No las vemos, pero existen y se mueven dentro del suelo. Son las aguas subterráneas, las cuales se extraen para consumo humano o para riego. Pero también desde el interior de la tierra sale el precioso líquido termal. El licenciado Daniel Mársico, profesional del área técnica del Entre Regulador de los Recursos Termales de Entre Ríos, le explicó a EL DIA la importancia de este recurso hídrico.Marcelo LorenzoSabemos que existen los ríos, arroyos, lagunas y bañados. Son los cursos de "aguas superficiales", según la geología. Pero también hay una gran cantidad de agua debajo de la tierra, que permanece de alguna manera "invisible".Otro término para el agua subterránea es "acuífero". Las personas han utilizado este reservorio por cientos de años y lo continúan haciendo hasta el día de hoy, principalmente para beber y para riego.Con ocasión del Día Mundial del Agua, que se celebró el 22 de marzo pasado, y a invitación de la dirección de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Municipalidad de Gualeguaychú, el licenciado en geología Daniel Mársico expuso sobre el tema en la ciudad.Mársico cumple una misión técnica estratégica: en una provincia termal como Entre Ríos, representa al Estado en la tarea de preservar que la explotación de ese recurso se haga de un modo sustentable.Pero además es docente de la licenciatura en gestión ambiental de la UADER, que se dicta en Gualeguaychú, una carrera nueva que empalma con el clima de época a favor de la ecología.El Día convocó a este geólogo nacido en Concepción del Uruguay -pero que hace más de veinte años vive en Gualeguaychú-, para el ejercicio didáctico de explicar en qué consisten las aguas subterráneas, cómo se forman y su importancia estratégica como recurso natural.El experto en hidrogeología explicó que el acuífero es una formación rocosa que puede contener agua. "O sea, el agua está alojada en los poros de una roca", dijo.En este sentido, señaló que no es correcta la imagen que se hace mucha gente respecto de que el líquido está entre dos capas, como en un sándwich. "En realidad siempre hay roca, y el agua está adentro de sus poros", afirmó.El líquido se aloja en los espacios intersticiales de los sedimentos del subsuelo y forma yacimientos.La metáfora correcta es la del mate: "Allí el agua se aloja entre la yerba, y cuando le ponemos la bombilla, podemos sacarla. Pues bien, en nuestro caso, la yerba oficiaría de roca y el agua está entre ella. Y así como bebemos mate a través de una bombilla, a través de un pozo podemos sacar a la superficie el agua subterránea".Primera clasificación Sin embargo, el agua está alojada a distintas profundidades dentro de la corteza de la tierra. Y esa corteza tiene una composición distinta. De ahí que existan unidades hidrogeológicas diferentes, según su aptitud para admitir y trasmitir agua.El acuífero, por ejemplo, es aquel estrato que permite la circulación del agua por poros y grietas. Pero está el acuícludo, que es una formación geológica que, pese a contener agua en su interior, no la entrega. Y esta el acuitardo, que sí la entrega, pero de una manera lenta."Esto depende de la roca que nosotros tenemos -apunta el entrevistado-. O sea, la arena es permeable. Todos conocemos la arena del río que puede trasmitir agua, la deja pasar. Una roca impermeable es la arcilla. La arcilla absorbe agua y no la deja pasar. Es como una esponja de baño. Absorbe agua, pero hasta que no la apretás, el líquido no sale".Otra distinción Mársico sostuvo, además, que hay dos tipos de aguas subterráneas. Las "someras", que son las que están más arriba o más próximas a la superficie. Y después las que están alojadas a mayor profundidad (aguas termales, por ejemplo).Los acuíferos más cercanos a la superficie se recargan directamente con el agua de lluvia, o a través de ríos y arroyos. "Empieza a filtrar en procesos geológicos muy lentos. Depende de la roca. A medida que se empieza a filtrar, el agua se va purificando. Y entonces tenemos un acuífero que permite la extracción de agua para consumo o riego".Hay distintas zonas de recarga: "Por ejemplo, está el acuífero de agua dulce que está alojado en la formación Salto Chico. Son unas arenas hermosas que tienen mucha permeabilidad. Permiten que el agua fluya muy bien dentro la formación geológica".