El fin de la vieja política...
Un viejo refrán acuña aquella sabia expresión de que la política es el arte de lo posible; pero a luz de este 2010 Bicentenario, con una democracia de bajas calorías, con un discurso progre y una gestión conservadora y poco ortodoxa, una inflación in disimulable, con una distribución del ingreso cada vez más asimétrica y una tendencia marcada hacia un eventual pensamiento único que cosecha más enemigos que adversarios.Dr. Raúl ArellanoOpiniónLa razón de la sin razón argentina logró cambiar la naturaleza del presente dogma; léase; podemos decir sin temor a equivocarnos que la política argentina y sus políticos incluidos han logrado hacer que la política sea el arte de lo imposible.En este año pre-electoral me pregunto y pregunto que es lo que está en juego ciertamente. Está en juego ¿un modo de país, un modelo de gestión política, una cuota de poder hegemónico, una ideología poco sustentable o una continuidad que va por todo?. O nos pasa que nos sabemos que es lo que nos pasa. Sócrates decía; si no sabes a donde vas, nunca tendrás viento a favor.Esta inmadura e insipiente democracia que supimos conseguir; a Dios gracias; sigue discutiendo hombres y no ideas, nombre y no proyectos, jefaturas y no liderazgo, consecuencias y no causas y esto no es bueno tanto para el sistema y mucho menos para un futuro incierto, corto placita con más preguntas que respuestas. ¿Y dónde está el piloto?La crisis dirigencial, la falta de renovación en los cuadros políticos y una creatividad irrelevante no crean nuevas expectativas y mucho menos un grado de compromiso cívico de la gente a la hora de votar; transformando el cuarto oscuro en una caja de Pandora.Se siguen cultivando metodologías obsoletas, arcaicas y hasta humillantes para seducir ha sufridos y desesperanzados electores, que optan por un voto castigo despiadado con más bronca que esperanza, producto de un mal humor social preocupante.Ningún país, ninguna empresa y ningún partido político pueden ser mejores que la gente que lo integran. Porque con uvas buenas se pueden hacer vinos buenos o malos; pero con uvas malas solamente se pueden hacer vinos malos; diría alguno bodeguero.La pregunta de millón sería ¿La oposición dispone de un Plan B? y un silencio de radio nos envuelve y nos paraliza, porque no se vislumbra ninguna luz clara al final del túnel. Entre un festival de anuncios y un cúmulo de indefiniciones se debate el mapa político.Hoy día, se ven opositores con más protestas que propuestas y un objetivo estrictamente electoral y mediático, pero no hay una oposición consolidada y organizada, con un programa posible y mucho menos un liderazgo político que encolumne, contenga y señale un camino. No es posible que la principal fortaleza del oficialismo sea la debilidad de una cuasi-oposición o su inexistencia, esto es preocupante.La gente está un poco harta de soportar dirigentes que no dirigen, educadores que no educan, funcionarios que no funcionan y de promesas vanas con poca memoria.¿No se quiere, no se puede o no se sabe renovar la esperanza de tanta gente con propuestas que den respuestas a problemas concretos y a insatisfacciones históricas que no pueden esperar.La dirigencia política debe entender; de manera urgente y en tiempo de descuento; que la legalidad de esos actos no garantiza legitimidad alguna, que las palabras enseñan pero los ejemplos arrastran, que gobernar es mucho más que hacer que los números cierren, que puede haber crecimiento pero no aprendizaje y que la calidad de vida va más halla de las necesidades básicas.Porque solo permanece lo que conmueve, no lo que se necesita; de eso se trata. De no ser así seguiremos confundiendo la verdad con el desencanto.Definitivamente, no podemos ni debemos pasarnos doscientos años hablando de los doscientos años que pasaron y debemos entender que ningún pueblo tiene el gobierno que se merece; sino que se le parece...
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