Del siglo XIX al siglo XXI
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano* OpiniónEn el Documento de la Conferencia Episcopal Argentina de noviembre del 2008, "Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad (2010-2016), que venimos comentando en esta columna se dice:"No se puede mirar hacia adelante sin tener en cuenta el camino recorrido y honrar lo bueno de la propia historia". (N° 9)"Acercándonos al Bicentenario, recordamos que nuestra patria es un don de Dios confiado a nuestra libertad, como un regalo que debemos perfeccionar. Podremos crecer sanamente como Nación si reafirmamos nuestra identidad común." (N° 11)¿Qué se está acentuando en estos párrafos? Que no podemos saber adónde vamos si no tenemos claro de dónde venimos y que la historia que un pueblo escribe en libertad es un signo de su salud social y del respeto que manifiesta cuando trae al presente a los hacedores de su pasado.Sabemos que nuestra historia no comienza con la Revolución de Mayo. También forman parte de nuestra identidad la cultura de los pueblos originarios, la impronta de las Órdenes y Congregaciones Religiosas que misionaron en estas tierras. Y cómo no mencionar el rechazo y resistencia a las invasiones inglesas en la primera década del siglo XIX, sucesos de los que el imaginario argentino incorpora entre los más heroicos y valientes.Sin embargo, la proximidad del Bicentenario del 25 de Mayo de 1810 nos hace evocarlo como "el primer grito de libertad para nuestra Patria". (N° 7)Me acordaba en estos días de una novela que relataba la historia de un hombre que aparece perdido en un pueblo. La gente se le acerca y le pregunta: "¿Te podemos ayudar? ¿Adónde tenés que ir?". Y el hombre responde: "No sé de dónde vengo, no sé hacia adónde voy".Su horizonte era confuso e indeterminado porque no sabía dónde había comenzado su camino.Algo semejante nos puede suceder si no tenemos una mirada clara acerca de nuestra historia, de nuestro caminar como Pueblo, como Nación, como Continente. Difícilmente podamos proponernos un proyecto que sea adecuado a nosotros si no partimos desde nuestra identidad. La identidad nos da pertenencia a un pueblo concreto. "Nuestro ADN social" es sumatoria de quienes nos precedieron en hechos e ideas, y nos otorgaron el gran regalo de la memoria colectiva.Somos el resultado de los sueños y anhelos de hombres y mujeres de los siglos anteriores. Sus aciertos y errores, sus grandezas y mediocridades han construido esta Patria querida.Hoy, nosotros, hombres y mujeres del presente-constructores de la historia, nos encontramos ante el intenso desafío de sabernos tales y descubrirnos posibles y capaces de honrar a la Patria. De honrar la Vida. * Obispo de Gualeguaychú y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social
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