Editorial: ¿Marcha atrás con la energía nuclear?
El país más industrializado de Europa, cuyos científicos desarrollaron en el siglo XX la energía nuclear, acaba de renunciar a las centrales atómicas, en una decisión de alcance global.El ministro de Medioambiente de Alemania, Norbert Rottgen, declaró a la prensa que se país determinó apagar sus centrales. Catorce de los 17 reactores alemanes ya no estarán en servicio hacia fines de 2021, y los tres últimos funcionarán hasta fines de 2022 a más tardar.Los siete reactores alemanes más antiguos ya habían sido desconectados de la red de producción de electricidad, tras la catástrofe de la central nuclear de Fukushima, en Japón.La calamidad sufrida en el país asiático ha puesto en el banquillo de los acusados a la energía nuclear. El debate, en realidad, toca un dilema de fondo de la actual civilización.La contaminación por radiación ha causado verdadero pánico mundial. Gobernantes y políticos acusaron el golpe. Innumerables planes de inauguración de nuevas plantas nucleares, en especial en Europa, fueron clausuradas, mientras el miedo atómico gana predicamento en la opinión pública.Suiza fue el primer país del Viejo Continente en abandonar las centrales nucleares. Pero la decisión de Alemania, la gran potencia industrial de Europa, marca un giro trascendente.Los sentimientos antinucleares en ese país vienen de lejos y se traducen en masivas manifestaciones de ciudadanos, la última de las cuales, este sábado, congregó a 160 mil personas en 20 ciudades del país.La reacción de la sociedad civil alemana ha tenido un correlato en la política. El partido de los Verdes, fuerza de carácter ecologista, vio incrementada su popularidad tras el accidente de Fukushima.Dicho partido insiste en la necesidad de recurrir a las energías renovables en lugar de las centrales de carbón. "No se trata solamente de saber cómo salimos de la nuclear, sino también a qué velocidad, y con qué ambición ingresamos en las energía renovables", afirmó la copresidente de los Verdes, Claudia Roth.Ahora todo el mundo se pregunta si la decisión de la administración de Angela Merkel se mantendrá, sobre todo ante el previsible enojo del poderoso lobby nuclear alemán."Nuestro sistema energético puede y debe cambiar en forma fundamental. Queremos que la electricidad del futuro sea más segura y, al mismo tiempo, confiable y económica", dijo hace poco la canciller.Alemania tendrá que hallar antes de 2022 la forma de producir 22% de sus necesidades eléctricas, actualmente asegurados por las centrales atómicas. El país subvenciona las energías renovables (eólica, biomasa, agua), que representan ahora el 18% de la producción eléctrica.El sistema energético alemán también se alimenta de gas natural; representa el 14% de la producción. Alemania produce poco de este combustible y por tanto debe importarlo, sobre todo de Rusia.La pregunta se impone: ¿cuántos países, sobre todos industrializados, imitarán la decisión alemana de renunciar a la energía atómica? ¿Cómo recibirá la opinión pública mundial esta noticia? ¿Qué harán los gobiernos?Mientras la generación de energía atraviesa estos dilemas, los analistas invitan a pensar la otra cara del problema: el consumo. En sólo 40 años la provisión energética global se ha duplicado para abastecer a una demanda imparable.Ahora mismo nuevos contingentes humanos, que pretenden mejor estándar de vida, se suman a la rueda del consumo. De ahí que las proyecciones para los próximos 20 años dan cuenta de una nueva duplicación del consumo en un período más corto que el de la duplicación anterior.
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