Debate: denuncia por aplicación indebida de pesticidas en Larroque
Por Walter Benedetti
Especial para El Día - Corresponsal Larroque
Ocurrió en un campo a escasos metros de su domicilio ubicado en calle Aurora Piaggio de Taffarel, en inmediaciones del ex matadero municipal. Aseguró que todos los controles y las leyes son insuficientes frente a la nocividad y persistencia de lo que se utiliza para la producción agrícola.
El caso de la denuncia por la violación a la ley agroquímicos pasa a ser una anécdota menor luego de escuchar las reflexiones y afirmaciones de Rubén Kneeteman sobre el daño que este tipo de productos le causa a la naturaleza. En declaraciones a FM Latidos de Larroque dio cuenta del hecho puntual que se convierte en la cuarta exposición policial y la segunda que convierte en denuncia. Fue el miércoles de la semana pasada cuando un aplicador terrestre pasó a escasos metros de su domicilio pulverizando una solución compuesta por cypermetrina y glifosato. Ante la denuncia tomó intervención la justicia departamental, quien instruyó al gabinete de criminalística de la jefatura a que tomara pruebas del hecho. Todo eso se realizó en un tiempo récord: en una hora la delegación policial estaba en nuestra ciudad.
Kneeteman asegura que los efectos de los agroquímicos llegan a todos los habitantes, porque la volatilidad de los químicos no sólo recorre varios kilómetros, sino que su acción persiste de un modo silencioso pero tremendo por medio de la herencia genética de un organismo hacia varias generaciones futuras. “No sólo yo fui fumigado -afirmó con una irónica sonrisa-, todos los larroquenses somos fumigados, somos un pueblo fumigado. Cuando aplican estos venenos, la más mínima brisa los lleva por todos lados”, asegura.
Después de una lluvia importante, los habitantes de Larroque empezaron con vómitos, diarrea, problemas estomacales, en la piel. Para Kneeteman, todos estos problemas de salud derivaron de la acción directa de los químicos pulverizados.
Consultado sobre las responsabilidades que se reparten para que esto pueda ocurrir, opinó que es de todos los escalones del Estado. Respecto de las ley de agroquímicos, sostuvo que los 50 metros de prohibición de fumigar en torno a viviendas son irrisorios y asimismo, la ampliación a 5.000 metros que pidieron en la presentación de la agenda ambiental que el grupo realizó el año pasado “no son nada” al citar, como ejemplo comparativo, que se han hallado granos de arena del desierto del Sahara en el polo norte. Las leyes, todas, están armadas por las corporaciones”, denuncia el dirigente rural. “Somos un país de experimentación sojera, manejados por Monsanto. Yo tengo claro que mi pelea es contra esta empresa”, dijo.
En una visión más abarcativa del problema ambiental, Kneeteman llamó a que la gente se pregunte, sobre todo los que comentaban que los problemas de salud vienen por la sequía, por qué hay sequía, o por qué el año pasado, en cambio, murieron más de 70.000 cabezas de ganado a causa de la crecida de los ríos que provocaron las lluvias. Atribuyó todo esto a los desmontes e indicó: “Seguimos desmontando, seguimos desconectándonos del medio ambiente, no entendiendo que si alteramos los procesos naturales, tarde o temprano tendremos consecuencias. Así, cuando el químico cae en un arroyito, eso algún día termina en la napa. Nos creemos que nuestra vida es eterna y en realidad es una llamita de fósforo y, sin embargo, estamos enamorados de la plata y hacemos cosas inexplicables. No sabemos para qué vivimos. Digo todo esto desde el dolor que me causa esta situación pero también desde la alegría de saber que se puede luchar o vivir por otras cosas” concluyó.
“Tenemos que tenerle miedo al veneno, no a actuar”
“Tenemos que entender y tomar conciencia de que están tirando veneno que no desaparece por generaciones. Yo creo que no lo queremos ver – dijo Kneeteman-. No queremos ver que desde 1996 hay diez chicos escolarizados con problemas para caminar. No vale un solo chico que no pueda caminar ni los casos de cáncer ni los embarazos perdidos, que nos echen veneno. Ojo que esto no es un problema de Larroque. Es de África, es de la India, de Centro América. Es un genocidio contra el agua, contra la tierra, contra nuestros hijos. No lo queremos ver; si no, vayamos a las escuelas a ver lo que pasa con esos chicos con dificultades motoras. Tenemos que entender lo que está pasando, caso contrario lo vamos a seguir pagando con la salud, con las malformaciones y hasta con muertes. Todos tenemos que tomar conciencia y después, cada uno irá actuando. A lo que tenemos que tenerle miedo es al veneno, no a actuar” expresó.
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