
La impericia opositora para pilotear la transición y la falta de prejuicios oficiales para hacer lo que sea, son el saldo de un año mediocre para el Congreso, que ya no es preocupación para Cristina.Por Jorge BarroetaveñaColumnista El escándalo que rodeó el tratamiento del presupuesto 2011 será, con el paso del tiempo, una mancha más para el Parlamento argentino. Sólo los diputados y quienes hicieron los ofrecimientos, saben qué pasó realmente aquella madrugada de jueves y hasta dónde son responsables y cómplices unos y otros. ¿Alguien puede suponer que no hubo ofrecimientos? Habría que ser demasiado ingenuo para no pensarlo pero también, habría que ser demasiado inocente para creer que es la primera vez que pasa y que se trata de una práctica alejada del Congreso.Hace 20 años, cuando el Congreso discutía las privatizaciones de Menem, nadie se sorprendió cuando, en los pasillos, era comentario obligado el supuesto pago de 'premios' a aquellos que habían levantado la mano. El 'éxtasis' de la corruptela se vivió con la tristemente célebre 'Banelco', causa que aún trajina los pasillos de la justicia y no tiene resolución firme. La corrupción no se viste de traje y corbata para lograr su cometido. Una 'sugerencia', la promesa de obras para el pago chico, más cupo para nombrar asesores, un cargo futuro cuando se deja la banca, son algunas de las formas que elige para 'convencer' al dudoso o dar vuelta el decidido. Pero esta práctica es tan vieja como la política salvo que, bajo el imperio del kirchnerismo, se perfeccionó hasta el paroxismo.Apenas las palabras de la diputada Hotton podrían tener alguna entidad para desarrollar una investigación seria. Aunque la legisladora, quedó más sola que perro malo, cuando se anunció que eran muchos los legisladores que habían recibido ofertas. Ni siquiera en una circunstancia límite como esta, la oposición estuvo a la altura de las circunstancias.El epílogo del trompis de Graciela Camaño a Carlos Kunkel fue el cierre que el escandalete se merecía, como si hubiera sido escrito por el mejor guionista. Al cabo, esos legisladores que están sentados en el Parlamento, no son paracaidistas, son el producto de la sociedad en la que vivimos y reflejan nuestras miserias y mediocridades. Pero es al oficialismo al que le cabe la mayor responsabilidad de evitar episodios como estos. La política, no debe ser concebida desde la antinomia amigo-enemigo. Hubiera sido saludable que la Presidenta desmintiera una frase que le habría pronunciado a Agustín Rossi, en plena negociación por el presupuesto: "a matar o morir". Desde esa lógica sólo se puede esperar que no haya límites. Desde su nacimiento, el kirchnerismo construyó poder a partir de ella, pero no registró que, desde hace un par de años, cambió el paradigma. Encima, el principal artífice ya no está. Si la Presidenta insiste por el camino se equivocará. Pero si sobreactúa será mucho peor. Cristina y MoyanoEl 'enigma' Moyano desvela a la Casa Rosada. El jueves, el líder de los camioneros y pope de la CGT, mantuvo el primer encuentro con la Presidenta después del fallecimiento de Néstor Kirchner. Fueron los propios allegadas al sindicalista los que se encargaron de divulgar la reunión privada, un puñado de horas antes del encuentro en la UIA.Es que la Presidenta está transitando caminos nunca antes recorridos con el gremialista. La relación con Moyano siempre fue tarea de Néstor Kirchner. Con el santacruceño discutieron mil veces pero, afirman en el gobierno, ejercía sobre él una influencia y un control férreos. En medio del oleaje fuerte del desembarco de Moyano en el PJ de la Provincia de Buenos Aires, Kirchner muere. Y Moyano se queda huérfano de interlocutores. Ningún ministro puede reemplazar la relación que él tenía con Néstor, sólo Cristina puede hacerlo. Algo de eso hablaron el jueves en Olivos pero, sobre todo, la rebeldía de muchos caciques del Gran Buenos Aires que no digieren al camionero.Un rato antes del encuentro con la Presidenta, Moyano se había visto obligado a suspender un nuevo encuentro partidario, porque no conseguía quórum suficiente para sesionar. Al final, intervino Daniel Scioli, y el peronismo bonaerense se reuniría en La Plata, en la residencia del gobernador. Todo un mensaje para el camionero que todavía busca su lugar bajo el sol de Cristina. Claro, nadie le saca de la cabeza, las sospechas sobre las investigaciones judiciales que lo acechan. La causa que encabeza el Juez Bonadío sobre troqueles adulterados, podría leerse como una señal de su debilidad. Sin el paraguas 'protector' de Kirchner, Moyano está obligado a jugar de otra manera. Y por ahora sigue buscando las reglas.Néstor Kirchner fue, en estos años de gobierno de Cristina, el que hacía el trabajo más pesado. De él dependía la relación con infinidad de jefes territoriales, ministros, secretarios, subsecretarios y hasta directores. Ejercía un control personal y obsesivo sobre las áreas de gobierno más sensibles. Era, al cabo, el encargado de darle sostén y estructura a Cristina para que esa pudiera gobernar.Esa tarea, ya no hay quién la haga. La Presidenta, porque no lo siente ni tendría tiempo para hacerlo. Tampoco ninguno de los ministros tiene el lomo tan ancho como lo tenía el ex presidente, que vivía por y para eso. Por aquí pasa el principal desafío de la Presidenta: seguir haciendo lo que hacía su marido pero sin él o ponerle su propia impronta al ejercicio del poder. En esa delgada línea corre dos riesgos que deberán ser salvados por su pericia. El primero es que sea demasiado abierta y la acción oficial escape de su control. El segundo es que sobreactúe, pretendiendo seguir haciendo lo que hacía su esposo, pero sin la habilidad con la que lo hacía él. Aunque tiene una ayuda: sólo le queda un año de gobierno, por más que en la Argentina, ese tiempo, huela a eternidad.