ASUME LA INTENDENCIA EL 10 DE DICIEMBRE
El hombre detrás del Intendente: Pasado, presente y futuro de Mauricio Davico
A una semana de haber ganado las elecciones, Palito Davico se sentó mano a mano con Ahora ElDía para compartir su primera entrevista como intendente electo. Su infancia en la zona del puerto, su llegada y salida de Ráfaga, su carrera trunca como futbolista profesional y el episodio más duro de su vida fueron compartidos para conocer un poco más a la persona que tendrá en sus manos los destinos de Gualeguaychú a partir del 10 de diciembre.
Por Amílcar Nani
Durante los últimos meses hemos escuchado mucho a Mauricio “Palito” Davico. Hemos escuchado sus promesas de campaña, su defensa ante las impugnaciones y sus palabras de alegría cuando finalmente el 22 de octubre último fue electo intendente de Gualeguaychú.
Sin embargo, detrás de un Presidente Municipal hay una persona, alguien que puertas adentro tiene una vida y alguien que tiene un pasado. Porque antes de ser el intendente que asumirá el próximo 10 de diciembre,
Davico tuvo una infancia en la zona del puerto donde ya en esa época era conocido como “Palito”, cosechó amigos en varios colegios e inclusive alguno que pasó a la fama, se mudó de una punta a la otra, fue kiosquero, tuvo un emprendimiento, recorrió Latinoamérica y vivió la ola de mayor fama y locura con Ráfaga y un día se bajó del tren para dar rienda suelta a su vocación política. Una vida que estuvo a punto de seguir otro camino como jugador de fútbol profesional.
“Jugaba muy bien al fútbol. Jugaba de marcador central, de 2. A veces he jugado de 8 o de 5, pero siempre me gustó ser central, un puesto aguerrido. Cuando tenía 15 años o 16 años me fui a probar a River y quedé, pero todavía no había lugar en la pensión, por lo que me dijeron que me iban a llamar en un par de meses. Entonces me fui a probar a Ferro, y ahí quedo también. Por esa época entrenaba como jugador libre en Juventud Unida y me tenía que unir a Ferro en enero, para hacer la pretemporada. Fue a mediados de los ’90, cuando estaba en Primera División. Pero practicando acá, salto a cabecear y me rompo los ligamentos. De gurí caprichoso no me quise operar y no pude jugar más al fútbol, por lo menos no de manera profesional”, relató Palito a Ahora ElDía en su primera entrevista como intendente electo, a una semana de las Generales.
Ese fue un momento bisagra en su vida. Seguramente, si esa rodilla no lo hubiera traicionado, seguramente no existiría ni el kiosquero ni el integrante de Ráfaga y quizás tampoco el Davico Intendente.
Nació en marzo de 1982, se crió en la esquina de Borques y 3 de Caballería. De chico su pandilla de amigos estaba conformada por los chicos de los alrededores, desde la Costanera pasando por el Munilla hasta la zona donde luego se construyó el Corsódromo. Durante los veranos se divertía cruzando a nado hasta la Isla Libertad, donde comía con sus amigos membrillos y ciruelas. Jugaban todos juntos a la pelota en Dock Sud y no les importaba hacerlo en una cancha de básquet.
“Sigo teniendo contacto con muchos de los que conocí de chico, y algunos me los volví a reencontrar durante la campaña, caminando la ciudad. Pero yo nunca perdí el contacto con la mayoría, ni cuando me fui a vivir a Buenos Aires ni cuando estuve en Ráfaga. Siempre vine y siempre he vuelto. Casi siempre a fin de año. Me acuerdo que en Navidad o Año Nuevo en el barrio se cortaba una calle, sacaban parlantes y se armaban bailes, y yo trataba de venir”, rememora Davico los episodios de su vida.
Desde el jardín de infantes hasta 5to grado su infancia transcurrió en las aulas y patio de la Escuela Normal Superior "Olegario Víctor Andrade" (ENOVA); cuando sus padres se separaron, se fue con su papá a Pueblo Belgrano, por lo que pasó los dos siguientes años estudiando en la Escuela “20 de Junio”; los tres primeros años del secundario fueron en la Escuela de Educación Técnica Nº2 y cuando su madre se fue a vivir a Baradero, provincia de Buenos Aires, Palito se fue con ella y terminó el colegio allí. Le tocó en suerte ser compañero de banco del ex Banfield, Ajax, Racing y Boca Darío Cvitanich. “Nos hicimos muy amigos. El otro día me llamó para felicitarme”, añadió.
