GISELA VEGA
Construyó una carrera intachable como profesional, formó una familia y sigue vigente
Fue emblema de la Selección Argentina, jugó más de 17 años en Europa, en el medio tuvo un breve paso por el exótico básquet de Mozambique, y en la actualidad, con dos hijos, quema los últimos cartuchos en Central Entrerriano, donde comparte plantel con su hermana menor Giuliana.
Gisela Vega llega al entrenamiento de Central en una noche fría de jueves y se cruza con el equipo de Ahora ElDía, a quien recibe con mucha calidez y simpatía. Los invita a sentarse a una mesa del buffet del club para iniciar una larga charla, donde repasa sus inicios en el deporte, su prematuro salto a Europa, los años en la Selección Argentina, la experiencia en África y su actualidad ya alejada del profesionalismo, abocada a su familia y despuntando el vicio por la naranja como hobby.
La pívot de 1,88 metros, nacida el 14 de marzo de 1982, comenzó a jugar al básquet a los 13 años en Racing y a los 14 ya comenzó a representar a la Selección Argentina. Gracias a un plan de captación de jóvenes talentos, Vega llamó la atención de los entrenadores, por su altura, juventud y potencial, y así comenzó su recorrido en los seleccionados de menores.
Gisela, hermana mayor de Sebastián Vega, jugador de Boca Básquet, explotó a temprana edad y a los 19, sin escalas, pegó el salto desde la entidad académica a Europa, donde hizo gran parte de su carrera en España, pero también tuvo pasos por Francia y por un destino exótico en continente africano: Mozambique.
En simultáneo jugó en la Selección Argentina, con quien disputó dos mundiales de mayores, torneos FIBA Américas, sudamericanos y un Preolímpico (su último torneo con la celeste y blanca) en 2016.
En el medio, estuvo alejada unos años del seleccionado, por diferencias con los dirigentes de la CAB (Confederación Argentina de Básquet).
¿Quién fue tu descubridor o primer entrenador?
Siempre digo que el que confió en mí y me dedicó su tiempo fue Juan Ramón Sánchez, fue el que me hizo tomar vuelo, porque yo no tenía coordinación, me caía sola, era alta y no controlaba mi cuerpo. Fue todo trabajo de él y después fue cosa mía en seguir.
¿Cómo fue pegar el salto directo de Gualeguaychú a Europa?
Yo jugaba en Racing y en la Selección Argentina, me vieron en algunos torneos y a las 19 me fui a España, y nunca más volví. Jugaba en los clubes de Europa y en las vacaciones venía a la Selección o a reforzar algún equipo de la Liga Argentina.
La experiencia en el Viejo Continente fue muy positiva
Sí, la verdad que superó mis expectativas, año a año iba evolucionando muchísimo, aunque todo dependía del equipo, porque cada club tenía su objetivo. Al año las compañeras rotaban completamente, no es que siempre te encontrabas con las mismas jugadoras, era una continua adaptación todos los años. Pero siempre digo, agradecida de que fui una afortunada de vivir de lo que me gusta y haber transformado mi hobby en trabajo.
También tuviste un paso por Mozambique
Sí, en África, tuve dos etapas con diez años de diferencia, un año estuve como refuerzo un mes y al segundo dos meses. Fue una experiencia única, tenía 25 años más o menos y estaba acostumbrada a estar en un alto nivel deportivo y de vida, como estaba en Europa y como que quería volver a mis raíces, es decir, poner los pies en el suelo y vivir otras experiencias.
¿Y cómo fue la experiencia?
La verdad que la vida ahí fue muy difícil, ves en carne propia la pobreza que tienen y el valor que le dan a otras cosas y uno muchas veces no lo ve. Fue duro todo, porque vos imagínate los cuidados que hay que tener, todas las vacunas previas, que no te picara un bicho, que no te podías lavar los dientes con el agua de la canilla, entre tantas coss. Vos llegabas al hotel y a las 10 ya no tenías agua ni para bañarte. Aunque la gente es súper amable, amorosa, y te brindan hasta lo que no tienen.
De acuerdo a tu trayectoria ¿cuán lejos está el básquet argentino con Europa?
Estamos muy lejos, pero siempre fue así, y no por el hecho de que no haya jugadoras y entrenadores, ni gente que ame el básquet, porque somos muy apasionados acá. Yo creo que el país está movido, venimos con una crisis económica que nos afecta a todo. Entonces creo que eso no nos favorece, porque hoy para todos se necesita plata y es algo económico, y está claro que el básquet femenino nunca fue como el masculino y no es tan rentable, entonces lamentablemente salpica.
¿Y a la Selección que le falta para dar un salto de calidad?
Es un tema profundo, pero diría que estructura dirigencial; ordenamiento, apostar e intentar -así como el básquet masculino fue una potencia- equilibrar un poco las condiciones para que podamos asemejarnos un poco a ellos. No te digo a la par, pero que venga un apasionado que intente y apueste al básquet femenino, porque la competencia interna dice mucho y cuando vamos a competir a nivel internacional hay diferencia con selecciones que tienen las ligas internas desarrolladas, potenciadas y que apuestan mucho a las formativas.
¿Qué significó para vos jugar tantos años en la Selección?
Defender la camiseta de la selección de tu país es lo más hermoso que le puede pasar a un deportista y para mí fue un sueño cumplido. Tuve diferencias con los dirigentes y estuve ausente unos años, pero todo por temas económicos, tenía que cuidar unos contratos que había firmado. Mi representante decía que no había nada que te cubriera, porque en la selección no nos daban mucho, era más amateur que otra cosa. Entonces me ausenté porque tenían más peso los contratos que podía llegar a perder si me lesionaba, que lo que podía ganar con la Selección en aquellos años.
“Defender la camiseta de la selección de tu país es lo más hermoso que le puede pasar a un deportista y para mí fue un sueño cumplido”
Un momento con la celeste y blanca
El partido que le ganamos a España (77-64) en el Mundial de Brasil (Argentina terminó novena) en 2006, creo que ese fue el más significativo.
La actualidad te encuentra en Central jugando el Asociativo
Sí, hoy en día me defino como mamá porque cuando me retiré a nivel profesional, lo hice sana y sin ninguna lesión, pero tenía claro que quería ser mamá. Entonces me radique en a Argentina y tuve dos hijos: Bautista de cuatro y Renata de dos. Ahora soy mamá 24 horas, con todo lo que eso implica: hogar, matrimonio, etcétera. Es todo un esfuerzo, pero no quería desvincularme del básquet, porque ha sido parte de mi vida muchos años, entonces como que me faltaba algo y le pregunté a Jorge (Balbis, entrenador de Central) si había lugar en el quipo y él encantado me abrió las puertas.
¿Cuántos años hacía que no jugabas?
Estuve seis años alejada de las canchas y ahora como que me estoy readaptando, porque me sentía media oxidada después de tanto párate, pero en la actualidad me siento mucho mejor.
¿Proyectaste parar para formar una familia y después volver al básquet?
No, la verdad que no, yo quería ser mamá y quedarme ahí, pero la verdad que sentía que necesitaba tiempo para mí y hacer lo que me gusta.
¿Cuál son tus objetivos en la parte final de tu carrera?
Mira hoy, a mis 42 años, me siento e un 50/50 en cuanto a lo físico, porque muchas de las chicas que están al lado mío podrían ser mis hijas, por la diferencia de edad que les llevo. Pero mi objetivo es mostrarles a ellas la disciplina, la estructura, los valores, el ejemplo y la educación, es decir, un montón de cosas que el deporte me enseñó y me inculcó desde muy chiquita y que gracias a ello pude ser quien soy ahora.