Cuando el sueño es ser tu propio jefe

Casi un tercio de los argentinos de entre 18 y 44 años dice que piensa poner en marcha su emprendimiento en los próximos tres años; a diferencia de la tendencia mundial, en nuestro país crecen los emprendedores entre los 44 y 64 años, gente que en la etapa madura de su ciclo de laboral decide empezar a escribir su propia historia. Un mundo con lenguaje propio: qué son las aceleradoras y las incubadoras. Florencia Carbone Desarrollar el sueño propio. Ser tu propio jefe. Forjar la propia aventura.No es casual que en todas las posibilidades que se mencionan cuando se habla de lo que significa "emprender" aparezca la idea de lo propio porque, en definitiva, emprender es eso: apropiarse de TODO en el sentido más amplio. Emprender incluye lo bueno y lo malo que da la "libertad" de moverse de modo autónomo, los aspectos positivos, pero también los riesgos.Pese a eso, casi un tercio de los argentinos de entre 18 y 44 años dicen que en los próximos tres años piensan iniciar su propio emprendimiento. Y hay un dato más interesante aún, a diferencia de la tendencia mundial, en nuestro país crecen los emprendedores entre los 44 y 64 años, gente que en la etapa madura de su ciclo de laboral decide empezar a escribir su propia historia.Los datos surgen del último informe de Global Entrepreneurship Monitor, un estudio que desarrollan universidades de todo el mundo, que mide el grado de emprendedorismo en los diferentes países y que en el caso de la Argentina es realizado por el IAE, la escuela de negocios de la Universidad Austral, y el Instituto de Educación IT.Sebastián Sanga, del Instituto de Educación IT, contó que la organización participa en el proyecto por segundo año.El Instituto es un centro de capacitación que brinda principalmente cursos relacionados con el ámbito de IT (Information Technology por su sigla en inglés, o Nuevas Tecnologías), como marketing digital, diseño web y multimedia además de coaching, marketing, liderazgo y negociación. "Nuestros alumnos mayoritariamente están entre los 18 y los 30 y pico, y detectamos esas ganas de poder progresar ya no tanto en lo profesional dentro de una compañía sino de intentar desarrollar el sueño del proyecto propio", cuenta.Según el informe internacional, el 29% de los argentinos de entre 18 y 44 años dijo que tiene pensado empezar un emprendimiento en los próximos tres años. Por primera vez desde 2011 volvieron a crecer las expectativas positivas para arrancar un nuevo negocio en el país. -¿Cuán relevante es el peso de lo que se llama el clima positivo a la hora de comenzar nuevos negocios? ¿Dónde nos ubica respecto del nivel de emprendedorismo del mundo ese 29% de jóvenes con ganas de empezar algo propio?-Hay una tendencia hacia todo lo que es el emprendedorismo. De hecho se ve un crecimiento en los últimos cinco años en general del ecosistema emprendedor, desde los lugares de coworking (es una palabra en inglés que se usa para definir los espacios de trabajo cooperativos o comunes), que son sitios donde diferentes emprendedores trabajan y generar sinergia. Es impresionante la cantidad de lugares de coworking que nacieron en los últimos dos o tres años. Los emprendedores se empiezan a juntar para poder desarrollar. Además se ve una evolución del ecosistema emprendedor a través de lo que son las incubadoras y aceleradoras. -¿Qué son las incubadoras y las aceleradoras?-Una incubadora es, básicamente, una organización que te ayuda a transformar una idea en un negocio. Tengo una idea y quiero desarrollar un negocio a partir de eso pero me falta alguien que me pueda dar una mano con esa idea, que me de soporte, asistencia. Muchas veces son organizaciones del Estado las que ayudan en esa parte, por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires hay una que se llama Incuba BA, que recibe gente con una idea. Es importante destacar que es una idea todavía y no un negocio porque aún no se hizo nada. Es una persona que tiene una idea y nada más. Generalmente las incubadoras lo reciben y tratan de ayudar a esa persona para diagramar, por ejemplo, el ABC de lo que sería un plan de negocios básico para ver si esa idea se puede transformar en un negocio. Cuando esa idea está un poquito más desarrollada y se puede empezar a generar un negocio, entra a jugar la aceleradora.Como lo dice la palabra su rol es acelerar el negocio. Es decir, ya tenés un negocio funcionando, pero es chiquito, no logra escala tal vez por limitaciones propias, por falta de capital o networking (redes de contactos). Entonces te acercás a una aceleradora y "pitcheás" tu proyecto (viene del inglés pitch, que significa lanzamiento). "Pitchear" significa dar a conocer tu proyecto, destacar sus fortalezas, explicar claramente por qué creés que ese proyecto se puede transformar en un gran proyecto de escala. Y las aceleradoras lo que en general hacen es darte capital. En términos de dinero, ese capital oscila entre 50.000 y 75.000 dólares. Obviamente tenés explicar en qué lo vas a utilizar. -¿Te prestan el dinero o se asocian y pasan a formar parte de tu proyecto? ¿Hay distintos modelos?