“Como estudiante no fui malo, tampoco perfecto. Siempre tuve muy buena relación con los profesores y las maestras. Fue mi gran secreto para pasar de año. Cuando me llevaba alguna materia a diciembre o a marzo, y se tenía que definir si estaba aprobado por centésimas, siempre los convencía que redondeen para arriba porque me consideraban un buen muchacho. ¡Y ahí venía el seis! Siempre me manejé con buena onda y nunca tuva una amonestación”, remarcó.
Terminada la secundaria, Mauricio Davico tuvo su primer acercamiento a la música, pero no con un instrumento sino con una consola y unos parlantes ya que decidió ser disc jockey (no DJ como le dicen ahora). Pasó música en casamientos, bautismos, cumpleaños de 15 y paseos del estudiante. Sumando esta cultura musical y su paso por un grupo de cumbia lo llevaron a, por ejemplo, ser él mismo el encargado de escribir sus propios jingles de campaña.
El día que Ráfaga se cruzó en su vida
A comienzos del siglo XXI, cuando sus sueños de ser futbolista profesional quedaron enterrados, Palito se fue a probar suerte a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Vivía en un departamento ubicado en el barrio de Balvanera, cerca del Congreso de la Nación. Años más tarde se enteró que uno de los vecinos era Mauricio Colello, quien actualmente es vocero de Rogelio Frigerio, el gobernador electo de Entre Ríos.
Para sobrevivir y subsistir en esos años castigados por el estallido de 2001, se ganaba la vida trabajando en el kiosco ubicado en la entrada de su edificio. Y de pronto se terminó haciendo fanático de un grupo que la estaba rompiendo en la movida tropical: Ráfaga.
Iba a verlos a todos lados cada vez que podía. Lo hacía acompañado por un amigo que era peón de albañil y, cada tanto, ambos agarraban alguna “changa” pintando algún departamento. Todo para tener un mango para poder ir a ver al grupo liderado por Ariel Puchetta. En otras palabras, fue fanático de Ráfaga antes que integrante.
Se hizo amigo de los músicos, y un buen día lo invitaron a irse de gira. Pasó a ser parte de la troupe, del entourage, del séquito, hasta que un día pasó de estar debajo del escenario a estar encima.
“Estábamos en Carlos Paz, Córdoba. Lo cierto es que termina el show y yo me pongo el traje de Omar, el baterista. Y cuando salimos, comencé a firmar autógrafos. En esa época no había fotos y esas cosas. Pero lo cierto es que terminé firmando más autógrafos yo que el resto de la banda. Es verdad que Ariel Puchetta y Richar (el guitarrista) eran caras conocidas, pero el resto de la banda no. Fue entonces cuando los chicos me dijeron que tenía que tocar con ellos”, revela Davico sobre su ingreso al grupo con el cual giró casi una década.
A la hora de elegir un instrumento, pudieron haber sido los timbales o el bongó, pero finalmente terminó siendo el güiro. Y como toda agrupación profesional exitosa, no dejaron nada librado al azar y le consiguieron el mejor profesor de güiro: Yeye Caboca López, un uruguayo que ha grabado y tocado con figuras como Celia Cruz, Ricerdo Montaner o Elvis Crespo.
“Uno puede decir… ¿profesor de güiro? Pero lo cierto es que es un instrumento en el cual tenés que tener mucha coordinación y mucho estado físico en el brazo. Me pasa ahora, cuando viene Ráfaga y subo a tocar con ellos, en la segunda canción ya no doy más”, confiesa en esta charla con Ahora ElDía.
Con Ráfaga no sólo recorrió toda la Argentina sino también Latinoamérica y más allá. Podían tocar un día en Asunción del Paraguay, al otro partir rumbo a Lima, Perú, y terminar tocando en una localidad metida en el medio de la selva amazónica. Todos los días eran una aventura, y las valijas jamás se desarmaban.
