Cristina, la historia, el presente y los desafíos del segundo mandato
No habrá sorpresas en el segundo mandato. Es que la Presidenta, a hora de comenzarlo, envió un mensaje contundente sobre quién toma las decisiones. Y ratificó el rumbo, casi con los mismos soldados. El resto sólo fueron cambios obligados. Por Jorge BarroetaveñaHace un par de semanas, el viaje a Francia fue el pretexto ideal para empezar a zanjar la interna que amagaba con irse de madre en Economía. Subió al avión a Hernán Lorenzino y las aguas se calmaron. El Secretario de Finanzas supo entonces que era el elegido para reemplazar a Amado Boudou en Economía con la única consigna de seguir haciendo el mismo trabajo. Las pujas pues entre Giorgi, Del Pont y el propio Boudou se terminaron de cuajo. Para la Jefatura de Gabinete, la Presidenta también tenía una estrategia, que empezó a desandar hace unos meses. Sabiendo de la ida de Aníbal Fernández le fue despejando el camino a Abal Medina. El joven K tendrá la responsabilidad de ser la cara visible del gobierno y asumir el papel de Aníbal, quizás con otro perfil, pero es el que le cabe al Jefe de Gabinete: trinchera para los ataques.Salvo estas dos variantes obligadas, Cristina Fernández de Kirchner ratificó uno por uno al resto de los ministros y ensalzó especialmente a Guillermo Moreno y Ricardo Etchegaray, pese a las especulaciones que se tejían sobre ambos. El Secretario de Comercio parece incluso que recibirá un ascenso y tendrá más poder aún porque concentrará el manejo de toda la política de importaciones y exportaciones, rebanando poderes que históricamente detentaba la Cancillería. Pero el cargo que ocupe Moreno es anecdótico. Donde esté será el encargado de hacer los trabajos más duros, de mostrar los dientes e inmolarse en nombre del modelo. Podrá tener cargo o no, será uno u otro, pero su rol está claro y la Presidenta así lo hizo saber.Desde la Casa Rosada manejan desde ayer sábado casi todos los resortes del poder de la Argentina. La Presidenta culminó una paradoja histórica porque nunca, un gobierno derrotado a mitad de mandato, había podido recuperarse y seguir en el poder. Cristina lo hizo y sentó las bases de un nuevo modelo que, en este segundo mandato, va por más como le gusta definir a ella.¿Cuáles son los desafíos? Hay de los políticos, los económicos y los institucionales. Los primeros incluyen lidiar con la posibilidad concreta o no de un tercer mandato consecutivo. Por ley la Presidenta no podrá aspirar a un nuevo mandato y esa será una cuestión que el kirchnerismo deberá empezar a zanjar en los próximos dos años, o antes si aspira a una reforma constitucional. Mauricio Macri, que juró el viernes su segundo mandato, ya avisó que va por la Nación y pinta para ser un competidor de peso. El oficialismo, o la Presidenta que es lo mismo, tendrá dos frentes internos antes que pensar en la oposición: Scioli y Moyano. El gobernador de la Provincia de Buenos Aires debería ser el sucesor natural, pero los kirchneristas de paladar puro no lo pueden ni ver y aprovechan cada ocasión para hacérselo saber. Nilda Garré, confirmada en el cargo, le tiró con munición gruesa a su política de seguridad y cada vez que puede la hace una zancadilla. Para la Presidenta ha sido un aliado estratégico clave para la supervivencia del modelo de poder pero Scioli algún tendrá que decidir qué hace con su futuro político. Y ese día se acerca inexorablemente.Hugo Moyano es la otra piedra en el zapato, y el problema está plenamente vigente. Cada vez más alejado del oficialismo está preparando su portazo, pero ¿adónde irá a parar? ¿Formará una CGT paralela aprovechando el poder de los sindicatos del transporte? ¿Optará por el perfil bajo y tratará de recostarse en Scioli, buscando lo que Cristina ya no está dispuesta a darle? ¿Cuán traumático será su alejamiento y cuánto le costará al gobierno? El camionero es, al cabo, un producto que ellos mismos engendraron y nadie más querrá hacerse cargo.Salvados estos dos desafíos recién aparece la oposición el horizonte del gobierno. Y es Macri a quién perciben como el rival más importante. Binner parece un espejo del kirchnerismo y corre el riesgo de ser cooptado por él. Los radicales no saben ni cómo se llaman después del 23 de octubre y el peronismo disidente es un concurso a ver quién vuelve a saltar el charco primero, aunque con algún grado de disimulo. Macri tiene imagen, proyección pero no tiene estructura. Y el gobierno lo sabe.La economía no debería provocarle tantos sobresaltos a la Presidenta. Es claro que en el 2012 habrá una desaceleración producto de la crisis internacional y de los recortes que se han anunciado. Pero si los precios internacionales se mantienen y el nivel de consumo sigue siendo alto, el modelo marchará con pocos cimbronazos. El desafío será mantener los niveles de inversión pública, pese a los recortes y estimular la privada.Y las instituciones son uno de los grandes temas pendientes del kichnerismo. Está claro a esta altura que es lo que menos le importa al modelo. Pero el consenso y el diálogo deberían ser el norte de una gestión que ahora tiene todo el poder, o casi. Los riesgos son mayores aún, tanto como la responsabilidad del respeto a las normas y a las minorías electorales. Como nació débil, en el ADN del kirchnerismo está siempre el temor de transmitir debilidad si se cede o se negocia. Error. Hacerlo es un signo de madurez que, ojalá, en este segundo mandato la Presidenta lo lleve a la práctica. La salud de la república se lo agradecerá.
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