Juan Pablo Savonitti es ultramaratonista y actualmente corre desde Buenos Aires hasta Posadas. Esta travesía es el entrenamiento de la aventura que comenzará el 1 de enero de 2019: unir corriendo todo el continente americano, donde difundirá la universalización del lenguaje de señas.
Amílcar NaniA mediados del siglo XIX, el periodista y economista inglés Walter Bagehot dijo la siguiente frase: "Uno de los mayores placeres en la vida es hacer lo que la gente te dice que no puedes hacer". Y posiblemente Juan Pablo Savonitti no tenga ni idea quien es Bagehot, pero sin dudas hizo de su frase más famosa el deber ser en su vida, porque él es una de esas personas que hacen lo que muy pocos siquiera posible de realizar.Para entenderlo mejor, Juan Pablo es ultramaratonista, y así como cualquier mortal que un día se despierta con ganas de ir a conocer la provincia de Misiones, él decidió hacer lo mismo, pero no está yendo hacia allá ni en auto, ni en micro, ni en avión: lo hace corriendo.
Partió el lunes pasado desde Buenos Aires y en unos 20 días llegará a la capital misionera sin haberse subido jamás a un medio de transporte mecánico, sólo a puro trote, corriendo como alma que lleva el Diablo. La cuarta etapa de esta aventura lo dejó precisamente en Gualeguaychú, donde dialogó con ElDía no sólo sobre esta experiencia, sino también las más grandilocuentes que está a punto de emprender."Lo ideal sería llegar a Posadas en un lapso de tiempo de entre 22 y 25 días. Pero bueno... vamos a ir viendo cómo responde el cuerpo en todos estos días, y voy a ir manejando todo según los que sienta y lo que me diga mi físico", afirmó cuando finalizó el tramo entre Ceibas y Gualeguaychú.En total, son 982 kilómetros los que separan la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Posadas, sin embargo, y aunque parezca increíble para el 99,99% de las personas, esta travesía es un simple entrenamiento para otra muchísimo más grandilocuente y magnánima que arrancará el 1 de enero de 2019: cubrir corriendo todo el continente americano, desde Ushuaia (Argentina) hasta Alaska (Estados Unidos), un trayecto que en línea recta es de más de 15 mil kilómetros, pero que por rutas y caminos se extiende hasta los 45 mil."El viaje entre CABA y Misiones es un entrenamiento largo, una simulación de lo que voy a hacer el año que viene. El trayecto entre Tierra del Fuego y Alaska me llevará no menos de dos años y medio, donde obviamente voy a parar, descansar y seguir corriendo todo lo mi cuerpo me lo permita", le adelantó a ElDía.
Ya en la Ruta 12!! Solo 76 km para llegar a Ceibas!!! #ruta12 #niamalimits #buenosairesposadas #zaratebrazolargo
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Juan Pablo nació el 30 de enero de 1982, en Capital Federal y desde muy joven mostró interés por el deporte. Antes de convertirse en un ultrarunner, recorrió el mundo como empleado en un crucero y vivió hasta mayo pasado en varios países europeos, como Italia, Suiza, Inglaterra, Rusia y Bulgaria, a donde partió cuando la crisis de 2001 dinamitó los cimientos de Argentina.Hace dos años descubrió su nueva pasión, el ultrarunning, y desde finales de 2016 y todo el 2017 participó en más de 20 ultramaratones de más de 100 kilómetros y con mucho desnivel. Una de las más desafiantes en las cual participó es la que se hace en los Alpes: 340 kilómetros con 40 mil metros de desnivel. "Es como subir y bajar dos veces el Everest", ejemplificó Juan Pablo.
