Duelo y tristeza: ingredientes muy importantes en la crianza

La reconocida psicóloga Maritchu Seitun habló de cómo fortalecer el carácter de los chicos. ¿Puede un celular llevar felicidad a un niño? El papel de la nueva (y exigente) generación de padres en pequeños sobre diagnosticados como ADD. Florencia Carbone ¿Por qué el duelo, la tristeza y la frustración están mal vistos en nuestra sociedad? "Por una razón que no tiene nada que ver con la educación y es que gastemos más dinero. Cuando acompaño a mis hijos a que no se pongan tristes, no se frustren, no se esfuercen, compro un IPad más grande, una tele más grande -ahora para el Mundial por ejemplo-, un teléfono más caro, o un juguete que ni pensaba comprar. La sociedad de consumo nos lava el cerebro y nos ayuda a debilitar a nuestros hijos. Cuanto más gastamos, más debilitados, y cuanto más debilitados, más gastamos. Tomen el duelo y la tristeza como ingredientes muy importantes de la crianza."La que se hace la pregunta y ensaya con naturalidad y el lenguaje llano de los que saben -y saben transmitir a los que no son expertos- es Maritchu Seitun, una psicóloga de la que seguramente alguna vez escuchaste hablar, leíste algo -es autora de varios libros, como "Criar hijos confiados, motivados y seguros"- o viste en alguna charla Tedx como la que dio en Córdoba sobre "Cómo amigarse con el enojo" https://www.youtube.com/watch?v=f-6mjK0OUfo.Frente a un auditorio repleto -en su mayoría por madres-, Maritchu dio una charla en la Escuela Cristóforo Colombo, en la Capital Federal. El título de la convocatoria había sido "Cómo fortalecer el carácter de nuestros chicos". La exposición de algo más de una hora y sus respuestas a las dudas posteriores fueron mucho más allá del tema.Para empezar, contó que una vez una mamá le había dicho que no necesitaba ir a escuchar una charla similar porque su hijo ya tenía un carácter lo suficientemente fuerte."Fortalecer el carácter de nuestros hijos no es que griten ni que defiendan sus ideas de cualquier manera. La fortaleza de carácter se parece más a Gandhi o a la Madre Teresa que a gritos o hacer lo que se le da la gana. Aunque eso esté disfrazado de fortaleza, en realidad es fragilidad. Lo que hay que lograr es que los chicos logren defenderse en el recreo del chico que les quitó la gaseosa o logren explicarle a la maestra por qué no les gusta la manera en la que les habló. Eso es fortaleza de carácter", dijo la psicóloga que en la actualidad hace orientación a padres, pero antes también trabajó en terapia individual con niños y adolescentes.Para que no queden dudas:Qué NO es fortaleza de carácter: la rigidez, la resistencia al cambio, la tozudez, la tiranía ("los chicos chiquitos son tiranos y por algo se habla de su majestad el bebe: tengo hambre, sueño y alguien tiene que ocuparse, pero esto tiene que ir cediendo"), los gritos, el mal humor.Qué es fortaleza de carácter: tener capacidades de flexibilidad ("entiendo que mamá me dijo que íbamos a ir a tomar un helado pero no vamos a ir porque le duele la cabeza y me la banco, no hago un escándalo nacional), adaptación (me adapto a la circunstancias: venía mi amigo para jugar al fútbol pero llueve, bueno hacemos otra cosa), escucha (no necesito imponer mi punto de vista), integración (es algo que hacemos hasta el día de nuestra muerte: a la mañana, cuando tenemos que levantarnos, hay que integrar las ganas de levantarnos con las pocas ganas de ir al colegio), confianza, esperanza. Cómo ahorrar dinero en psicólogos"Si quieren gastar la menor cantidad de dinero posible en psicólogos y psicopedagogos, hagan que sus niños aprendan a esperar, esforzarse y frustrarse", aconsejó. Empatía, límites y duelo son bioinseparables, asegura. "Me pongo en tu lugar y entiendo lo que te pasa, te pongo el límite porque vos así no podés tratar a alguien y te acompaño en el dolor que te causa lo que te pasó y te hizo enojar", describe antes de asegurar que "el dolor está muy degradado en nuestra sociedad: no queremos que los chicos sufran, que se pongan tristes. Estamos todo el tiempo esquivando el dolor. Se murió el canario, vamos corriendo a comprar otro antes de que vuelvan de la escuela. Y desde ya les digo que el duelo es parte del