Cuatro maestros que marcaron una huella imborrable en la memoria de sus alumnos
Diario ElDía homenajea a todos los docentes con cuatro historias de maestros que ejercen y ejercieron la docencia de una forma muy especial. Todos son apasionados de sus trabajos y no dudan en decir que se ven reconfortados en cada uno de los alumnos que pasaron por sus aulas. Muchas veces, las noticias que involucran a los docentes están envueltas en reclamos salariales o en manifestaciones sindicales, y son pocas las oportunidades donde se destaca el valioso trabajo diario y silencioso que tiene un maestro.Todos los días, millones de padres mandan a sus hijos a la escuela, depositando su confianza en maestros que en muchas ocasiones no conocen y ni siquiera saben sus nombres. Estos trabajadores anónimos, educan a los chicos en reglas semánticas, en sumas y restas, pero por sobre todas las cosas les enseñan a ser buenas personas. La segunda mamáSusana Dalcol de Navarro es una de las maestras más queridas y conocidas de la ciudad. Cálida, tranquila y segura de sus palabras confesó que el mayor problema en la educación, es cuando los docentes dejaron de ser maestros para convertirse en "trabajadores de la educación".Nació, creció y estudió en Gualeguaychú. A los 18 años terminó la secundaria en la Escuela Normal y egresó con su título de docente. Desde ese momento, hasta 1998 no paró: trabajó, trabajó y trabajó educando a miles de niños, tanto en Formosa como en Gualeguaychú; en el campo y en la ciudad; con material y sin nada.Sentada en el sillón de su casa y cebando unos mates, la seño Susi contó que trabajó durante 33 años. "Empecé a trabajar a los 18 años; en Gualeguaychú había poco trabajo porque éramos muchas las docentes, entonces un día recibimos una carta de un compañero que nos decía que en Formosa hacían falta muchas docentes. Así que, un grupo de siete compañeras nos fuimos para allá. Por supuesto que antes enviamos una carta pidiendo un puesto de trabajo y nos mandaron los pasajes", comenzó a relatar Susana."Juntamos coraje y nos fuimos todas juntas. Llegamos y al principio las cosas no nos fueron muy fáciles, porque nos veían como que les íbamos a robar el doble turno a esas docentes que estaban antes", aseguró.El pueblito donde llegaron las siete docentes de Gualeguaychú se llamaba "Kilómetro 213" y ahora se llama "Villa Dos Trece", "porque nosotras lo rebautizamos así", dijo Susi. Sin material; sin nadaLas condiciones de trabajo eran difíciles. "A mí me tocó tercer grado: en el pueblito no había material para trabajar, había muchos alumnos y no teníamos ni libros, ni letras para recortar, nada. En un momento tuve que dibujar un planisferio para que los chicos se hagan la idea de cómo era el mundo. Hice una cuadrícula y fui dibujando para que los chicos conozcan cómo era el planeta".Además, contó que iban a la escuela caminando con paraguas para cubrirse del sol y de los teros que les volaban cerca de la cabeza; y siempre con cuidado por las culebras que había en el camino.Susi estuvo ocho años en Formosa. El segundo año conoció al amor de su vida: Juan Navarro, su marido desde hace 47 años y padre de sus hijos."Nos conocimos en Formosa; estábamos en la escuela juntos y cuando nos casamos nos fuimos a una escuela de campo. Él era el director y yo la maestra. Ahí el maestro era el libro, porque no había ni siquiera figuritas para recortar", contó la seño Susi."Después vinieron épocas muy duras. Sufrimos una fuerte tormenta; se voló el techo de la escuela, se rompió nuestra casa y hasta perdimos un hijo... fueron momentos muy duros, pero si pudiera elegir, haría todo igual de nuevo. Iría a Formosa, sería maestra, volvería a primer grado", contó la docente. La Seño vuelve a GualeguaychúDespués de ocho años de mucho esfuerzo, Susana Dalcol volvió junto a su familia a Gualeguaychú. Trabajó en la Escuela Islas Malvinas, en la Escuela N° 90 y en la Rocamora.Confesó que siempre trabajó "con el mismo empeño en el campo y en la ciudad" y que "en Formosa aprendió a amar la vocación porque era sólo yo y los chicos"."Me gustaba jugar con los chicos. Por ejemplo, cuando daba la letra "L", les decía que yo era la "L" porque era alta y flaca y cantábamos y bailábamos "la, la, la, le, le, le" y