De la fábrica de soda y hielo a las primeras termas de la ciudad, una vida de trabajo

Carlos y su familia llevan adelante uno de los primeros complejos turísticos de la ciudad. En 1992 inauguró los 16 bungalows y la primera pileta a la vera de la Ruta N° 42. Hoy la realidad es diametralmente distinta, Gualeguaychú creció a pasos agigantados. Luciano PeraltaSi ahondamos aún más en la vida de los Almeida, es difícil eludir la historia de la sodería Ivess y la primer fábrica de hielo de la ciudad.Carlos, quien hoy festeja sus 81 años, es una persona muy activa, "lo único que sé es trabajar", dice, y justifica su incansable actividad diaria.Nos invitó a pasar a su casa e inmediatamente comenzó a contarnos sobre la obra que están realizando: "Son dos nuevos bungalows, esperemos que para el verano sean cuatro" los que ensanchen la oferta del predio de 22 hectáreas que cuanta con 27 bungalow, 20 habitaciones de hotel y ocho dormis, y que en temporada alta se llena de carpas. -¿Cómo era el complejo hace veinte años?-Era un bañado, tuvimos que hacer mucho movimiento de tierra y rellenar. Empezamos con los bungalows cuando en Gualeguaychú había solamente dos complejitos muy chiquititos que aún están en la entrada del parque. En Pueblo Belgrano no había absolutamente nada de eso... En el '91 había quince casas como mucho.-¿Antes del turismo a qué se dedicaba?-Lo primero que tuve en la zona fue la fábrica de hielo, que la hicimos en el año '79, cuando en Gualeguaychú no había hielo, entonces hablé con el intendente y le pregunté: si yo hago una fábrica ¿voy a chocar con ustedes?, a lo que me dijo: No, me haces un favor. Le di para adelante entonces.-¿Era una empresa familiar?-La fundé yo, pero antes habíamos tenido la sodería. Nosotros nos venimos de Buenos Aires en el '63, compro la fábrica de soda que era de Elías y Abraham Zonis. Después me pongo a mejorar todo eso, porque era todo carro, ruedas de fierro... un desastre. Inmediatamente me compré las máquinas para hacer la primera planta de Soda Ivess de toda la Mesopotamia, como la de hielo, que fue la primera de fábrica rolitos en la región.-Arrancó con la soda y siguió con el hielo...-Nosotros éramos una familia muy grande. En esa época ibas a comprar hielo y te vendían una barra por cada persona, entonces teníamos que agarrar a cuatro o cinco chicos, darles propina para que hagan la cola y reciban el hielo para toda la familia... ahí vimos la necesidad de poner la fábrica.-La soda en ese entonces era muy consumida...-Por día llegamos a vender 30 mil sifones. En un tiempo la fábrica trabajó muy fuerte, después empezó a decaer cuando se empezó a imponer la cerveza. Antes se tomaba mucho vino, sobre todo en damajuana, entonces la soda marchaba como loco. Pero los tiempos cambian, hoy la juventud no toma vino, toma fernét o cerveza, esas cosas. La soda empezó a decaer, por lo que nosotros empezamos a experimentar otros rubros. Hoy la fábrica sigue funcionando, pero es muy poco lo que se vende comparado con aquellas épocas.Hace veinte años, Carlos se abrió del negocio de la soda y el hielo y se dedicó de lleno al complejo turístico que con los años decantó en las primeras termas de Gualeguaychú, hoy punto de referencia para el turismo familiar que visita la ciudad.-¿Por qué eligió vivir en Gualeguaychú?-Yo trabajé siempre en la construcción....en esa época, te hablo de cincuenta años atrás, teníamos una fábrica de soda en González Catán y un día una persona que fabricaba las máquinas me dice había una fábrica a 250 kilómetros de Buenos Aires que me podía interesar. Bueno, vamos a verla, le dije. Nosotros creíamos que a 250 kilómetros era la zona de Bragado, 9 de Julio, Chivilcoy... pero nunca pensábamos que era fuera de Buenos Aires. Cuando veníamos viajando, pasamos Zárate y le pregunto a este señor: ¿A dónde vamos? Y me dice que nos traía a Entre Ríos. Y bueno....ya estábamos en el baile, cruzamos el río en la balsa ―en esos tiempos, como rápido cruzabas el río en 7 u 8 horas― y llegamos. La ciudad nos encantó. Hicimos dos viajes, en el tercero compramos la fábrica.-No se fue más de Gualeguaychú...-Nunca más. Los primeros que vinimos fuimos mi señora, yo y los hermanos de ella. Éramos un familión muy grande y nos vinimos todos. Después llegaron mis padres y los seis hermanos, cada uno con su familia. Nos habían puesto los gitanos porque éramos una familia grandísima y vinimos a una chacra afuera de la ciudad. De ahí en adelante nunca se paró, nunca dejamos de trabajar...Los ojos de Carlos se llenan de lágrimas cuando habla de su familia, y de esa llegada a una ciudad entrerriana totalmente desconocida para los Almeida.-Se emociona cuando recuerda eso...- Si... trajimos los padres, los hermanos, todo. Toda mi familia se formó acá. Llegué con mis dos hijos chiquitos y se educaron acá, ahora no se van ni locos. La familia la hicimos acá, nosotros cargamos todo y nos vinimos. Cuando llegamos ninguno tenía casa, entonces, como yo siempre me dediqué a la construcción, tuve que hacer las viviendas para todos. Siempre hicimos todo nosotros, acá en el complejo también hicimos todo, la herrería, las piletas, todo.-Hace 50 años que elige Gualeguaychú, ¿tiene proyectos a futuro?-Voy a seguir en el turismo, haciendo las cosas que faltan hacer. Hay que seguir trabajando, no se puede parar. Hay proyectos muy grandes, pero para eso necesitamos también el acompañamiento de las autoridades... Acá trabajan 40 personas fijas, y el movimiento y el trabajo que generan las termas se multiplica por miles. Creo que las termas son muy importantes para la actividad turística de la ciudad, nosotros vamos a seguir apostando a la actividad, porque trabajar es lo único que sabemos hacer.
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