fortalecimiento de los chicos y que es mejor que trabajemos la muerte con el canario, que con la abuela. Tengámoslo preparados para eso".Seitun admite que hay muchos chicos que necesitan psicóloga o psicopedagoga, pero hay otra enorme cantidad que cuando llegan a la consulta, lo que ve el profesional es que en la casa no aprendieron esas tres cosas (espera, esfuerzo y frustración) y entonces es lógico que cuando tienen enfrente un problema de Matemática que tiene 5 renglones, lo miren y digan: Es muy largo, no me va a salir, lo tiro a la basura. "Como no lo leyó, obviamente le saldrá mal, hará cualquier cuenta, y de ahí la deducción será: No sé Matemática. Si tiene confianza, esperanza, etc, el mismo chico piensa: Esto me tiene que salir. Y prueba una vez, dos veces, hasta que en la tercera, cuando le sale, le da mucha fuerza." Abandono crónicoPreguntó entonces si habían tomado nota de un fenómeno que se da en todas las edades: el abandono de los chicos por falta de fe. "No quiero dibujar más porque no me salió el dibujo. Lo que parece un problema atencional -ahí aparecen los adultos diciendo: Este chico no dura un minuto en las actividades- en realidad tiene que ver con eso de no poder esperar, frustrarse ni esforzarse, entonces van abandonando y cambiando de actividad. ¡Mirá ese chico es ADD (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, por su sigla en inglés)! No, a ese chico le falta fortaleza interna para poder seguir pateando la pelota hasta que entre al arco", dice tajante Seitun. Te puede interesar: Drogas: "El flagelo es una cuestión de salud pública y de educación" ¿Qué recursos pueden usar los padres para fortalecer el carácter de los chicos?Maritchu dice que hay elementos que son como los ingredientes de una torta, que no pueden faltar: autoestima y amor incondicional, capacitación emocional, buenos límites, y nuestro modelo."Eso del amor incondicional tiene que ver con una frase que me pasó una amiga y que decía que los niños crecen en la mirada enamorada de sus padres: nos sigue importando lo que dicen nuestros padres a lo largo de nuestras vidas, pero cuanto más chico es el chiquito, más le importa", aclara.Y pone como ejemplo a un nene de tres años, que antes de trepar un árbol mira a sus padres y piensa que podrá hacerlo o no en función de lo que le digan. "Pensemos el efecto que tiene en ellos que le atemos las zapatillas o les ajustemos el cinturón. ¿Qué les estamos diciendo sobre ellos? Vos no podés, no sabés, la que sé soy yo".Otra aclaración importante. Tener una "mirada enamorada sobre nuestros hijos no significa decirles: sos re inteligente", se refiere a tener una mirada "enamorada de la persona"."Cuando uso muchos adjetivos sobre mi hijo: ¡qué lindo que estás!, ¡qué genio que sos!, o ¡qué irresponsable!, ¡qué torpe!, ¡qué inútil!, estamos diciendo algo sobre su persona entera que le pesa un montón. Traten de hablar con acciones en vez de con adjetivos: Cuando te pido algo me gusta saber que lo vas a hacer es distinto a decir sos un irresponsable. Cuando digo sos un irresponsable, estoy diciendo toda tu persona es irresponsable porque no trajiste la mochila para que miremos la tarea. En cambio de la otra forma, toda la persona queda salvada pero quiero que traigas algo cuando te lo pido".Maritchu reiteró en varias oportunidades que cuanto más chicos son los niños, más sienten que son lo que los padres les dicen que son. "Si les decimos que valen mucho, ellos creen que valen mucho. No tienen otras referencias. El gran desafío como padres es cómo sostener esa mirada enamorada, porque es fácil enamorarse de un bebito de 3 meses, pero esperen a que tenga un año y medio y rompa y tire todo, que llegue a los 4, que está todo el tiempo peleando con sus hermanitos...", dijo sonriendo.La psicóloga explicó que esa mirada de "me gusta como sos", le sube la autoestima, le permitirá fortalecerse afuera y le da la sensación de que el mundo lo recibirá bien."Si llego a casa y mi papá está fascinado de verme, cuando llegue a la escuela imagino que a la maestra y a mis amigos les pasará lo mismo. Si voy calladito, con dudas de mí mismo, nadie se enterará de que llegué. Si me siento bien conmigo mismo, voy al mundo con una actitud