así con todas las vocales. Nos divertíamos mucho y los chicos aprendían", aseguró y agregó: "Cuando dábamos la LL, hacíamos un collar, y así hasta llegar a la Ñ y festejábamos los cumpleaños de todos. Era algo muy lindo que disfrutábamos junto con los padres también". La palabra desde la experienciaSusana aseguró que "la política cambia todos los planes a cada paso. No les importa si anduvo bien o no. Llegan y cambian todo y eso va debilitando la educación".Además, opinó que los docentes "nos fuimos convirtiendo en trabajadores de la educación; eso es lo más feo que pueden decir. Un día estábamos en un curso y un profesor nos dijo: ahora no son más la segunda mamá, ahora somos trabajadores de la educación, y a mí eso me dolió un montón; porque para mí mis alumnos eran mis hijos".También recomendó "exigir a los chicos; cuidar mucho los contenidos, acompañarlos en el aprendizaje pero no darles todo servido" y agregó: "a los docentes les diría que se hagan respetar y que respeten a los chicos. Vayan prolijos a la escuela, no hay que tener dinero para vestirse bien, hablen bien y preocúpense por dar amor".Al finalizar la charla, Susi dijo: "¡Quiero mandarles un beso a todas mis colegas y compañeras y por supuesto, a todos mis alumnos!". FABIAN FRARE, MAESTRO ILUSTRE DE GUALEGUAYCHÚCon la docencia "enseño valores e ideales"Fabian Frare, profesor de Geografía y Ciencias Biológicas, fue distinguido como Maestro Ilustre de Gualeguaychú, Edición 2013. Significó para él "todo un orgullo que lo comparto con cada uno de los colegas profesores y maestros del departamento".Contó a El Día que a siempre le gustó enseñar "porque con ella puedo explicar cosas a los demás, y en la docencia, desde hace más de 25 años, encuentro la posibilidad de decir mis ideales y valores además de la asignatura".Frare da clases en los Colegios Pablo Haedo y Villa Malvina, además de dirigir desde hace muchos años la Escuela "Rosa Regazzi" que comparte edificio con la Escuela N° 94 "Francisco Ramírez" en el barrio Pereda.Comentó que fue el docente que inauguró la misma, "por esas casualidades fui el encargado de dictar la primera hora cátedra. Como director tengo la posibilidad de gestionar y administrar una comunidad".A partir de la Nueva Ley de Educación Provincial la Escuela es obligatoria, lleva a una cantidad de cuestiones como por ejemplo, la inclusión. El alumno tiene que estar dentro de la escuela, "tenemos que contemplar a todos, el bueno, el más o menos y mal alumno, si es que existe éste. A partir de ese paradigma debemos sentarnos a pensar la escuela de otra manera, por eso es importante la gestión".El profesor consideró que "son diferentes situaciones" estar frente a un aula y tener un cargo. "No quise desprenderme del contacto con los estudiantes porque es el cable a tierra, estás siempre presente con la realidad, el chico es el que te da más satisfacciones. La adolescencia es una cosa impresionante, está llena de valores y creatividad. Los adultos debemos tener la astucia e idoneidad para que ellos también puedan recibirnos a nosotros".Precisó que "saben manejar una computadora, están en las redes sociales, por allí no saben trabajar en Word, Excel o en Power Point, ahí es donde tenemos que aprovechar estas nuevas tecnologías". "Me gusta la gestión"Fabian Frare está seguro. "Si volviera a nacer elijo nuevamente la docencia, me gusta cambiar una cantidad de cuestiones desde lo económico e infraestructura de los edificios del edificio. Enseñar, estar frente al aula y saber que vos con tu palabra estás cambiando una cabeza, una manera de pensar y una idiosincrasia, es impagable. Y la gestión directiva también me gusta, conducir a un grupo de personas".Consideró importante "hacerse de un equipo y entre todos lo hemos logrado, la escuela ha hecho un cambio en los últimos 10 años, es notorio y eso lo capitalizan los alumnos".Frare está orgulloso por la distinción. "Me lo reconocen mis ex alumnos y colegas, tengo cuatro hijos y ellos están felices el reconocimiento de mis superiores". ESTELA LEMES, MAESTRA RURAL"Quiero que sean buenos alumnos pero más que eso prefiero que sean buenas personas" Desde hace 12 años, Estela Lemes dirige las acciones de la Escuela rural N°66, "Bartolito