Duhalde se lanzó para pagar viejas deudas: Kirchner y los votos
Por Jorge BarroetaveñaDuhalde tiene una vieja deuda pendiente y va por ella. No sólo carga sobre su mochila haber elegido a Néstor Kirchner para sucederlo, tampoco nunca pudo acceder a la presidencia por el voto popular. Primero perdió las elecciones del '99 con De la Rúa y después fue electo por el Congreso, en plena debacle del verano del 2.002. Pero saldar esa deuda, no será nada fácil.Urgido por los tiempos de la provincia de Buenos Aires y por ver el impacto concreto que su nombre tiene en las encuestas, Eduardo Duhalde se lanzó definitivamente. En una entrevista acordada previamente con TN (la señal de noticias del Grupo Clarín) la primera pregunta que respondió no dejó lugar para las dudas: "¿Va a ser candidato a presidente...?", lanzó Bonelli. Duhalde lo miró fijo y contestó seco y contundente: "sí".A partir de ahí desgranó sus ideas sobre las elecciones del 2.011, lo que le queda de mandato a Cristina y hasta dónde llegará su pelea con Néstor. Repitió un concepto que le gusta para definir al ex presidente cuando habló de "liderazgo extorsivo" y no se privó de torearlo un poquito cuando vaticinó que ni siquiera se presentará en la interna. Pero el ex presidente es un político astuto, digno representante de su generación, con todo lo bueno y lo malo que eso significa. Lo demostró cuando habló de la inseguridad , que figura al tope de cualquier encuesta seria, entre las principales demandas de la sociedad. Y de machacar sobre el concepto del consenso y lo que significa establecer políticas de estado, independientemente de los partidos políticos. En su papel, más allá del bien y del mal, Duhalde tampoco escatimó elogios para la UCR y dijo que le alegraba su reorganización. Para él sólo el bipartidismo o la alternancia en el poder entre dos partidos mayoritarios es lo único que le dará estabibilidad a la democracia argentina.La confirmación de Duhalde provocó un tembladeral en el PJ. Después de la última respuesta pública de Reutemann, que por enésima vez le escapó a la presión y fugó hacia adelante, el bonaerense se decidió a formalizarlo públicamente. A ver. Es cierto lo que dice: los tiempos de la Provincia de Buenos Aires, donde se librará la madre de todas las batallas, no son los mismos que el resto del país. La pulseada con los intendentes el Conurbano y con la gobernación de Scioli promete ser pantagruélica e histórica para la vida del peronismo.Pero Duhalde arrastra su propia historia, con contras y ventajas. Ante la sociedad se presenta como el piloto de tormentas que capeó el temporal del 2.001, pero también lo persiguen las acusaciones y los fantasmas sobre su complicidad con la caída de Fernando De la Rúa. "Me chafó los ahorros", disparó el ex presidente radical sobre Duhalde en las últimas horas. Su pasado menemista y las dos gobernaciones en Buenos Aires no son puntos a favor. Le guste o no, el lomense forma parte de la pléyade de dirigentes peronistas que han conducido el distrito más grande de la Argentina desde el retorno de la democracia. ¿Cuál es el saldo? Más pobreza, más indigencia y por consecuencia, más problemas sociales. De todas maneras, Duahlde siente que el principal reproche que le hace la sociedad y se hace él mismo es haberlo elegido a Kirchner en el 2.003. Sin el apoyo del aparato bonaerense el sureño jamás hubiera forzado a Menem a un ballotage. "Soy el padre del monstruo y me tengo que hacer cargo...", suele confesar en la intimidad.Para volver, Duhalde cuenta varias a favor, sobre todo haber apagado el incendio del 2.001. Si no era él, ¿quién se hacía cargo de la presidencia en ese momento? Acertó cuando lo eligió a Roberto Lavagna como ministro, cuando nadie lo tenía en cuenta (tanto que Kirchner lo ratificó luego en el cargo), en calmar las aguas revueltas de la sociedad lanzando el Plan Familia (génesis del Jefes y Jefas de Hogar) y en convocar al Diálogo Argentino que fue la primera iniciativa seria de buscar consensos con actores que luego serían combatidos por el kirchnerismo: el campo y la iglesia.Duhalde cree que con su figura, alcanzará para aglutinar a todos los desencantados con el liderazgo de Néstor. Supone que los mismos gobernadores que hoy dudan y los intendentes que protestan por lo bajo, buscarán salvar su propio pellejo en el 2.011 tratando de evitar que Kirchner los arrastre a una derrota segura. Entre muchos de los caciques del Conurbano (esos que estuvieron con todos los gobiernos peronistas) se instaló el temor a perder otra vez en la Provincia de Buenos Aires y por ende, quedarse sin la larga hegemonía que llevan desde los '80. Las críticas al lanzamiento duhaldista fueron pocas y tibias. Solá, Das Neves (el más duro) y Díaz Bancalari objetaron el momento pero admitieron su derecho a presentarse.Lo cierto es que las aguas del PJ se han revuelto un poco más, pero arrojan algo más de claridad. El peronismo está buscando un nuevo liderazgo, diferente quizás al de Néstor Kirchner. Pero el ex presidente, desde su cuartel general de Olivos, no se dará por vencido tan fácilmente. Cuanta a favor que el 2.010 será un año de recuperación económica y su fenomenal manejo de la caja. Nunca, ninguno, ha sido como él, más eficiente en la utilización de los fondos públicos para 'disciplinar' a los díscolos, o 'convencer' a los dudosos. Con la ristra de leyes que aprobó el Congreso en estos meses se aseguró contar en los últimos dos años de gestión con las herramientas adecuadas para buscar extender su hegemonía. Y vaya si Kirchner sabe cómo hacerlo.Por eso, el peor pecado que podrían cometer sus opositores es subestimarlo. Es cierto que la sociedad parece haberle bajado la persiana al proyecto sureño, cansada de la prepotencia y el patoterismo. Pero su sobrevida amaga con ser larga. Y posee además una cualidad: puede ser sumamente dañina.
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