positiva. Pero no podemos mentir, no puedo decirle a un chico ¡qué bien jugaste al fútbol! si no jugó bien. Puedo decirle qué entusiasmo le pusiste, cuánta garra, algo que sea verdad. Si no, ese chico me dirá, cállate, me lo decís porque sos mi mamá".Otra cosa importante para lograr esa "mirada enamorada" son las expectativas. Si espero que mi hijo de 3 años se quede sentado a la mesa durante 25 minutos estoy soñando algo que es imposible. Si espero que mi hijo de 7 años se acuerde de que tiene tarea es muy difícil."Sin abandonar, tenemos que ir viendo que las cosas ocurran dentro de un rango que sea el esperable, porque es importante lo de las expectativas con los hijos, pero no hace falta tirarle de los pelos para que crezcan. Si a una planta le doy agua y luz, sabe crecer. A un chico le pasa lo mismo. Hay que crear un ambiente donde el chico pueda desplegar su potencialidad. Con más o menos tiempo lograrán las cosas, pero no les tiremos de los pelos para que hagan lo que queremos. ¿Por qué lo hacemos? Por nuestra falta de confianza. En las expectativas también revisemos qué espero yo de la vida y de mi hijo", comentó. Profesionales A+, Padres JEn otro de los pasajes de la charla, la psicóloga contó que tuvo a sus hijos muy joven. "No sabía hacer nada por lo tanto me parecía razonable equivocarme también con los chicos -admitió-. Pero hoy tenemos una generación distinta de papás. Son mamás y papás exitosos profesionalmente, que han hecho muchas cosas muy bien, y que en el informe de fin de año de la empresa tienen un A+. Pero tienen un bebito J. Cuando tengo el primer hijo a los 35, habiendo tenido un montón de logros en otros ámbitos, tiendo a creer que mi hijo me va a salir igual que la campaña publicitaria de la empresa. Y un hijo es el fracaso de todas esas posibilidades. Hay que ser muy fuerte para poder sostener que no come, no duerme, no se porta bien".Bajar las expectativas lleva mucho tiempo, admitió Maritchu, al tiempo que decía que parte de la solución puede pasar por: "Exigirme menos a mí para exigir menos a mis hijos".Y entonces comentó otro de los "errores" más habituales de las madres: corregir la tarea de los chicos. "No se tienen que encargar de eso. Es un error. Así la maestra se cree que un tema está bien enseñando. Si la mitad de la clase lleva una tarea mal hecha, el docente se planteará que tiene que enseñar nuevamente el tema porque no lo aprendieron bien".Como casi todo en la vida, lo mejor parece ser encontrar el justo medio: Ni demasiadas expectativas ni muy pocas."En medicina se habla de ventanas de oportunidad. Hay una ventana de oportunidad para aprender a hablar y el chiquito que no logró hablar a los dos años o dos años y medio es probable que tenga una pequeña secuela en el aprendizaje. O sea, tampoco es que no hay que hacer nada. Hay que aprovechar las ventanas de oportunidad para cada cosa. La ventana de oportunidad para que esperen, se esfuercen y se frustren es la infancia. También para ciertas actividades como comer solo, dormirse, vestirse y otras cuestiones que tienen que ver con la autonomía. Si quiero que mi hijo no se ensucie le voy a dar de comer hasta los 7 años, y si quiero que se limpie la cola y no se paspe, le voy a tener que limpiar la cola hasta los 14".Definitivamente Maritchu no es de las que suscribe la teoría de padres "amigos" de sus hijos. "Mi frase de cabecera es "Para ser buenos papás tenemos que tolerar que los chicos se enojen con nosotros", menciona.Casi sobre el cierre asegura que tratar a los chicos de esta manera (no permisiva ni sobreprotectora) favorece el pensamiento crítico y la toma de decisiones."Déjenlos equivocarse y pensar sobre sus errores para que cuando tengan 16 y estén más lejos tengan algún criterio de pensamiento crítico y de toma de decisiones", aconseja.Y cierra con una frase que resume a la perfección la hora de charla: "Seamos suficientemente fuertes para mantenerlos seguros pero no tan poderosos como para que no puedan probar sus alas. Si soy una mamá helicóptero que está sobrevolando sobre la nariz de mi hijo y nunca lo dejo equivocarse ni hacer nada, no tendrá ninguna independencia. Si lo suelto tanto que le da vértigo, muchas veces los chicos se meten adentro de un