VIOLENCIA, VIRALIZACIÓN Y TRAGEDIA
El caso Tobías Villarruel, una interpelación a los varones: ¿Compartís mujeres desnudas en tus grupos de WhatsApp?
Luego de que su ex viralice fotos íntimas suyas, Belén San Román se quitó la vida. No aguantó la vergüenza. El caso estremeció a todo un país. Dos hijos, de 2 y 8 años, se quedaron sin su mamá. La abogada Marina Benítez Demtschenko pide que el caso sea caratulado como Femicidio, y tiene sobrados argumentos para sostener esta posición. "Los grupos de WhatsApp de varones son un caldo de cultivo", sostuvo.
Por Luciano Peralta El feminismo nos interpela todos los días. Y afortunadamente, aunque la resistencia es grande y poderosa, somos cada vez más quienes nos empezamos a sentir incómodos con prácticas y razonamientos que hace no tanto eran totalmente normales, comunes, incuestionables. La violencia machista asesina todos los días una mujer en el país, y más. Pero no sólo a martillazos en la cabeza, descuartizando cuerpos indefensos o a cuchillazos. El sometimiento tiene infinitas formas. Silenciosas, naturalizadas, propias de un sistema que, sin más, es una máquina de matar mujeres. Y, lamentablemente, no hay nada de exageración en esta afirmación.
El suicidio de la joven policía Belén San Román, en la localidad bonaerense de Bragado, ocurrido días atrás, generó un estado de conmoción generalizada. O al menos fue eso lo que trataron de representar los medios masivos de comunicación. La mujer de 25 años tenía dos hijos, de 2 y de 8, y se quitó la vida luego de que un ex, Tobías Villarruel, viralice imágenes íntimas y la someta, sin más, al dedo acusador de todo un pueblo. Belén no soportó la vergüenza, las burlas y las agresiones, y se pegó un tiro en la cabeza con su arma reglamentaria. La mujer de 25 años tenía dos hijos, de 2 y de 8, y se quitó la vida luego de que un ex, Tobías Villarruel, viralice imágenes íntimas y la someta, sin más, al dedo acusador de todo un pueblo Mientras la mujer agonizaba en el hospital de Bregado, Telam publicó una muy interesante nota en la que una abogada feminista pedía que el caso sea juzgado como “femicidio”. La profesional se llama Marina Benítez Demtschenko y es presidenta de la fundación Activismo Feminista Digital, la cual fundó después de haber sufrido, también de parte de su ex, una situación similar a la que terminó en tragedia en el interior de la provincia de Buenos Aires. Fue en 2012 cuando la abogada platense empezó a vivenciar un infierno. Su ex comenzó a difundir -sin su consentimiento, claro- imágenes íntimas de ella, en perfiles falsos y en distintas redes sociales. Hablaba con hombres que vivían cerca de la casa de ella, les enviaba a algunas de estas imágenes y les hacía creer que quería generar un encuentro. La cosa se fue poniendo cada vez más peligrosa cuando estos hombres la empezaron a reconocer en la calle, lo denunció en varias oportunidades y hasta obtuvo un botón antipánico. Pero el problema iba mucho más allá de su caso particular: en Argentina hacer lo que hizo su ex no es un delito, eso fue lo que le dijeron cuando acudió a la Comisaría de la Mujer. ElDía dialogó con Benítez Demtschenko para conocer más sobre la fundación que conduce y, sobre todo, para entender qué es la violencia digital, cómo se genera y cuáles son los vacíos legales que son parte fundamental del problema. - ¿De qué se ocupa la fundación Activismo Feminista Digital? - Se piensa en 2016 como una propuesta para abordar todas las problemáticas, implicancias y efectos que tiene la era digital en la vida de las mujeres. La propuesta inicial de la fundación fue bregar y promover la actualización de las leyes en Argentina para que contemplen muchísimas cuestiones relacionadas con las tecnologías de la comunicación y la información. Es así que abordamos desde la Ley de Protección de Datos Personales, con perspectiva feminista, hasta la modificación del Código Penal para que las conductas dañosas que generalmente nos tienen como víctimas a las mujeres sean penalizadas. - ¿Por qué consideras que el caso de Belén San Román debe caratularse como homicidio? - Me parece que sería importante nombrar este caso como el caso Tobías Villarruel. En general se pone a la vida de la víctima como representativa de un caso para su análisis y tratamiento, y muy poco, y nada, se termina sabiendo de los agresores. Este debería ser uno de los grandes cambios de paradigma. No hay dudas que el caso Tobías Villarruel puede ser encuadrado en Instigación al Suicidio en concurso real con Femicidio. Esa es mi lectura, y la sostengo en función de mi rol como abogada feminista y en la necesidad de plantear un cambio estructural en la aplicación del derecho vigente. Existen elementos que históricamente la justicia machista no ha tenido en cuenta. Elementos que son determinantes, porque sin Tobías Villarruel ella no hubiera llegado a ese desenlace. Por lo que, tranquilamente, puede ser considerado como actor intelectual de la eventual eliminación de su vida. Hay que ubicar al agresor y juzgarlo en función de todos los elementos que la justicia tan machista normalmente silencia. Y silencia porque simplifica, silencia porque desconoce, y silencia porque no le interesa. "No hay dudas que el caso Tobías Villarruel puede ser encuadrado en Instigación al Suicidio en concurso real con