UNA FAMILIA ARGENTINO-BRASILEÑA QUE SUEÑA EN GRANDE
De San Pablo a Gualeguaychú: la historia de superación detrás de una fábrica de alpargatas
Hace dos años, Nahuel y Juliana se casaron en Brasil para poder ingresar a Argentina, cunado las restricciones por el Coronavirus eran muy severas. Ahora, a fuerza de mucho esfuerzo y, sobre todo, de animarse a soñar, inauguraron Alpargatas Argentinas, la fábrica que vende más de 7 mil pares al mes en casi todo el país.
Luciano Peralta
La pandemia del Coronavirus nos cambió la vida a todos. A esta altura está más que claro que no “salimos mejores”, ni mucho menos, como se decía durante las primeras semanas de encierro. Pero sí es cierto que esta situación extraordinaria, en la que todos los días la realidad nos hacía conscientes de la finitud de nuestras vidas, empujó a muchos a tomar decisiones importantes.
A fines de abril del 2020, cuando poco y nada se sabía del Coronavirus, cuando la incertidumbre y el miedo eran enormes, Nahuel y Juliana dejaron la monstruosa San Pablo, donde nació y creció ella, y donde vive prácticamente la misma cantidad de personas que en toda Argentina, para instalarse en la tranquila Gualeguaychú, en el sur entrerriano.
No fue nada fácil cruzar de un país a otro, en medio de grandes restricciones sanitarias. De hecho, para hacerlo debieron practicar, en Uruguayana, en paso de frontera, una unión estable, documento que deja constancia de la relación entre ambos.
Ya instalados en Gualeguaychú pudieron empezar su nueva vida, pero nada fue sencillo en tiempos pandémicos. “Empezaron a pasar los meses y los dos seguíamos sin trabajo, pensamos en volver a Brasil, pero decidimos quedarnos. Juliana empezó a vender comida brasileña y yo la ayudaba, con eso, más o menos, fuimos safando”, contó Nahuel a AhoraElDía.
“En un momento, mi abuelo me contó que en Basavilbaso había una fábrica de alpargatas que se estaba por fundir y, sin saber absolutamente nada de alpargatas, me puse en contacto. Me fui hasta allá, los conocí, una gente muy buena, y le propuse vender su mercadería. Yo soy vendedor, es lo que sé hacer, al principio no le vendía a nadie, ¡pero a nadie! Hasta que salió una primera venta, de 280 pares, la alegría que tenía no te la puedo explicar”, recordó el gualeguaychuense.
La sociedad con la fábrica de Basavilbaso se convirtió en un éxito: la misma pasó de vender algunos pocos pares al mes, a producir 2 mil o 3 mil. La incorporación del nuevo vendedor había resultado el renacimiento de una empresa que parecía destinada a la desaparición.
La apuesta a las redes sociales y al comercio electrónico fue crucial para dar el salto. “Me puse con la compu y en unas semanas armé la página -www.alpargatasargentinas.com.ar-, empezamos a invertir en publicidad y enseguida logramos entrar en los mercados de Chaco, Misiones, Catamarca, Corrientes, Santiago del Estero, Tucumán, Río Gallegos, Chubut y hasta en Uruguay”, enumeró el joven emprendedor.
Con varios clientes en su cartera y entusiasmados con el nuevo desafío, la familia argentino-brasileña quiso dar un paso más: ¿por qué no tener su propia fábrica de alpargatas?
“En enero conocimos una fábrica de Lanús que vendía todas las máquinas, nosotros vendimos un departamento y con ese dinero las compramos, sin saber siquiera cómo se usaban. Fue una apuesta enorme, rodeada de miedos e inseguridades, porque ese capital era lo último que teníamos. Justo mi tío se iba de este local y nos lo ofreció, así que en unos días ya estábamos instalados”, relataron.
“Hoy somos Alpargatas Argentinas, contamos con nuestra producción y con la producción de la fábrica de Basavilbaso, ellos producen y nosotros a la vez que producimos nos encargamos de la comercialización. Acá trabajamos con amigos de la infancia, del barrio, lo que nos permite poder arrancar, ellos son conscientes de lo difícil que ha sido todo, así que nos aguantan, nos aguantamos entre todos”, remarcó Nahuel, ya instalado en su empresa de República Oriental 220.
Entre costureras, la línea de armado y los vendedores, la naciente fábrica Alpargatas Argentinas ya emplea a más de 20 personas. “Abrimos la convocatoria para las costurares y se postularos 120, hace falta mucho trabajo. Pero, afortunadamente, las alpargatas se venden bien. Son las cosas de las crisis, vos pensá que hoy por hoy comprar una zapatilla te cuesta no menos de 15 mil pesos, y por $450 te comprás una alpargata buena, reforzada”.
Actualmente, y con el local recién inaugurado, la fábrica vende 7 mil pares de alpargatas al mes. Y la apuesta, para esta primera etapa, es llegar los 10 mil. “Por el precio y por la continuidad, le hemos ganado mucho mercado a fábricas que están hace muchos años en Argentina, queremos seguir creciendo, seguir apostando al país y poder ganar otros mercados. Ya estuvimos averiguando y vamos a vender afuera, es una nueva apuesta: el objetivo es llegar a Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, Australia y España”, aseguró Nahuel, con la seguridad de quien sabe lo que es soñar y con la sonrisa de su esposa a su lado. “¿Por qué no?”, se preguntó.