“Tuve el honor y el placer de conocer a mi país, y de conocer también muchos países del mundo gracias a la cumbia. Y soy muy agradecido. Aparte me gusta la cumbia. Cuando era adolescente capaz que iba a Power o a Garage una vez cada tanto, pero a Explosión Bailable iba todos los fines de semana”.
Caer y volver a empezar
El 9 de julio de 2020, en plena pandemia, Palito Davico sufrió el cachetazo más violento de su vida. Claudia Palacios, su esposa, murió producto de un cáncer con el cual luchó durante dos años.
“La verdad que fue muy, muy duro, pero muy duro. Todo el proceso de la enfermedad y la muerte fue un golpe para mí. A fines de 2018 ya había fallecido mi viejo, y a mediados de 2020 se fue mi esposa Claudia. Mi hijo Santino, que tenía 7 años había vivido los dos procesos: primero su abuelo, que era muy apegado a él, lo llevaba a la escuela, lo traía, lo llevaba a fútbol y a inglés cuando yo no podía. Y en un año y pico se le muere también la mamá. Para colmo era plena pandemia y ni siquiera la pudimos velar. Fue todo muy duro",
“Yo me acuerdo de ese momento y siempre supe que a Santi tenía que decirle la verdad de entrada. Pero mi vieja nos ayudó mucho”, sostiene con lágrimas en los ojos y agrega: “Para colmo tenía la responsabilidad de toda una comunidad, pero meterme de lleno en mi trabajo de intendente de Pueblo Belgrano fue como un refugio para mí”.
Pero ante cada anochecer prosigue un amanecer. Con la ayuda de sus hijos, su familia y sus amigos, logró salir de su tristeza y pudo reconstruir su vida. Con el tiempo volvió a abrirse y un buen día conoció a Micaela, y al tiempo juntos fueron padres de Rocco.
“El bebé es un pilar fundamental para mí, y es un personaje. Tengo tres hijos. Además de Santino que ahora tiene 10 años y Rocco que tiene un año y medio, está Catalina, de 17. Ella vive en Tucumán y la semana que viene voy a ir a verla. Le dije que después de las elecciones la iba a visitar”, comparte.
La Gualeguaychú de Davico
“La nuestra es una ciudad única. Creo que debe ser la más conocida de todo el país; o por lo menos de la provincia. Tenemos el Carnaval del País, fuimos famosos por nuestra lucha contra las papeleras y miles de episodios atractivos o bizarros que cada tanto suceden acá”, cuenta entusiasmado.
Finalmente, y a modo de cierre, Davico comparte lo que considera él que va a marcar a su gestión, su manera de llevar adelante las acciones, la manera de actuar y el mansaje para toda la comunidad.
“Nosotros no nos vamos a meter con el trabajo de la gente. Nos jugamos con eso. No se jode con el plato de comida de los hijos de una persona que va y labura. Pero como siempre digo, con los que trabajan: el que cobra un sueldo y no trabaja, con ese no. Si vas a cobrar un sueldo del Estado, de la gente, de los contribuyentes entonces hay que trabajar”, manifiesta.
Vamos a reorganizar el organigrama porque consideramos que hay cosas que pueden estar unificadas y resolverse con mayor eficiencia y practicidad. Queremos tener mucho control sobre todas las áreas, sobre el funcionamiento. Vamos a tener un área de Control de Gestión, donde permanentemente va a haber un grupo de personas que van estar en constante comunicación con todas las dependencias y realizarán el seguimiento, porque la responsabilidad que van a tener es, en la diaria obviamente, crear y generar proyectos para que yo gestione los recursos. Si hay 10 programas de cultura quiero que se armen los proyectos y yo gestionar los recursos y los fondos. Yo me sentaré con quien tenga que sentar, ya sea el ministro o el secretario de Cultura, con el funcionario nacional y provincial que esté, hasta conseguirlo”, promete.
Con 41 años, Mauricio “Palito” Davico tuvo una vida bastante surcada por la aventura. Podría haber sido un kiosquero toda su vida; haberse trasformado en el patrón del área de algún equipo de Primera División o el mundo; seguir con su emprendimiento de pilares de luz, haber seguido con Ráfaga o cualquier proyecto cumbiero; pero se quedó con la vocación política. El próximo 10 de diciembre comenzará una nueva aventura, quizás la más desafiante de todas.