MES DE LA PREVENCIÓN DEL SUICIDIO
Daiana y Florencia: dos historias donde la vida se derrumba en un instante
Las dos son mamás primerizas y comparten una historia en común: familiares muy amados decidieron quitarse la vida, dejando una huella imposible de borrar. En el mes de la prevención del suicidio compartieron sus relatos con ElDía para homenajear a quienes ya no están y para alertar sobre la tristeza silenciosa.
Por Mónica Farabello Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el suicidio es la segunda causa de muerte de jóvenes de entre 15 y 29 años en todo el mundo. El suicidio no solo se produce en los países de altos o bajos ingresos, sino que es un fenómeno global que afecta a todas las regiones del mundo. En la región de las Américas, se estima que aproximadamente 100.000 personas se quitan la vida anualmente. Los diez países de la región con el mayor número estimado de muertes por suicidio son: Estados Unidos (49.394), Brasil (13.467), México (6.537), Canadá (4.525), Argentina (4.030), Colombia (3.486), Chile (1.893), Cuba (1.596), Perú (1.567) y Bolivia (1.326), El 36% de los suicidios en el continente americano se producen en edades comprendidas entre los 25 y los 44 años, y un 26% entre los 45 y los 59 años. Para prevenir este tipo de muertes violentas, la OMS determinó que septiembre será el mes de la prevención del suicidio, por lo que se alienta a hablar de esta problemática y poner sobre la mesa las historias de vida y las posibles herramientas que tenemos para ayudar a quien lo necesita. “Cuando fui creciendo traté de entender la decisión de mi papá” Daiana Korell tiene 29 años y es mamá de Antonio, de sólo un año de edad. Su vida transcurre entre pañales, la familia que construyó con Marcelo y su trabajo, pero antes, debió atravesar uno de los capítulos más tristes. Su papá Alfredo se quitó la vida cuando ella tenía 17 años. Daiana estaba en quinto año de la secundaria, en plena adolescencia, donde los tiempos libres siempre se comparten con amigos y amigas, y donde las preocupaciones son muy pocas.
Alfredo tenía 49 años y vivía con Daiana, tras separarse de su mujer. El 1 de abril de 2009 todo cambió en la vida de la familia. “A media mañana llega mi mamá a la escuela y me dijo que papá había tenido un accidente”, comenzó a relatar Daiana a ElDía: “pero cuando llegamos a casa estaba toda la Policía y me acuerdo que mi hermano me dijo que papá se había suicidado, que se había pegado un tiro en la sien y que lo había encontrado él que en ese momento tenía 25, 26 años”. “Yo era re chica y mi hermano se tuvo que hacer cargo de la sala velatoria y de todo. Yo no podía hacer nada. Después de esos días yo no indagué ni pregunté nada. No quería saber qué pasó, porque ya estaba todo y no podía cambiar nada”. “Cuando fui creciendo traté de entender la decisión de mi papá y me costó mucho tiempo superarlo. Hoy me quedo con los recuerdos, pero nunca quise saber, pero tampoco nunca me lo hubiera esperado porque yo no lo veía mal”, alertó Daiana y agregó: “Es como dicen: capaz que estás re mil depresivo y tenés un montón de líos, y por fuera nadie lo nota”. Su papá les dejó una carta que Daiana pudo leer unos días después. Allí decía que se cuiden y “muchas otras cosas lindas”. Atención al suicida Línea gratuita: 135 Doce años después de aquella tragedia, Daiana recuerda que ese momento de tanta angustia lo pasó con su hermano y su mamá. “Mi familia es re chiquitita y también tuve la suerte de tener a mi mejor amiga y a su familia, que era como la mía. Yo no tenía pareja, nada, estaba bastante solita, pero siempre tuve personas buenas alrededor”. “Al principio no caía, pero con el paso del tiempo traté de tapar todo. Pero diez años atrás tuve muchos momentos de estar mal y de pasar días llorando. Fue ahí cuando empecé a procesar todo y decidí hacer terapia porque no lo había superado”, recordó. Daiana confiesa que ahora ve la muerte de otra manera. “La muerte nunca es linda, pero la muerte natural es diferente”, resume y asegura