¿Cómo se recargan (o alimentan) los acuíferos más profundos? "Por la recarga del agua que viene de arriba. O sea, la que no admite el otro acuífero. Y también por varias recargas que pueden estar lejanas. Porque el agua migra", respondió el geólogo.Y añadió como ejemplo el acuífero Salto Chico: "Es agua que se consume en nuestra zona, de excelente calidad, pero su zona de recarga es el río Gualeguay. Por eso decimos que las zonas de recargan están más lejos. Todo esto remite al hecho de que la recarga de un acuífero es lenta. Un dato importante a tener en cuenta, cuando se le quiere extraer líquido".Calidad de las aguasMársico apuntó que las aguas tienen distinta calidad física, según el nivel de profundidad geológica en que se hallen. Las que se extraen a 12 m., que están más cerca de la superficie, aunque son aptas para el consumo humano, son más impuras.Las que están a 35 o 40 metros, por el hecho de que atravesaron un proceso de mayor filtración, son más puras y de mejor calidad. De este acuífero provienen las llamadas "aguas minerales".El entrevistado aclara que en realidad "todas las aguas son minerales porque todas se cargan de mineral". El adjetivo "mineral" se emplea comercialmente, para diferenciarla del agua corriente que se distribuye en las ciudades.Por otro lado, apuntó, existe la mineralización artificial del líquido. Es lo que hacen algunas firmas que venden agua en el mercado. "Lo que hacen es enriquecer el agua ante las carencias que tiene de determinados elementos químicos", agregó Mársico."Hay toda una historia relativa a la peripecia de marcas famosas que han tenido que mineralizar el agua que venden, porque no es natural", destacó.Las termas En algunas zonas las aguas subterráneas alcanzan cierto grado de calor por las altas temperaturas del interior de la tierra. Constituyen, así, las aguas termales."Acá estamos hablando de profundidades mayores a los 800 metros", afirmó el geólogo. Hay autores que consideran agua termal a aquella que tiene 5 grados por encima de la temperatura estándar de la zona.Otros hablan de 8 grados. "Si vos tenés un pozo que larga un agua de 20 grados -que puede salir de un molino- agregándole 8 grados más se convierte en termal. Es termal fría".¿Cómo es esto? "Parece una contradicción. Pero se considera agua termal, porque no tiene la misma temperatura que el agua de la zona", respondió Mársico.El agua termal también se clasifica por su mineralización: "Están las monominerales, cuando tienen un mineral dominante. Y las oligominerales, cuando poseen muchos minerales. Puede ser, por tanto, dulce o salada".Federación, por ejemplo, tiene agua potable, dulce y termal a la vez. "Sale entre 41 y 42 grados. Es decir, es agua termal por temperatura. Pero tiene mineralización baja, sobre todo cloruro de sodio". Por otro lado, hay aguas termales que no tienen tanta temperatura, pero tienen una alta mineralización.Un recurso estratégico Según Mársico, Entre Ríos es una provincia muy rica en aguas subterráneas. Y se trata de un recurso "que pese a todas las explotaciones que tiene, aún ofrece excelentes posibilidades sobre todo para consumo y para riego".Mencionó que en la zona, el acuífero Salto Chico está brindando agua de buena calidad. Y de hecho se extrae agua de allí para venderla. Este acuífero se extiende entre 20 y 40 km. al oeste del Río Uruguay, desde la zona de Concordia hasta Gualeguaychú.Esta agua es potable para consumo humano y tienen aptitud para riego. De hecho, se utiliza normalmente para las plantaciones de arroz en el este de Entre Ríos.Los bienes de la naturaleza se transforman en "recursos" cuando son susceptibles de ser aprovechados por el ser humano. En Gualeguaychú, el aprovechamiento que se hace de las aguas subterráneas es múltiple.Donde no hay agua corriente, existen pozos que capturan el líquido, por medio de bombas o molinos, para consumo humano o animal, o para riego. Incluso la ciudad utiliza estos métodos para alimentar la red domiciliaria.Firmas comerciales, además, se dedican a la extracción de aguas subterráneas, para la posterior venta en el mercado. Además, hay dos complejos termales -uno sobre ruta 14 y otro camino a Pueblo Belgrano-.En otros lugares, se verifican otros usos. Por caso el industrial, para refrigerar máquinas. En