Femicidio" - ¿Qué formas puede tener la violencia digital? - La violencia digital hacia las mujeres encuentra muchísimas formas. Nosotras en Activismo Feminista Digital hemos puesto el foco en tres, porque creemos que son el origen del resto de las variantes. Estas tres conductas son la difusión no consentida de material íntimo, entendida como la más lesiva de las formas de violencia digital hacia las mujeres; el acoso virtual (acecho, hostigamiento, persecución a través de medios telemáticos), y el acceso indebido a redes sociales, que fue un planteo que tuvo lugar en 2014, porque la justicia no entendía que este tipo de acceso, a través de la vulneración de las contraseñas o de la violencia física o psicológica ejercida sobre la víctima, no estaba comprendido en el vigente Artículo 153, que dicta que es un delito el acceso indebido a sistemas informáticos. Ahora ha variado algo, y se puede llegar a considerar que las redes sociales son delitos informáticos y, como tal, entrar en este artículo. -¿Estás de acuerdo? -No. Para mí las redes sociales tienen un carácter sui géneris. La interpretación judicial no puede entenderlas como sistemas informáticos o como base de datos. Porque, básicamente, tienen otro carácter, nuevo, distinto de todos. Por eso sigo creyendo que debería modificarse el Código Penal, y contemplar explícitamente a las redes sociales. -¿Cómo operan estas formas de violencia? - Son tres formas de altísimo nivel de control de la víctima, que vulneran muchísimos derechos, tanto digitales como los tradicionalmente reconocidos. El derecho digital a la autodeterminación informativa, que implica que las personas puedan tener el control efectivo de la información que circula sobre ellas. Y, por ejemplo, el derecho a la integridad psíquica o a una vida libre de violencia machista, que son derechos constitucionales. - ¿El grupo de WhatsApp de varones es tierra fértil para la difusión de este material? - Sí, sin dudas. El campo donde más se vulnera la imagen, la identidad digital, la intimidad de las mujeres es en los grupos de WhatsApp de varones. Como son todos varones suele existir un encubrimiento cómplice, en el que muy pocos detectan lo lesivo de estas conductas y algunos optan por verlo pasar y no expedirse. Todo esto tiene que ver con la reacción del resto de los varones que difunden este tipo de contenidos. Expresiones como ‘te pusiste moralista’, ‘mirá que puto’ o ‘ahí está el aliade’ son típicas. Generalmente los varones eligen tolerar -entre comillas- o hacer la vista gorda con estas conductas que pueden llegar a detectar como excesivas, en cuanto a la protección de la imagen, la dignidad, la privacidad de las mujeres, para no bancar este tipo de reacciones del resto de la comunidad. "El campo donde más se vulnera la imagen, la identidad digital, la intimidad de las mujeres es en los grupos de WhatsApp de varones" -Más de un hombre se debe sentir representado por lo que decís… -Los grupos de WhatsApp son un caldo de cultivo. Porque también por ahí pasan los packs, que son contenido audiografico -fotos y videos- de mujeres en situaciones de intimidad erótica o sexual, que pudieron obtenerse con o sin consentimiento de la mujer, pero nunca con el objetivo de que otros varones lo vean. Bueno, el pack incluye este material junto a las redes sociales de la mujer, lo que lleva al resto de los destinatarios de ese material a ir corriendo a buscarla en sus redes. Estas prácticas son tremendas, en Twitter se ofrecen pack de mujeres a cambio de dinero. Y pongo un ejemplo para entender cómo opera esto: cuando Maradona fue fotografiado en su lecho de muerte por el empleado de la casa mortuoria y esa foto se viralizó ningún varón dudó en la afectación de la privacidad y todos repudiaron esa conducta. Ahora bien, cuando se trata de mujeres todos ponen en tela de juicio si realmente es afectación de la privacidad. Minimizando, subestimando y colocando a la mujer, incluso, como la generadora de su propia vulneración. -¿Para adelante, cuáles son los desafíos? - Son muchísimos. Necesitamos un cambio cultural urgente, aunque sabemos que va a ser muy lento. Pero es lo que se necesita para extirpar de raíz la violencia digital hacia las mujeres. Esto comprende el reconocimiento de los derechos de los cuales somos titulares y necesitamos que se los respete. Pero sabemos que el machismo pisotea y avasalla todas esas concepciones, que incluso están contempladas en tratados internacionales, no son simplemente un capricho. Hay que dejar de subestimar los efectos de la era de la información y de la era digital, y promover el reconocimiento de los derechos digitales al mismo nivel que los derechos que ya conocemos. Y eso comprende, en gran parte, al sector poblacional de los varones, que fue históricamente el sector agresor. También tenemos que conocer cuáles son nuestros derechos digitales para poder exigir su respeto. Debemos apuntar al empoderamiento digital, promoverlo a partir de colocarnos en el lugar de usuarias digitales activas, comprometidas y conscientes de que esto no es joda. Todo lo que nos pasa nos afecta gravemente. Sin ir más lejos, cerramos el año con un caso tan paradigmático y trágico, como el de Tobías Villarruel.ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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