Editorial: Una sociedad que finge importarle la educación
Más del 50% de los adolescentes argentinos no comprende lo que lee. ¿A quién o quiénes conmueve este dato, en un país donde se ensalzan las virtudes de la educación?Que los adolescentes tienen series dificultades en comprensión de textos es algo que casi no necesita medición. Basta con ir a cualquier secundario o los primeros años de la universidad para corroborarlo.Como sea, vale el dato producido por el Programa Internacional de Evaluación de Alumnos (PISA) que realiza exámenes internacionales cada tres años.De 75 países evaluados, Argentina se ubica en la posición 58, tras la prueba 2009 que se focalizó especialmente en la comprensión lectora. Ahora nos enteramos también por PISA, que los estudiantes argentinos no sólo tienen problemas de lectoescritura.Un reciente estudio de esa entidad revela que los estudiantes secundarios argentinos encabezan el ranking de indisciplina y desatención dentro del aula.A todo esto, más de la mitad de los chicos argentinos no tienen PC ni libros en su casa, considerados activos importantes en el proceso de formación, según la última medición de la Universidad Católica Argentina (UCA).En tanto, hay estadísticas que revelan que muchas familias sacan a sus hijos de la escuela pública porque no se cumplen los 180 días de clase, fijados por ley.¿Cuál es la utopía de los argentinos? ¿Ganar la copa América, que se organiza con toda la pompa oficial en junio, o declararle la guerra a la ignorancia, que hipoteca el futuro de millones de jóvenes?Democracia quiere decir, literalmente, poder del pueblo, soberanía y mando del "demos". ¿Qué pasa si este demos sabe poco y nada, si su cultura es paupérrima?La pregunta hace a la esencia del sistema. La calidad política de un país -saber en definitiva si está bien gobernado- es directamente proporcional a cómo piensan y valoran sus habitantes.La idea de Sarmiento de "educar al soberano" tenía que ver con el hecho de que formar ciudadanos es formar gobernantes, además de que la educación es el único baluarte contra la tiranía política.Los pueblos incultos terminan perdiendo la libertad, nos vino a decir hace poco el filósofo español Fernando Savater. "Si alguien es ignorante no puede ser libre.Tenéis que liberaros por vía del conocimiento, de la razón, de la palabra", exhortó a los chiquilines de una escuela del conurbano.Manuel Álvarez-Tronge, presidente del Proyecto Educar 2050, escribió hace poco un artículo donde sostiene que la falta de educación es el más grave problema del país."Mala calidad educativa es un sinónimo de ignorancia, y la ignorancia es el principal enemigo de la libertad y de la inclusión social. Carecer de conocimientos es el mejor caldo de cultivo para que crezca la pobreza, la desnutrición y la inseguridad, y hasta es el camino para perder la democracia", razonó.El autor se mostró perplejo ante el hecho de que en Argentina se reclama por infinidad de temas, "pero el reclamo por la madre de todos nuestros inconvenientes, la falta de buena educación, no existe".Pero éste no es un problema de un gobierno, sino de la sociedad civil. Y si bien es cierto que los chicos de menores recursos carecen del entorno cultural adecuado, el empobrecimiento de ideas es transversal, llega a todas las capas sociales.Al respecto, algunos autores postulan el "embrutecimiento" de las clases medias argentinas, cuyo estatus alguna vez estuvo centrado en la cultura, pero que en las últimas décadas canjearon libros por electrodomésticos.El diagnóstico central del libro "La tragedia educativa", escrito en 1999 por Guillermo Jaim Etcheverry, sigue vigente. Todos fingen, simulan que la educación es prioridad, que no hay otro esfuerzo colectivo más importante.Pero la acción concreta de la sociedad argentina va en sentido inverso. "Es más, vivimos rodeados de señales que demuestran de manera inequívoca que la nuestra es una sociedad contra el conocimiento", subraya el autor.
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