sistema y no pueden crecer". Otra vez, el justo medio se cuela en la vida. Cambiar el chupete por el celular"Soy fanática de que los chicos dejen el chupete no pronto, pero sí de día. Porque el chupete es un corcho. Llora, le pongo el tapón, no llora más y pierde la oportunidad de decir que está enojado porque no quería que su papá se fuera. Y ahora pasamos del chupete al chupete electrónico", dice Maritchu Seitun antes de relatar lo que ven en el consultorio."Cuando estamos en la sala de espera del médico, para que mi hijo no me moleste, le tiro mi celular o saco mágicamente la Tablet de mi cartera. Estoy usando un chupete electrónico. La sala de espera es una oportunidad fabulosa para conversar con nuestros hijos, jugar al ahorcado... Trabajo en un consultorio médico y es lamentable el mal uso de esas oportunidades que se ve. La mamá va con dos niños y tres pantallas. ¡Se portan perfecto! En el grupo médico están evaluando sacar el cable porque nadie mira tele. ¡Hay un empobrecimiento de la persona! Cada vez que le tiro una pantallita pierdo la oportunidad de hablar de lo que le asusta, le molesta, le entusiasma, etc."Dentro de los cambios revolucionarios que vivimos, la psicóloga destaca uno en especial: el de la escucha."Ustedes y yo aprendimos a escuchar, escuchando. Nuestros padres nos decían: cállate la boca, no seas irrespetuoso, mirame a los ojos y si no ardía Troya. Hoy sabemos que aprendemos a escuchar siendo escuchados. De todos modos, comprender no significa estar de acuerdo: entiendo que querés un caramelo más, pero lo vamos a comer después de comer. Despacito les explicaremos que los caramelos no se van a mover y seguirán estando ahí cuando terminemos de comer, ellos nos escucharán y nosotros a ellos. ¡Es un gran cambio! Acepto lo que quieren, desean y piensan, pero no quiere decir que voy a hacer lo que quieren o que van a poder decir cualquier cosa", explica. Algunas definiciones "Separemos autoritarismo de lo que es la buena autoridad. En el autoritarismo, los padres dicen es así porque yo lo digo, me importa nada lo que pienses. Esos papás autoritarios enseñan a sus hijos lo que tienen que pensar. La plena autoridad enseña a pensar porque pregunta, dice, pone límites claros. El chico va aprendiendo a controlar lo que le pasa" "Hay que poner consecuencias cumplibles. Es nuestra tarea como padres que si los chicos no hacen algo bien paguen por eso, para que cuando sean grandes sepan que si hacen algo inadecuado pagarán consecuencias. Si tengo un chiquito alzado y me muerde, lo pongo en el piso. Inferencias de ese tipo los ayudarán para que cuando tengan 17, estén en el boliche y vean que el primo que los iba a llevar a su casa está un poco pasado de copas, como aprendieron y pagaron un montón de consecuencias, lo van a mirar y le dirán: mejor llamo a mamá que me venga a buscar" "Tienen que ir aprendiendo a los 2, 5, 7, 11, que nuestra conducta tiene consecuencias. No estudié, me saco mala nota. Esto hace que tenga que rehacer la prueba y que seguramente pida ayuda a la madre para estudiar. Eso es muy distinto a que la madre lo ande persiguiendo por la casa para estudiar como si fuera ella la que tiene que rendir" "Las consecuencias tienen que ser cortas (en Jardín se habla de un minuto por año de edad, en los más grandes es quedate un día sin tele, un día sin Play. Si te dejo un mes sin salir lo que voy a conseguir es un chico que no querrá estudiar ni por casualidad). En lo más posible, reparadoras: me contestaste mal, ordename el cajón de la mesa de luz. Cuando pasamos de castigo a consecuencia, el gran cambio es que no hace falta que sufran. ¿Perdiste el sweater? Me lavás el auto cuatro veces. Y con los 400 pesos que no te voy a dar y pongo en un rincón de mi billetera, vamos a ir juntos a comprarte uno nuevo. Mientras tanto, ponete el que tenés, aunque te quede corto" "Educamos 80/90% con lo que hacemos y 10/20% con lo que decimos. No digamos, hagamos. Si no tiro papelitos por la ventana y trato respetuosamente a la gente, el chico lo hará. Ellos copian absolutamente todo lo que hacen sus papás, de hecho un niño adoptado en muy poco tiempo tiene los gestos de su papá y de su mamá"
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