que si alguna enseñanza le dejó semejante paso es a estar atenta a las necesidades de los demás, y a siempre mandar un mensajito para saber cómo están las personas que uno quiere. Por supuesto que las huellas son profundas: por años sintió miedo de perder a alguien de esa manera; pero con la terapia pudo superarlo y perder esa angustia. “Para mí un mensaje es re importante; aunque no podamos hacerlo físicamente, es lindo mandar un mensajito”, cerró la mamá de Antonio. El recuerdo de Matías: “No siempre para estar mal hay que tener cara triste” El 16 de septiembre del 2006, hace 15 años, Florencia perdió a su hermano Matías de la manera más triste. Con apenas 21 años, el bombero voluntario decidió quitarse la vida en el Cuartel de Gualeguaychú. Fue voluntario durante 5 años y por decisión propia vivía en el cuartel. Él era atleta: hacía triatlón y duatlón y hasta ganó el “Desafío de la Aventura” en 2001 donde participó con su hermano mayor. También trabajaba de cadete en una farmacia y hacía encomiendas a Buenos Aires; practicaba ciclismo y natación. Era un joven muy sano, deportista y con vocación solidaria. Su hermana tenía apenas 12 años y lo recuerda como una persona muy compañera, alegre y predispuesta a ayudar. Tenía muchos amigos y gente que lo recuerda siempre feliz. “Con la mirada de hoy, que tengo 27 años, puedo observar cosas que pasaron en ese momento como algún disgusto con alguna novia o la inestabilidad laboral. Por decisión de él vivía en el cuartel; y creo que no pudo acercarse a alguien para expresar lo que le estaba pasando; porque a esa edad se viven muchas emociones juntas”, comenzó a relatar Florencia con su beba Amparo en los brazos. “Él tenía una manera de ser muy alegre, y es importante saber que no siempre para estar mal hay que tener cara triste. También creo que el cuartel no es el mejor lugar para que te escuchen; porque para algunos sos sólo un numerito”, resaltó. Su familia está conformada por mamá, papá y cuatro hermanos. “Nuestros padres trabajaban de sol a sol y nosotros no reprochábamos; al contrario, siempre agradecí porque nos acompañaban a todos lados. A Matías lo acompañábamos siempre a todos lados de la provincia en sus competencias deportivas. Creo que tal vez le faltó alguien con quien hablar”. El día de la tragedia, Florencia con sus 12 años, estaba con sus padres y su hermano de 15. Era sábado a la noche y al otro día tenían un encuentro de danzas, por lo que ella estaba preparando su ropa. Golpearon la puerta; era gente del Cuartel de Bomberos trayendo la peor noticia: Matías se había suicidado. “Primero se enteraron mis padres en la puerta que gritaban “no puede ser, no entiendo; fue un accidente”. Después nos llevaron a toda la familia y ahí tengo algunos registros. A mí después me dejaron con una vecina. No me dejaron participar del sufrimiento en ese momento porque la noche iba a ser larga. Hoy lo re agradezco, pero en ese momento no entendía bien”, recuerda Florencia y resume: “Ese día despedimos a mi hermano, rodeados de mucha gente; y al otro día siguió la vida. Todos fuimos a la escuela…no pudimos tomarnos ni un día, pero yo no podía cuestionar el dolor de mi mamá con 12 años. Con el tiempo entendí, porque ¿de qué nos servía quedarnos todos en ese ambiente? “Con el paso del tiempo fuimos sanando, liberando y aceptando, pero con el tiempo yo agradecí que no nos dejen sumergirnos en el dolor. Yo me refugié mucho en mis compañeros, en el secundario y mamá tuvo mucha fortaleza para seguir. Ella nos hacía de comer. Hoy lo veo y no me entra en la cabeza… ¿cómo hizo? Ese domingo del sepelio, volvimos a las 12.30 del mediodía y se puso a hacer milanesas para toda la familia. Es una imagen muy fuerte que me quedó”. “Así siguió todo, y en el camino nos fuimos acomodando porque es algo irreparable, pero creo que nunca más podés volver a ser el mismo. Nos tuvimos que construir de otra manera; yo nunca hice terapia y durante muchos años no hablamos del tema. Ahora sí conversamos con más libertad y hasta