Cristina transita sin sobresaltos hacia el 23 y la oposición hace lo que puede
Mientras la presidenta Cristina Fernández busca reafirmar su 50%, la oposición va tras su destino. Duhalde se reconcilió con Das Neves, Alfonsín con De Narváez y Binner quiere meterse como una cuña.
Jorge BarroetaveñaLos tres están lejos, pero el 23 de octubre sigue siendo una quimera. El enojo de Das Neves con su candidato presidencial Eduardo Duhalde tenía motivos. No hubo micrófono o cámara luego del 14 de agosto que el ex presidente no usara para denunciar las irregularidades de la elección, al punto de hablar de fraude. Un poco está bien, pensó el chubutense, pero lo único no. "No puede ser que hablemos sólo de lo negativo cuando perdimos por 40 puntos", remarcó Das Neves en el momento de mayor calentura. El roce se zanjó el viernes con una reunión que aglutinó a más de 500 dirigentes de Unión Popular. Duhalde recogió el guante de las críticas y modificó su discurso apelando a una vieja frase de Carlos Menem: "estamos bien pero vamos mal", resumió, en el sentido inverso al que le daba el riojano.Es que el esfuerzo opositor estará encaminado en las próximas semanas a no perder por catástrofe. Si hay encuestadores que no se animaron a vaticinar el 50% de Cristina Kirchner, son los mismos que ahora dudan en hacer mediciones y darlas a conocer. ¿Por qué? Porque intuyen que ese porcentaje podría ser aún mayor.Es que la desorientación en la oposición es grande y se intensificó después del 14. Alfonsín no sabe cómo atajar las críticas dentro de su propio partido, no le encuentra la vuelta a su alianza con De Narváez y tampoco acierta con el discurso correcto. Encima lo tiene a Hermes Binner de francotirador que, cada vez que puede, le pega una patadita en los tobillos. El socialista le disputa al radical el mismo espacio pero con una ventaja: tiene aún altos grados de desconocimiento en la población y puede exhibir una administración ordenada como la de Santa Fe. A la postre, hubiera sido la fórmula ideal pero las mezquindades de ambos lados impidieron que se concretara. El De Narváez de la Provincia de Buenos Aires de 2011 no es el de 2009 que fue capaz de ganarle al mismísimo Néstor Kirchner. Claro, al 'colorado' le faltan dos cosas: Kirchner de rival y el imitador de Showmatch. Y una yapita: el malhumor social residual de la crisis del 2008.Scioli no es el mismo rival que Kirchner. Al ex presidente lo podía correr con los modos y con cierta flexibilidad ideológica y discursiva pero el actual gobernador de Buenos Aires es distinto. Es inasible, ofrece pocos flancos débiles y encima no contesta nada. El contraste es grande. Habrá que ver cuánto impacta en la opinión pública el asesinato de Candela Rodríguez, pero Scioli parece inmune a esos avatares de la violencia y la inseguridad que azota buena parte del territorio que comanda. En ese contexto De Narváez hace campaña y encima lidia con su entente con los radicales, algo que todavía ninguno de los dos han podido explicar muy bien. Ergo: la gente tampoco la ha entendido y no los votó.Tampoco ninguno de los candidatos opositores cuenta con el apoyo del único que ganó una elección con claridad: Macri. El Jefe de Gobierno porteño ha vuelto a su bajo perfil. Después de ganar en segunda vuelta se tomó el buque, literalmente, y se fue a Europa en plan de descanso con su mujer. Desde aquí, a tono con el primer saludo, la Presidenta hasta se permitió bromear con su llamado para felicitarla el pasado 14 de agosto. "Al menos estaba vez estaba vestido...", sonrió pícara la mandataria, poniéndole el moño a la conveniente relación que, al menos hasta el 23 de octubre seguro, los unirá. Macri juega claramente con cierta ambigüedad opositora. No dirá por quién votará el 23, pero también espera menos hostilidad del gobierno nacional y que, obras y fondos, se destraben por orden presidencial. Su gurú, Durán Barba, ya le anticipó que no le conviene pelearse con Cristina. Al cabo, fue lo que hizo durante la campaña: marcó su postura pero nunca confrontó abiertamente con la Presidenta. Y después del 14, menos a la luz de los resultados. Claro que aquí tampoco está ausente un cálculo mezquino y egoísta, aunque la política no sabe de estas cuestiones: Macri será, si el 23 se repite el resultado de agosto, casi el único opositor indemne. Y a partir de ahí sí pergeñar un 2.015 con él como candidato presidencial y con Cristina imposibilitada de acceder a otro mandato por lo que marca la Constitución Nacional. Pero en la Argentina pensar de acá a cuatro años parece ciencia ficción. Macri deberá crear una estructura nacional que hoy no tiene y cumplir cuatro años más de mandato sin sobresaltos. Eso, si a ninguna mente afiebrada kirchnerista se le ocurre impulsar alguna reforma constitucional para conseguir la 'rere' para Cristina. Al cabo ya lo hizo Alperovich en Tucumán, porqué no podrían intentar hacerlo a nivel nacional.Si Scioli luce inmunizado, Cristina está más allá de cualquier afectación. Ni siquiera las escandalosas declaraciones de Sergio Schoklender que dejan al descubierto el manejo discrecional de fondos públicos, han hecho mella en su intención de voto. A un mes y días del 23 de octubre hace falta algo más que frases ingeniosas para limar su caudal electoral. Igual, nada sirve para ocultar los vicios que arrastra el kirchnerismo en su relación con la sociedad y el sistema de partidos. En política nadie puede dar por muerto a nadie ni creer que tendrá la vaca atada eternamente. Pero en democracia el veredicto final lo tienen las urnas. Y cuando ellas hablan, todos callan.