Mitre", ubicada en Costa Uruguay Sur, pero su trabajo en las zonas rurales se remonta a muchos años antes cuando comenzó su docencia en el campo en Villa Paranacito.Estela es una mujer muy simple, no anda con rodeos al momento de hablar y su voz es el de una persona que no anda apresurada por los tiempos modernos. Se toma cada segundo para pensar y hablar, de la misma forma que lo hace en la escuela junto a sus 8 alumnos.En el año 94 se recibió con el promedio más alto del profesorado rural de Villa Paranacito, pero su historia dentro de la docencia se remonta a muchos años antes. Estela nació en Ceibas y fue en esta localidad donde realizó sus estudios primarios de forma muy cercana a su madre."Mi mamá era cocinera de la escuela y yo vivía metida ahí. Como no había jardín, el primer grado lo hice a los cuatro años y finalicé la primaria con 11 años. Al año siguiente faltaba maestra para primer grado entonces, la directora de la escuela que era vecina nuestra me ofreció el puesto, ella me preparaba la tarea y yo estaba al frente del aula, jugaba a ser maestra con 12 años", contó Estela.Luego se mudó a Villa Paranacito, y como en Ceibas no había secundario, comenzó a estudiar con su cuarto hijo recién nacido. "Lo hice en tres años con el mejor promedio, y cuando nació mi quinta hija terminé el profesorado con las mejores notas", relató esta mujer, madre de siete hijos."A los dos días de haberme recibido, como tenía el promedio más alto estaba en un listado prioritario. Estaba primero y surge que una maestra asume la vicedirección y me llaman a mí para cubrir esa suplencia. Estuve 7 años siendo suplente de esa maestra que era mi vicedirectora pero después hice un concurso para la escuela 66 y me hice titular como directora. Nunca fui maestra titular. De maestra suplente pasé a directora titular porque el título de maestra rural tenía prioridad en las escuelas rurales", recordó.Su profesión le sale por los poros de la piel y al momento de hablar no duda en decir que es hermosa, y brinda una mirada especial sobre ella con algo que es cierto y que muchas veces pasa desapercibido: "cualquier otra profesión necesita de la educación para salir adelante"."El ámbito rural uno lo disfruta más porque los chicos se brindan enteros. Para el Día del Maestro las mamás fueron y nos arreglaron el salón comedor, nos llevaron cosas ricas para comer, pusieron unos escritos. Vos ahí no recibís los grandes regalos que podés recibir en la ciudad. Recibís otros mucho más grandes que es del amor de los gurises y de los padres", detalló sobre su experiencia rural de 19 años."Pasás por todas las etapas. Jugamos con los gurises en los recreos, nos hamacamos, y para los chicos no hay placer más grande que ese. En otoño, cuando las hojas estaban por todo el patio, nos hicieron acostar a las dos maestras y nos taparon con hojas. Ese tipo de cosas en la ciudad no lo podés hacer porque dicen 'mirá a la maestra lo que está haciendo".La educación en el campo permite una interacción entre docente, alumno y padres que en otras circunstancias casi no se percibe. "Los papás la verdad que son maravillosos, nos confían a sus hijos durante cuatro horas y ahora hay un expediente pidiendo una jornada extendida. Queremos que el chico coma en la escuela al mediodía y se quede para hacer todo lo que es arte, música, plástica. El tema es que no hay presupuesto, no hay cargo", comentó la docente."Mi casa era parte de la escuela", resaltó sobre la crianza de sus siete hijos en la zona rural. "Ellos sabían que si le faltaban cosas en su casa era porque estaban en la escuela. Desde zapatillas, ropa. Todo marchaba para la escuela cuando hacía falta".Estela aclaró que el Día del Maestro lo vive como un día más, aunque reconoce que se le "regocija el alma con los mensajitos", para ella el Día del Maestro son todos los días. "Cuando llegás a la tranquera de la escuela y que un gurisito se te prenda del cuello y te saluda con un beso o cuando se va te da otro beso, eso es el mejor Día del Maestro, más allá de que te hayan hecho rezongar un poco durante el día", explicó.Estela se emociona al hablar de su profesión y de sus alumnos a quienes les resalta continuamente: "quiero que sean buenos alumnos pero más quiero que sean