El país, en suspenso y con el peor final: la muerte de una nena de sólo 11 años
El brutal homicidio de Candela Rodríguez alumbró las oscuridades de nuestro sistema. Las miserias de la sociedad y el rol de los medios de comunicación. Y un flagelo: la desaparición de personas en democracia.Por Jorge Barroetaveña El sistema que incluye a todo el estado hace agua cuando de buscar una persona se trata. Los ejemplos en los últimos años abundan pero lo ocurrido con Candela Rodríguez volvió a dejar expuestas esas falencias. La terrible muerte de la chiquita puso en vilo a la Argentina y preocupó a lo más alto del poder político. El caso llegó hasta la Presidenta de la Nación que recibió a la mamá de la criatura y puso a su disposición todos los medios que tiene el estado. Pero nada alcanzó. La carrera contra reloj de su búsqueda terminó mal, de la peor manera, con un cadáver en el medio de una fenomenal movilización de efectivos de seguridad. La sociedad entera se movilizó, a caballo de la repercusión que el caso tenía en los medios de comunicación.Poco en claro se sabe de la investigación, aunque policía y justicia hurgan en el entorno familiar de Candela y parecen convencidos que encontrarán allí los motivos para semejante crimen. Venganza, drogas, piratas del asfalto, la chiquita quedó en medio de esa maraña de intereses oscuros que terminaron por arrancarle la vida. El país la buscó durante días, pero nada alcanzó. Hoy la desaparición y muerte tiene el nombre de Candela, ¿pero quién no tiene presente a María Fernanda Aguirre, nuestra entrerriana que también se la tragó la tierra hace años? O de Sofía Herrera en el sur, o Erica Soriano o, más recientemente María Cash. ¿Y Julio López? Es probable que tampoco haya compromiso social. En la era de las comunicaciones donde casi nadie queda al margen de lo que dicen los medios, ¿puede que nadie pueda aportar ningún dato certero? ¿Levantar un teléfono o enviar un mensaje para avisar a las fuerzas de seguridad? Nuestra legislación aún está renga en el abordaje de cuestiones como el tráfico de personas y nuestras fronteras tampoco son garantía de seguridad. En el norte, en el este y en el oeste los controles no suelen ser rigurosos y los límites argentinos son tan amplios que, sin tecnología moderna, se vuelven imposibles de controlar.Los medios de comunicación quedaron en la picota. Hay algo cierto: si el caso no hubiera tenido la cobertura mediática que tuvo, la repercusión hubiera sido infinitamente menor. ¿Eso habría cambiado la historia? No se sabe, pero el objetivo de los medios es llevar la información a todos lados. Y esa información que se da suele estar jalonada por los intereses de los informantes: fuerzas de seguridad, justicia y política en un caso como este. ¿Alguien piensa que la foto del gobernador Daniel Scioli consolando a la mamá de Candela fue robada? ¿O que el llamado telefónico sospechoso con amenazas que recibieron se filtró por casualidad? Nada es casual en la relación entre el estado y los medios y las responsabilidades son concurrentes. Sí habría un cargo para hacerle a los medios de comunicación es porque este caso sí y otros no. Ni Fernanda Aguirre, ni Sofía Herrera, ni siquiera la reciente María Cash tuvieron a su disposición toda la parafernalia mediática. Pero lo peor es el olvido. El viernes el caso descendió en interés y tuvo menos atención de canales, diarios y radios. Mañana lunes seguramente será menor, hasta que termine diluyéndose quedando condenado a las páginas de policiales en los diarios. ¿No aprenderemos? La vorágine de noticias hace que se vayan deglutiendo unas a las otras pero es innegable la responsabilidad de los periodistas, aunque en las grandes líneas la influencia de los editores suele ser decisiva.El país asistió angustiado al peor final. La dirigencia política optó por el silencio, en medio de la campaña política de cara al 23 de octubre. Parece poco aporte a la conmoción general y a la demanda de más eficiencia de las fuerzas de seguridad y al mejoramiento de la legislación que nos debiera amparar. El Parlamento sesionó, algo que no ha hecho durante casi todo el año, como para demostrar algún grado de compromiso. Poco, muy poco, migajas para lo que se reclama. La angustia es peor porque es probable que haya más 'Candelas', más 'Sofías', más 'Marías Fernandas'. Con todo el dolor que eso representa.La Presidenta tuvo un buen gesto al recibir a la madre de Candela. Demostró interés y predisposición para enfrentar el problema y cierto grado de compromiso que, en otros casos, estuvo ausente. Pero sólo se remitió a eso. No hubo una sola mención más al tema. ¿Por temor a que el caudal electoral del oficialismo se vea afectado? ¿Por qué el problema es de Scioli y su policía? En todo caso, los problemas de inseguridad en Buenos Aires y la Argentina no son nuevos y bajo ese clima ambos obtuvieron el 50% de los votos. ¿Cuál era el temor entonces? ¿No hubiese valido la pena una cadena nacional para reclamar por Candela y apelar al compromiso social en su búsqueda? Es extraño que, una mujer que no tembló para tomar decisiones drásticas, haya dudado en estas circunstancias. Mostrarse ante instancias como estas no es señal de debilidad sino de fortaleza. Hoy, con el final trágico, es probable que no hubiera cambiado nada, pero el mensaje sí habría sido distinto. Si una sociedad no puede proteger el bien más preciado que son sus chicos, tiene hipotecado su futuro. Ojalá estemos a tiempo.
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