Jorge BarroetaveñaLos tres están lejos, pero el 23 de octubre sigue siendo una quimera. El enojo de Das Neves con su candidato presidencial Eduardo Duhalde tenía motivos. No hubo micrófono o cámara luego del 14 de agosto que el ex presidente no usara para denunciar las irregularidades de la elección, al punto de hablar de fraude. Un poco está bien, pensó el chubutense, pero lo único no. "No puede ser que hablemos sólo de lo negativo cuando perdimos por 40 puntos", remarcó Das Neves en el momento de mayor calentura. El roce se zanjó el viernes con una reunión que aglutinó a más de 500 dirigentes de Unión Popular. Duhalde recogió el guante de las críticas y modificó su discurso apelando a una vieja frase de Carlos Menem: "estamos bien pero vamos mal", resumió, en el sentido inverso al que le daba el riojano.Es que el esfuerzo opositor estará encaminado en las próximas semanas a no perder por catástrofe. Si hay encuestadores que no se animaron a vaticinar el 50% de Cristina Kirchner, son los mismos que ahora dudan en hacer mediciones y darlas a conocer. ¿Por qué? Porque intuyen que ese porcentaje podría ser aún mayor.Es que la desorientación en la oposición es grande y se intensificó después del 14. Alfonsín no sabe cómo atajar las críticas dentro de su propio partido, no le encuentra la vuelta a su alianza con De Narváez y tampoco acierta con el discurso correcto. Encima lo tiene a Hermes Binner de francotirador que, cada vez que puede, le pega una patadita en los tobillos. El socialista le disputa al radical el mismo espacio pero con una ventaja: tiene aún altos grados de desconocimiento en la población y puede exhibir una administración ordenada como la de Santa Fe. A la postre, hubiera sido la fórmula ideal pero las mezquindades de ambos lados impidieron que se concretara. El De Narváez de la Provincia de Buenos Aires de 2011 no es el de 2009 que fue capaz de ganarle al mismísimo Néstor Kirchner. Claro, al 'colorado' le faltan dos cosas: Kirchner de rival y el imitador de Showmatch. Y una yapita: el malhumor social residual de la crisis del 2008.Scioli no es el mismo rival que Kirchner. Al ex presidente lo podía correr con los modos y con cierta flexibilidad ideológica y discursiva pero el actual gobernador de Buenos Aires es distinto. Es inasible, ofrece pocos flancos débiles y encima no contesta nada. El contraste es grande. Habrá que ver cuánto impacta en la opinión pública el asesinato de Candela Rodríguez, pero Scioli parece inmune a esos avatares de la violencia y la inseguridad que azota buena parte del territorio que comanda. En ese contexto De Narváez hace campaña y encima lidia con su entente con los radicales, algo que todavía ninguno de los dos han podido explicar muy bien. Ergo: la gente tampoco la ha entendido y no los votó.Tampoco ninguno de los candidatos opositores cuenta con el apoyo del único que ganó una elección con claridad: Macri. El Jefe de Gobierno porteño ha vuelto a su bajo perfil. Después de ganar en segunda vuelta se tomó el buque, literalmente, y se fue a Europa en plan de descanso con su mujer. Desde aquí, a tono con el primer saludo, la Presidenta hasta se permitió bromear con su llamado para felicitarla el pasado 14 de agosto. "Al menos estaba vez estaba vestido...", sonrió pícara la mandataria, poniéndole el moño a la conveniente relación que, al menos hasta el 23 de octubre seguro, los unirá. Macri juega claramente con cierta ambigüedad opositora. No dirá por quién votará el 23, pero también espera menos hostilidad del gobierno nacional y que, obras y fondos, se destraben por orden presidencial. Su gurú, Durán Barba, ya le anticipó que no le conviene pelearse con Cristina. Al cabo, fue lo que hizo durante la campaña: marcó su postura pero nunca confrontó abiertamente con la Presidenta. Y después del 14, menos a la luz de los resultados. Claro que aquí tampoco está ausente un cálculo mezquino y egoísta, aunque la política no sabe de estas cuestiones: Macri será, si el 23 se repite el resultado de agosto, casi el único opositor indemne. Y a partir de ahí sí pergeñar un 2.015 con él como candidato presidencial y con Cristina imposibilitada de acceder a otro mandato por lo que marca la Constitución Nacional. Pero en la Argentina pensar de acá a cuatro años parece ciencia ficción. Macri deberá crear una estructura nacional que hoy no tiene y cumplir cuatro años más de mandato sin sobresaltos. Eso, si a ninguna mente afiebrada kirchnerista se le ocurre impulsar alguna reforma constitucional para conseguir la 'rere' para Cristina. Al cabo ya lo hizo Alperovich en Tucumán, porqué no podrían intentar hacerlo a nivel nacional.Si Scioli luce inmunizado, Cristina está más allá de cualquier afectación. Ni siquiera las escandalosas declaraciones de Sergio Schoklender que dejan al descubierto el manejo discrecional de fondos públicos, han hecho mella en su intención de voto. A un mes y días del 23 de octubre hace falta algo más que frases ingeniosas para limar su caudal electoral. Igual, nada sirve para ocultar los vicios que arrastra el kirchnerismo en su relación con la sociedad y el sistema de partidos. En política nadie puede dar por muerto a nadie ni creer que tendrá la vaca atada eternamente. Pero en democracia el veredicto final lo tienen las urnas. Y cuando ellas hablan, todos callan.
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