El día que Dios muere por nosotros…
La fe en Jesús se pone a prueba. Creemos en él y en su amor, creemos en su existencia y que es Hijo de Dios, le damos gracias porque confía en nosotros y porque nos llama por nuestro nombre. Pero los cristianos también rezamos en nuestro credo:Mauricio Landra*Especial para elDía Fue crucificado, muerto y sepultado...Esto se celebra el Viernes Santo. No es recuerdo, sino memorial, es decir memoria de un acontecimiento histórico y salvífico que vuelve a ocurrir en este Viernes Santo.Creemos en un Dios que muere por el hombre, así como vive eternamente amando al hombre. Lo hizo a su imagen y semejanza, le dio por compañera a la mujer. Así como varón y mujer los puso al frente de todo lo creado, para que lo cuide y lo aproveche, no para que lo descuide y destruya.Creemos en un Dios que regaló la libertad al hombre, una capacidad que puede ser peligrosa, porque no siempre la aprovechamos con amor. No es hacer lo que yo tenga ganas, lo que hoy siento, o lo que a mi me gusta. Es libertad con responsabilidad. El Dios en quien creemos se dio cuenta que necesitábamos una mano. Hizo una Alianza con los hombres, los volvió a invitar a estar unidos en el amor, a ser un Pueblo de Dios y a compartir esta alegría con todos. En la plenitud de esa Alianza nos regaló su Palabra, pero encarnada: Jesús, de Nazareth, de María y de José, el Dios con nosotros.El Viernes Santo para nosotros es el día más triste de la fe, es el único día en donde podemos decir Jesús no está con nosotros. Luego de sufrir desprecio y odio, ha muerto en la cruz.Y en la cruz, dice dos expresiones que representan su amor y su dolor:"Padre, perdónalos porque no saben lo que hace" y "Padre, en tus manos encomiendo mi Espíritu"En la primera sigue pidiendo por nosotros. No se acuerda de él, sino de todos nosotros. Los que creemos en Dios pero nos cuesta siembre verlo, escucharlo y anunciarlo. Los que decimos que somos hermanos por parte de Dios, lo que nos despedimos diciendo hasta mañana, si Dios quiere, los que cuestionamos y hasta nos burlamos de los que tratan de ser testigos fieles de Cristo, los desmemoriados de siempre que nos "acordamos de Jesús" cuando lo necesitamos.A Cristo no le falla la memoria, sino que se acuerda. Su oración es por nosotros y su entrega sufrida es una ofrenda al Padre para todos nosotros. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Y Él nos quiere a todos como amigos.Cerca de las tres de la tarde ocurre este martirio, esta escena terriblemente triste y a la vez, llena de amor.Encomienda su Espíritu al Padre, como tantas veces lo hizo cuando rezó en la soledad o en la compañía de sus discípulos. Ha llegado su hora y por eso se pone en manos de su Padre. María su madre, la que guardaba todas estas cosas en su corazón, ahora está al pie de la cruz. María la que le pidió ayuda en el casamiento de Caná, ahora entiende lo que su hijo le dijo: todavía no ha llegado mi hora.El Viernes Santo no hay misa, porque no hay Cristo. Está en la cruz y luego en el sepulcro.La celebración de la Cruz de nuestras comunidades, Parroquias y capillas, comienza en silencio. La música es muy suave y triste. En realidad nadie tiene ganas de cantar, porque no estamos de ánimo. Contemplamos a Cristo y la cruz y luego pasamos a saludarlo grandes y chicos. No estamos de ánimo pero estamos, como cuando vamos a un velorio y a un entierro, no nos gusta, pero hay que ir igual.El Viernes Santo, a pedido del mismo Cristo, la Iglesia hace su oración universal. Pedimos por todos, incluso por los que no creen en Cristo ni en Dios. Pedimos por la creación entera, porque la entrega de amor es para todos.Es interesante y educativo a la vez conversar en familia sobre nuestros Viernes Santos. Lo primero que ocurre en que comparamos el ayer con nuestro 2012. Las personas mayores recuerdan que las celebraciones del Vía Crucis eran muy emotivas, que no podían ni abrir la máquina de coser. Y los más jóvenes cuentan que también hoy lo son. Vía Crucis viviente preparados por los mismos jóvenes, momentos de oración en el templo, visitas a hogares, geriátricos, guarderías y a la cárcel, todos gestos y acciones preparados con mucho amor a Cristo y al más necesitado. Los abuelos recuerdan al Cristo yacente, el que se sacaba en procesión por las calles y la plaza, como signo de Dios con nosotros que ha muerto. Esos mismos papás y abuelos le cuentan a los chicos que el Viernes Santo, la gente se quedaba en casa o sólo iba al templo. No se escuchaba otra música que la sagrada y no había grandes reuniones ni fiestas porque no era un feriado. Era y es un día triste, pero de fe y de esperanza.No pidamos que vuelvan algunas cosas, no todas eran mejores. No pidamos que los demás cambien, sino que empecemos por casa. Es en casa donde recibimos la enseñanza más profunda, y es en el hogar donde comienzan a gestarse los signos de fe, esperanza y caridad cristiana. Es en familia donde tenemos que vivir el Viernes Santo.El Día que Dios muere por nosotros debemos invitarnos y convocarnos a estar con Jesús. También para acompañar en el sentimiento a su Madre María. Es el día en donde los grandes invitan a rezar en familia, en casa y en el templo.En la mesa, porque ayunamos y nos privamos de algo rico, como cuando decimos no tengo ganas de comer. Es el día en donde los más chicos preguntan que pasa hoy Viernes Santo y simplemente respondamos "lo que pasa es que hoy Dios murió por nosotros". * sacerdote de Catedral San JoséESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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