Cómo hacer feliz a un niño en Navidad
El mercado ofrece una impresionante oferta de juguetes para regalar en esta época del año. Sin embargo, si lo que se busca es generar felicidad en los hijos, se pueden explorar pequeñas vivencias que toquen el alma.Las fiestas movilizan a las familias y la Navidad suele ser la celebración en la cual, por tradición, se gratifica a los chicos con algún juguete. Es lógico, entonces, que se dinamicen los negocios en este rubro.Diciembre se ha convertido, así, en una carrera de comprar sin límite, tanto que muchísima gente se endeuda por encima de sus posibilidades.En el pasado muchos padres explicaban a sus hijos que los Reyes o Papá Noel (dependiendo de las tradiciones de cada familia) no podían traer todo lo que se les pedía porque tenían que hacer sitio para los regalos de todos los niños del mundo.Pero las cosas han cambiado. El industrialismo, en combinación con la tecnología, ha producido un cúmulo tal de juguetes, de tantas clases y calidades, que incluso las familias más modestas tienen acceso a ellos.Las estadísticas de consumo para esta época del año, en este rubro, saltan por las nubes, en el marco de un contexto cultural donde "comprar" se ha convertido en un imperativo social.La pregunta que cabría hacerse es si es posible hacer feliz a un chico por fuera de este mandato mercantil. La pregunta le fue formulada por Infobae al licenciado Alejandro Schujman, autor de los libros "Es No porque Yo lo digo. Padres rehenes de hijos tiranos" y de "Generación NiNi"."Un padre angustiado me cuenta que su hijo le pidió para estas fiestas una consola con un sensor de movimiento, cara pero la mejor. Su hijo tiene cinco años, este aparato es de lo más oneroso del mercado y el hombre no puede pagarlo. Intento decirle que angustiarse por eso es validar una escala de valores de la que yo, como profesional y como padre que soy, entiendo como un disparate. ¡Hay tantas cosas que sí puede regalarle a su hijo!", reflexionó.Y añadió: "Vivimos en la era de la acumulación, las habitaciones de los niños atestadas de juguetes, consolas y chips que pronto dejarán de ser novedad y pasarán a retiro. Quisiera ver la publicidad de una "gift card" que diga: 'Vale por una hora de juego en la plaza con papá' o 'Cámbiese por una tarde de mate y pesca, armar autitos con plastilina, guerra de canciones, mimos a la mañana...' ¿Cuánto vale eso señor juguetero? No tiene precio, para todo lo demás, existen las tarjetas de crédito y otras formas de pago".El especialista contó que en una encuesta que realizó entre sus pacientes, donde les preguntó por los tres recuerdos más preciados de su infancia, ninguno incluyó una consola de videojuegos, un viaja a una playa paradisíaca o un castillo de princesa para muñecas.Entre los recuerdos imborrables de los encuestados estaba: el primer asado que su padre le dejó hacer solo, ir a pescar con su tío preferido, haber sacado la sortija de la calesita, el sabor de los mates de su abuelo."La esencia de los chicos, a pesar de la hiperconectividad sigue siendo la misma. Ninguna máquina remplaza a los abrazos. En estas fiestas pongamos en el arbolito tiempo de comunicarnos, de jugar, de compartir afecto", refirió.En lugar de ir detrás de los juguetes de moda, que alimentan a los "niños pulpos", que bregan por la acumulación de objetos, el especialista sugirió recuperar el espíritu de estar juntos, rescatar aquellas pequeñas cosas que "no dependen del bolsillo, sino del alma".
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