puedo recordar cosas con una sonrisa”, recuerda la hermana de Matías. El entonces bombero voluntario había vuelto de un servicio a las 18 horas de ese sábado y le dijo a su compañero: “decile a mis viejos que me perdonen”. Según relata Florencia, “ese compañero interpretó que era porque no iba a manejar el remis de papá a la noche, pero no le preguntó nada. Fue esa persona quien lo encontró a mi hermano… tres meses después encontraron una caja de zapatillas y en la tapa, del lado de adentro, estaba escrito: “Mamá, papá, perdonen”. Por eso, resalta que “cuando una persona dice: “me quiero matar, me quiero morir”, no lo está diciendo y nada más. Hay que estar atentos, porque la decisión del suicidio es sólo por ese momento; es un instante en el que te querés escapar de una situación, pero después ya no hay revancha”. Los hombres y la tonta “obligación de ser fuertes” Según estadísticas oficiales, las tasas de suicidio en hombres son muy superiores a las de las mujeres, y representan alrededor del 78% de todas las defunciones por suicidio, según declaró la portavoz de la OMS, apuntando a diversos motivos que explican esta diferencia: cuestiones de igualdad de género, patrones de consumo de alcohol y búsqueda de atención para los trastornos mentales, entre otros. La imposibilidad de mostrarse débiles, tristes, de llorar delante de familiares y pedir ayuda, son elementos que suman a una situación delicada que atraviesan los hombres en situación de vulnerabilidad mental. Para romper con estas estadísticas es primordial romper con estos paradigmas donde muestran “al hombre o al padre como el pilar de la familia”, y además, como el proveedor económico. Sin dudas, estructuras viejas que aún perduran en muchas familias. Es importante que sepas… *La persona que se suicida no desea morir. La persona que tiene ideas suicidas está transitando una situación de ambivalencia en su vida, es decir, desearía morir si su vida continúa de la misma manera, pero desearía vivir si se produjeran cambios significativos en ella. *Se cree que el que dice o amenaza con quitarse la vida, no lo hace, sin embargo, la mayoría de las personas que se suicidan, hicieron saber el propósito de acabar con su vida. *El suicidio o intento de suicidio puede ocurrir durante un proceso depresivo o no. *Hablar con una persona sobre sus intenciones de matarse no incrementa la posibilidad de cometer suicidio. Dialogar sobre el tema reduce la posibilidad de cometerlo y puede ser una oportunidad para ayudar a quien está padeciendo. *No debe asociarse el suicidio y el intento de suicidio con acciones de cobardía o valentía, tampoco con hechos románticos o heroicos. *Suele afirmarse que los niños no se suicidan. Sin embargo, una vez que un niño adquiere el concepto de muerte puede cometer suicidio. *La tendencia al suicidio no es hereditaria. Lo que sí puede trasmitirse por medio de la educación es la visión sobre el suicidio como una forma de solución a los problemas. Cómo prevenirlo Reconociendo los signos de alerta: Aislamiento, persistencia de ideas negativas; dificultad para comer, dormir y trabajar; desesperanza; llanto inconsolable; repentino cambio de conducta. Podemos ayudar: Mostrando interés y apoyo; respetando las diferentes expresiones de sentimientos; eliminando prejuicios. El suicidio no es ni bueno ni malo, tampoco un hecho delictivo, es una situación de sufrimiento. Desde casa, desde la escuela, desde cada espacio, motivando a las personas para que hablen sobre cómo se sienten; para que tengan amistades saludables; para que tomen decisiones de manera autónoma; para que aprendan a manejar situaciones de estrés y dificultad; para que aprendan a perseverar cuando la ocasión lo requiera y a renunciar cuando sea necesario; para que tengan buena autoestima; para que desarrollen habilidades e inteligencia emocional para resolver problemas. (Fuente: Argentina.gob.ar/saludmental). ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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