buena gente, buenas personas". CUANDO SER EDUCADORA SE PRACTICA DENTRO Y FUERA DEL AULAMaestra: madre, hermana, compañera María Julia tiene 33 años y es maestra hace poco menos de siete. Aunque aún es muy joven, ha pasado por situaciones muy complejas, en las que tuvo que ser docente, psicóloga, madre y compañera de jóvenes con diferentes problemáticas sociales. Ella es de esas docentes que son educadoras las 24 horas del día, dentro y fuera del aula. Actualmente da clases en el edificio de la Escuela Gervasio Méndez, "pero en la nocturna, para jóvenes y adultos, es la Escuela N°5 Presbítero Luís N. Palma", aclaró.La docente fue "personal único", en la Escuela N°37, donde hizo de directora, maestra, ordenanza y cocinera, todo al mismo tiempo, como suele pasar en las escuelas rurales. "Salía a las 9 de la mañana para hacer dedo y llegar a las 12; he vuelto de Paranacito sentada en una garrafa, una vez que un señor nos trajo directamente, no lo podíamos desaprovechar el viaje, ¡se nos hizo eterno!", recordó mientras esbozaba una sonrisa. Más que vocación, la economía...Existe una idea fuerte que dice que los maestros dedican su vida a enseñar porque es "la vocación" que tuvieron desde chicos. Muchas veces, esto no es así. En el caso de María Julia, ella eligió ser educadora por otras circunstancias de la vida. "Cuando terminé el secundario me fui a estudiar a Concepción del Uruguay, pero por problemas económicos me tuve que volver. Al año siguiente empecé comercio internacional, pero al tiempo me quedé sin trabajo y no pude seguir bancándome la carrera", relató."Estaba desempleada y necesitaba estudiar, entonces empecé el profesorado, pero al principio no fue por una cuestión de vocación, fue más una necesidad económica". Mi casa, tu casaLa docente es mamá y único sostén de su casa. Y pese a los problemas económicos que conlleva mantener una familia, siempre dejó abiertas las puertas de su hogar para quien lo necesite. "En una de las escuelas en las que daba clases, la directora había hecho una especie de 'consultorio' para que los chicos que tuviesen problemas tengan un lugar para hablar. Mis horas libres las pasaba ahí, un día vinieron a verme tres chicas de 17, 18 y 19 años porque una de ellas había quedado embarazada, se había hecho el test en la escuela", contó María Julia y continuó: "Más adelante, vuelven estas tres chicas y me contaron todo: las tres habían sido abusadas, y una de ellas estaba siendo abusada por el padrastro en ese momento; tenía mucho miedo porque la mamá no la apoyaba y no se animaba a hacer la denuncia, una situación terrible. Yo no pude seguir dando clases ese día".El relato continúa, tan crudo, tan real: "Hace un tiempo una de esas chicas me buscó para que hablemos: la madre la había dejado irse de la casa con solo 15 años. Le ofrecí mi casa y se vino a vivir conmigo, duró un fin de semana. Después hablamos y volvió, la tuve varios meses viviendo conmigo. No me entra en la cabeza que una madre se desentienda de una nena...y lo peor es que pasa mucho".La joven docente cuenta que son numerosos los casos de menores que deben ubicar temporalmente en diferentes casas hasta contactar algún familiar, historias que muchas veces no se conocen."Después lo tuve a Luciano, en una situación peor que la de esta nena. Un día se escapó para irse a la casa de su mamá. A pesar de lo espantoso que pueda a llegar a ser el panorama en su casa, los hijos siempre quieren volver a estar con su madre, es lógico".Muchos maestros, deben afrontar situaciones y conflictos que la mayoría de las veces trascienden lo estrictamente institucional. María Julia es un ejemplo de compromiso, sus vivencias y su trabajo con chicos y jóvenes "son muchísimos, pero no alcanzaría el diario para contarlos". A la pregunta de por qué elije ser maestra a pesar de todo, ella relató una anécdota: "Casi todos mis alumnos no tienen un buen pasar económico, al contrario. Sin embargo, para el día del maestro, uno de ellos nos regaló un guardapolvo a cada una de nosotras. Además, las chicas le regalaron un pañuelito a la directora y a las otras maestras...son esfuerzos muy grandes, y demostraciones de afecto que te llenan el corazón".
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