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Pero... ¿cómo es que alguien sin ningún superpoder o mutación tipo X-Men puede hacer hazañas de este calibre? El secreto está en la preparación. "Siempre tiene que haber una base de entrenamiento físico para hacer algo de este calibre. Yo no le aconsejo a nadie que de un día para el otro se levante y diga que va a hacer esto y se largue a correr largas distancias", remarcó descartando de raíz la opción "Forrest Gump", que es como todos pueden llegar a imaginar que nacieron la mayoría de los ultramaratonistas."A nivel fisiológico, las articulaciones y los músculos tienen que estar preparados para hacer algo como esto. Yo comencé hace casi 3 años, y lo primero que tuve que hacer fue asumir una rutina de ejercicios en el gimnasio exclusivamente orientada al ultrarraning, así hasta lograr los 140 kilómetros por semanas que corro en promedio", enfatizó.Y una vez que se está sólo en el camino, y cuando las batallas comienzan a ser más internas que externas, está la otra clave para esta actividad: el rol mental del ultramaratonista. "Cuando se larga, entonces si comienza a jugar mucho la cabeza, que es quién muchas veces es la que nos hace creer que ya es suficiente, que las fuerzas no alcanzan para más. Por eso, el correr es una negociación constante con uno mismo, dos partes que luchan por parar o seguir", describió antes de agregar: ". En mi caso, lo tengo a Urbano que me acompaña con su camioneta en este viaje a Posadas; es mi apoyo automotor. Y lo importante de tener un vehículo de apoyo es que sabés que cada tantos kilómetros tenés alguien esperándote con provisiones, con agua, con comida y con una palabra de aliento. Por eso, en lo particular me pongo metas chicas: cinco kilómetros, diez kilómetros, algo que puede parecer mucho, pero para un ultramaratonista no lo es: correr una hora, una hora y pico es una medida de tiempo estándar".
Una bandera solidaria al trotePero además de su desmedida ambición por cumplir metas imposibles para el grueso de la humanidad, Savonitti también enarbolará una bandera solidaria durante su travesía a los largo de toda América: buscará que se difunda y promociones la "Lengua de señas" en todo el mundo, aspirando a que el aprendizaje de la misma sea universal."Quise sumar una causa solidaria, y la del lenguaje de señas me toca muy cerca en lo personal porque mi padre es sordo mudo y mi madre hipoacúsica. Por lo tanto, en mi vida fue algo cotidiano, pero no son muchos más los ejemplos en que esta cotidianeidad se repita. Desde chico crecí en un entorno donde el lenguaje de señas era lo usual", afirmó.
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cEntre los pedidos y sugerencias que Juan Pablo acompaña en su causa solidaria está la generar la consciencia necesaria para que los subtítulos estén presentes en todos los ámbitos parlantes y en todo lugar donde pasa invita a las personas a que aprendan lenguaje de señas. "Aprender un nuevo conocimiento es una acción que entusiasma y desafía al intelecto, y si además este conocimiento adquirido puede llegar a tener una utilidad a la hora de la integración comunitaria, la satisfacción es doble", alentó.Lo cierto es que es muy significativo cuando una persona con problemas de audición nota de pronto que puede comunicarse con el entorno; un entorno corriente, cotidiano pero que pasa a un ritmo donde la comunidad hipoacúsica muchas veces no se siente parte. Y cuando de pronto alguien con conocimiento en lenguaje de señas entabla un diálogo, la burbuja sin sonidos donde se está encerrado explota y no existe más. Con la universalización del lenguaje de señas dos personas que hasta hace un instante eran extraños, ahora pueden comunicarse. "Todo esto no sólo permitirle a la comunidad sorda poder comunicarse, sino integrar ambas comunidades bajo un mismo entorno", sostuvo en su charla con ElDía."La principal motivación que tuve para emprender este desafío fue unir mi pasión, el running, o sea correr, y al mismo tiempo disfrutar los paisajes y visitar diferentes lugares, pero siempre corriendo, no haciendo paquetes turísticos. Pero además quise sumar la causa solidaria con la esperanza de dejar algo, una semilla plantada, con cada paso", reflexionó.