Concordia, donde las termas eran dulces, se llegó a usar el líquido para criar langostas.El cuidado del recurso El acuífero se renueva continuamente mediante su ciclo natural, sin embargo no es inagotable. El agua de un lugar puede agotarse o quedar inutilizable por una conservación insuficiente o por problemas de contaminación."Acá hay que introducir el concepto de vulnerabilidad -apuntó el geólogo-. El recurso termal no es vulnerable, por ejemplo, a un derrame de aceite en la superficie. Y esto porque está allá abajo, a 800 metros".No ocurre lo mismo con el agua alojada más arriba; en este caso más expuesta a las contaminaciones en la superficie. "Vamos a suponer que se derrama un litro de gasoil en el suelo. Eso no va a llegar al acuífero. Pero si se tira un litro todos los días, eso sí llega. Entonces, es importante también la periodicidad en la fuente de contaminación", explicó.El río también recarga el acuífero, indicó. Si este curso de agua sufre contaminación (por ejemplo a causa del volcado de efluentes cloacales o industriales), eso probablemente alcance el acuífero. En este sentido, la regla de oro es no contaminar el suelo, no matar la flora y la fauna que viven allí, y de esta manera, indirectamente, se cuidan las aguas subterráneas.Puede haber industrias que usan el agua en su proceso de fabricación y vuelcan los restos, sin tratarlos previamente en los cursos del agua. Otro foco de contaminación son los agroquímicos. "Se fumiga el campo, eso corre por la lluvia, termina en el arroyo, y desde aquí se filtra al acuífero".El otro problema, con respecto a la necesidad de cuidar el recurso, se vincula a los riesgos de la sobreexplotación. "Por la abundancia del recurso por ahí podemos llegar a creer que va a estar para siempre. Y no es así", aclaró Mársico.Hay que pensar, apuntó, que los ciclos de la naturaleza son lentos. "No es que llueve hoy y mañana tenemos 100 metros cúbicos o 100 mil litros de agua más en el acuífero", sostuvo.Esto obliga a hacer estudios técnicos sobre el acuífero. "En aguas subterráneas utilizamos lo que se llama 'ensayo de bombeo', que se hace cuando uno termina el pozo. Este estudio dice con precisión qué caudal se le puede sacar al pozo. Si se le saca más de lo permitido, se cae en la sobreexplotación. En cuyo caso existe la posibilidad de que quien extrae el recurso, un día se quede sin agua", ejemplificó.El geólogo cree que los bienes naturales "están para usarse", pero de una manera "sustentable". Al respecto, dijo que las aguas subterráneas son consideradas recursos "finitos", razón por la cual su explotación tiene que hacerse dentro de determinados "límites".En el caso de Entre Ríos, afirmó que pese a la multitud de emprendimientos termales que existen, éstos "no están sacando mucha agua, de manera global". Aquí el tema pasa, dijo, por lo que se hace después de usar ese recurso, sobre todo si el agua es muy mineralizada.La clave, en su opinión, son las buenas prácticas para preservar el agua. "Lo correcto es que si uno hace un pozo, a la vez debe hacer un ensayo de bombeo y un estudio de impacto ambiental. Eso no está mal. De lo contrario no habría desarrollo. La cuestión acá es hacer bien los deberes. Pero no todos lo entienden. Algunos quieren explotar el recurso y te preguntan: ¿cuánto sale un estudio? No comprenden que ese estudio es beneficioso para él y para todos".Más conciencia ambiental El entrevistado cree que en el último tiempo la opinión pública ha incorporado en su agenda la cuestión ambiental. Hay una sensibilidad en la población que no existía décadas atrás."Antes no se hacían los estudios de impacto ambiental. Eso ha cambiado. Hoy ningún emprendimiento productivo puede hacerse sin un estudio, en el cual estén previsto los aspectos hidrogeológicos", apuntó.De todos modos, también opina que los gobiernos, las entidades de la sociedad civil, las empresas y los ciudadanos, deberían inmiscuirse más en la problemática."La primera actitud respecto de los recursos se ve en cómo manejamos nuestros residuos. Cuando uno sale a la calle, y ve tantas cosas tiradas, se da cuenta que todavía nos falta mucho. Sacar la bolsa de los residuos fuera del horario convenido, o baldear la vereda el día que no se puede, son conductas que deben interpelarnos", afirmó.