy ideologizado y no tenía como prioridad la salud y la educación de los pobres."Después de eso el BM cambió mucho. Se enfocó en la evidencia que muestra lo importante que es para lograr el crecimiento de la economía tener buena salud y educación", recordó el año pasado, en una entrevista que le hizo Alejandro Fantino en Animales sueltos.Durante esa charla contó varios detalles de su vida, como que entiende perfectamente bien "la experiencia del racismo" porque cuando tenía 5 años y llegó a EE.UU. junto con su familia (el padre era dentista) en el Estado de Iowa, no había asiáticos, afroamericanos ni latinos. "Por eso siempre estuve muy enfocado en la justicia social. Siempre pensaba en las personas pobres en otras partes del mundo y por eso empecé trabajando en Perú".Kim nació en Seúl, Corea del Sur, en 1959. "En aquél momento, la economía de la Argentina era cinco veces más grandes que la coreana. Corea era una economía tan pobre, que cuando el país estaba tratando de desarrollarse, el BM le dijo que eran tan pobres que no podían recibir un préstamo. No había industrias ni recursos naturales, sólo agricultura. Era uno de los más pobres del mundo. Nunca pude olvidar la situación de Corea en esos años", confesó.Kim estudió medicina y antropología. Luego de recibirse con honores, fue presidente del Dartmouth College y profesor de la Escuela de Medicina y de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard. Entre 2003 y 2005, mientras se desempeñaba como director del Departamento de HIV/Sida de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dirigió la iniciativa "3x5", un programa que fijó la primera meta para el tratamiento del Sida a nivel mundial y que según los expertos fue clave para ampliar el acceso a medicamentos antirretrovíricos en los países en desarrollo.En 1987, Kim cofundó la organización médica sin fines de lucro Partners In Health (Socios en Salud), que actualmente realiza actividades en comunidades pobres en cuatro continentes. Obtuvo la "Beca de los Genios" otorgada por la Fundación MacArthur, fue seleccionado entre los "25 mejores líderes" de EE.UU. por U.S. News & World Report, y su nombre fue incluido entre las "100 personas más influyentes del mundo" de la revista TIME.Kim llegó a la presidencia del BM nominado por el presidente Barak Obama. "Cuando estaba pasando por todo el proceso de evaluación le dije: Mire que participé de manifestaciones pidiendo el cierre del BM. Nunca imaginé cuál sería su respuesta: 'No importa, si podés hacer tu trabajo te nomino igual', me respondió". Su especialización en enfermedades infecciosas fue lo que lo llevó a Perú, donde hay gran cantidad de casos de tuberculosis, especialmente de un tipo multiresistente a los antibióticos. Allí no sólo aprendió a hablar español, sino que tomó contacto de primera mano con las comunidades más necesitadas. De Harvard a la más dura realidad latinoamericana sin escalas.Seguramente por su propia experiencia, Kim insista tanto con la idea de que, "literalmente, la capacidad de cualquier país de competir en el futuro dependerá de su educación".Y en ese sentido, como buen conocedor de la realidad regional admitirá que no sólo Argentina, sino todos los países de América latina tienen que mejorar sus sistemas educativos porque aunque el nivel de gasto en educación aumentó, los resultados no mejoraron. "La región está muy rezagada respecto de Asia oriental y del Sur", señala antes de machacar el porqué de su obsesión con el tema."La educación es muy importante. Hay algo que me preocupa todos los días: la automatización, la inteligencia artificial, la tecnología, eliminarán entre 50 y 65% de los puestos de trabajo en los países en desarrollo, incluida la Argentina. Los empleos del futuro demandarán altas calificaciones y por lo tanto, para que cualquier país pueda competir necesitará que su gente sea capaz de participar en la era digital. No alcanza con conocer de computadoras, se necesitarán un conjunto de habilidades muy específicas. Las habilidades simples o manuales no servirán más por sí solas. Argentina no tiene que reformar su sistema educativo en base a los empleos actuales sino a los trabajos del futuro", agrega.Kim y su familia se vieron obligados a dejar su Corea natal a mediados de los '60 -un país tan pobre y sin recursos naturales que ni siquiera calificaba para un préstamo internacional, tal como contó-. Entonces la economía argentina era cinco veces más grande que la del país asiático, dijo también.Sin embargo, desde entonces, las cosas cambiaron un poco. Según datos del BM, en 2016 el PBI per cápita de Corea del Sur fue de US$27.538 y el de la Argentina US$12.449.Dicen los que se han dedicado a estudiar el "fenómeno de Corea" que la educación fue uno de los elementos claves -sino el principal- en el desarrollo del país asiático. ¿Será por eso que el tema obsesiona a Kim? ¿Será que también en este lado del mundo tendremos que entender que aunque no se vea la "inversión en la gente" -acceso a una educación y salud de calidad- vale tanto o más que la inversión visible, esa en la que los gobernantes pueden ir y cortar las cintas? ¿Será?
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