-Exactamente. En general, la gran mayoría de las aceleradoras no prestan, no es como un banco que te da un préstamo y después se lo devolvés. Generalmente ese rol lo cubre el Estados con los ANR (Aportes No Reembolsables) o algún otro instrumento de instituciones bancarias. Las aceleradoras lo que quieren hacer es invertir en la compañía por su potencial, por eso les dan dinero y a cambio piden una participación que suele ser del 15 o 20 %.Hay aceleradoras que se dedican a invertir y nada más, pero surgieron una gran cantidad de aceleradoras muy interesantes que son parte de compañías más grandes. Por ejemplo, Telefónica tiene una aceleradora que se llama Wayra, Mercado Libre también invierte en empresas que están naciendo. Lo que intenta hacer la empresa grande es tercerizar la innovación. Como la empresa grande ya no piensa tanto en innovar internamente, busca la innovación afuera a través de estas aceleradoras entonces termina siendo socia de esas empresas nuevas que desarrollan algo, lógicamente alineadas con su visión estratégica y negocio. Telefónica no invertirá en una iniciativa de semillas, sí en algo relacionado con innovación, tecnología y comunicaciones. -Hablaste de "ecosistema emprendedor". Cuando se miran los modelos exitosos queda claro que para que eso funcione, es clave la alianza entre el sector privado y el público, que es el que puede generar las condiciones necesarias para que los emprendimientos prosperen. ¿Cuál es el rol de la educación? ¿Se puede enseñar emprendedorismo?-No se enseña directamente a ser emprendedor, pero sí se debería fomentar desde la escuela primaria. Hay cuestiones que son tácitas para ser emprendedor pero también se necesitan ciertas herramientas. Podés tener una idea fantástica, pero cuando alguien invierte en tu compañía no invierte en tu idea sino en el emprendedor y en su capacidad para ejecutar la idea. Con lo cual, el emprendedorismo debería enseñarse desde la escuela primaria. Darle a los chicos herramientas para que aprendan a pensar de otra manera, que puedan crear permanentemente y no aceptar el estatus quo que reciben y que los mantiene dentro de una zona de confort. Que busquen otras vías. -Una de las principales barreras a superar es el miedo al fracaso, un dato que aparece reflejado en el informe. Quienes han visitado Silicon Valley, la meca de los emprendedores, dicen que lo primero que enumera alguien al empezar una reunión son todos los fracasos que tuvo antes de llegar al éxito actual. Mientras en otros lugares los fracasos se cuentan con orgulloso y como parte del camino de aprendizaje, acá se esconden y muchas veces actúan como freno.-Totalmente. En Silicon Valley el fracaso es casi un factor necesario y decisivo para que el inversor invierta en vos porque se entiende que ningún emprendedor puede garantizar el éxito de ninguna iniciativa. De hecho hay algo que se llama la curva del aprendizaje y que es todo lo que tuvo que hacer el emprendedor en el camino para capitalizar esos errores y no volver a cometerlos. Entonces cuando uno invierte en una compañía que está arrancando, lo que está buscando en realidad ese ese emprendedor que tiene la experiencia de haber cometido un montón de errores, haber aprendido de eso y haber podido llegar a un punto de maduración tal que hace que el inversor puede confiar en su capacidad de recuperación ante las adversidades, obstáculos y problemas que le tocaron enfrentar. -El trabajo señala un crecimiento de emprendedores entre los argentinos de 44 y 64 años. ¿Cuál es su perfil y en qué tipo de iniciativas se anotan? -Es muy relativo. Hay que ver el motivo por el que emprenden, pero en general a esa edad llegan a un punto de maduración en términos de experiencia y conocimiento enormes. Claramente una persona que emprende a esa edad lo hace con lo que aprendió durante toda su vida laboral. Si trabajó en la industria de la educación, seguramente no invertirá en la industria del agro. Apuntan a desarrollar algo que conozcan. Mayoritariamente es consecuencia de la experiencia ganada a lo largo de su vida. A veces tiene que ver también con que sienten que se cumplió un ciclo en lo que es el trabajo corporativo, que muchas veces es muy exigente y produce un gran desgaste, sobre todo en lo relacionado a la falta de libertad, porque, más allá de tener un puesto alto estás siempre recibiendo órdenes, siguiendo lineamientos y no podés crear valor por fuera de lo que tenés que hacer. Muchas veces ese punto de maduración hace que se vislumbre una oportunidad importante, tengan confianza y capital que acumulados por todos esos años los animan a lanzarse y desarrollar algún tipo de emprendimiento con los riesgos que ello conlleva.
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