LO QUE LA PANDEMIA PRECIPITÓ
El paso del viejo paradigma de la jornada laboral, al trabajo por resultados

No se trata de un movimiento uniforme, ni mucho menos. Pero, entre las maneras de vivir que vino a cuestionar la pandemia por el Coronavirus, la forma de asumir nuestra relación con el trabajo cobra protagonismo. "Las empresas no se van a poder seguir sosteniendo si siguen gestionando como siempre lo han hecho", aseguró Marcelo Bonzón, especialista en gestión empresarial de la innovación.
Luciano Peralta Hace algunas semanas, leí por ahí que Unilever comenzaba en Nueva Zelanda una prueba piloto: implementar la jornada laboral de cuatro días. "El objetivo de este proyecto es medir el rendimiento en función de la producción y generar más valor en menos tiempo, pero, por el momento, es algo que solamente se está implementando en ese mercado. La idea, sin embargo, es poder analizar los resultados y los aprendizajes a lo largo del camino para en un futuro aplicarlo a una escala más amplia", explicaron desde la Coordinación de Comunicaciones Externas de la multinacional, al ser consultados para esta nota. Es cierto, la pandemia vino a romper muchos moldes. La manera de trabajar es uno de ellos. Las experiencias de quienes empezaron a cumplir sus tareas a distancia, desde sus hogares, y que no están dispuestos a volver a sus lugares de trabajo se repiten por todos lados y precipitan procesos que, si bien se manifiestan muy fuertemente en pandemia, llevan muchos años de pequeñas transformaciones. Sobre todo, en ciertos sectores.
En Nueva Zelanda Unilever "cuenta con una amplia trayectoria de fuerte crecimiento que hace que este sea el momento ideal en su ciclo de vida para implementar algo nuevo y ambicioso", explicaron desde la firma a ElDía. Sería erróneo pensar que en el corto plazo Unilever Argentina y sus 3500 empleados, o los 177 que actualmente trabajan en la planta de Gualeguaychú, donde se produce jabón en polvo, puedan acceder a este tipo de "prueba piloto". Pero la posibilidad de repensar la cantidad de horas que dedicamos al trabajo puede funcionar como disparador para abordar algunos cambios que, lejos de suceder lejos, en otro continente, están ocurriendo aquí y ahora. Marcelo Bonzón es contador público, egresado de la Universidad de Concepción del Uruguay (UCU), pero siempre tuvo claro que liquidar impuestos y confeccionar balances no era lo suyo. Por eso realizó posgrados y especializaciones en Comercio Exterior y Economía Internacional, en Administración y Dirección de Empresas y Negocios y en Gestión de la Innovación y la Vinculación Tecnológica. "La jornada de trabajo viene del siglo XIV, en España, cuando se establecieron jornadas de ocho horas, cuatro por la mañana y cuatro por la tarde, para que aquellos trabajadores que tenían que hacer edificaciones no sufrieran el sol" "No es sencillo enterrar esos viejos paradigmas de la jornada de trabajo", aseguró, antes de explayarse: "La jornada de trabajo viene del siglo XIV, en España, cuando se establecieron jornadas de ocho horas, cuatro por la mañana y cuatro por la tarde, para que aquellos trabajadores que tenían que hacer edificaciones no sufrieran el sol. Setecientos años después, ese legado continúa muy arraigado, sobre todos en las culturas de aquellos países que fueron conquistados por Europa. Por eso es muy difícil, todavía, incorporar otras formas de trabajar, que no necesariamente están atadas al cumplimiento de una jornada laboral", ahondó Bonzón, quien, además, ejerce la docencia universitaria, en el país y en Centro América. "Las empresas que han empezado a liderar el cambio de paradigma son las de software y servicios informáticos, donde nos encontramos un mix entre la remuneración fija y la variable, y existe un mínimo de jornada de trabajo que se tiene que cumplir y otra parte que está atada a los resultados", explicó el especialista en gestión empresarial. "La pandemia no solamente precipitó el trabajo remoto y la introducción de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, sino que también posibilitó empezar a transferir el conocimiento que durante muchos años estaba ahí, en letargo, ¿por qué? Porque se pensaba que no se necesitaba, porque siempre se había trabajado de la misma manera", agregó el titular de "Bonzón Consultores Asociados", con sede en Gualeguaychú. En esta línea, aclaró que "no todas las actividades son pasibles de ser ejecutadas mediante el trabajo remoto; sí lo es una buena parte de esas actividades". Y diferenció: "tampoco todo empleo remoto implica trabajar por resultados. Por ejemplo, el home office que debe conectar de las 8 de la mañana a las 4 de la tarde, está bien, es home office, pero no es trabajo por resultados". En 2009, Cali Ressler y Jody Thompson publicaron un pequeño libro que se llama "Sin horarios" y, básicamente, expone los beneficios del Trabajo Orientado Exclusivamente por Resultados. La idea de la jornada laboral desaparece para dar lugar a la de un trabajador adulto que organiza y gestiona su tiempo como mejor le convenga, siempre y cuando cumpla con los objetivos establecidos. "Pasamos de pensar en un mundo de átomos a pensar en un mundo de bits. Las generaciones siguientes ya nacieron con los bits puestos, 'con un chip incorporado'" En este sentido, en una interesante publicación del Concejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) titulada "El trabajo en tiempos de cuarentena", la investigadora Susana Finquelievich, quien es directora del Programa de Investigaciones sobre la Sociedad de la Información del Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA), planteó que en estos últimos tiempos "la cuestión del trabajo no trae cosas nuevas", sino que se están acentuando tendencias que ya eran una realidad pero a menor escala. "El teletrabajo comenzó en la segunda mitad de 1990 como una novedad y algunas empresas habilitaron el trabajo desde la casa. En estos días, las recomendaciones de distanciamiento para evitar contagiarnos de coronavirus han acentuado la teleeducación y el teletrabajo". "Muchas empresas han sido reacias al teletrabajo porque hay quienes controlan la producción del trabajador no por el producto, sino por el horario que cumple. Hoy en día, se ha promovido como una necesidad prácticamente ineludible y creo que eso va a visibilizar justamente las facilidades que crea", consideró Finquelievich, quien, además, aclaró que "los derechos de los trabajadores no se terminan porque la modalidad del trabajo cambie". Asimismo, planteó que la relación con la tecnología dejó, ya hace tiempo, de ser una opción. "Allá por los años 90 hubo corrientes tecnofóbicas y tecnofílicas. Hoy en día, las tecnologías están acá, las estamos usando", expresó. "Pasamos de pensar en un mundo de átomos a pensar en un mundo de bits. Las generaciones siguientes ya nacieron con los bits puestos, 'con un chip incorporado', de modo que el cambio no fue tan brutal. Pero aprender a manejarnos en un mudo informatizado nunca fue opcional. La cuestión del aprendizaje permanente es crucial". En este sentido, Bonzón enfatizó sobre la necesidad de aprender nuevas formas de gestionar las empresas, sean del tamaño que sean, y de incorporar nuevas tecnologías, pero marcó lógicas resistencias. "En el sector de la micro, pequeña y mediana empresa todavía persiste la resistencia al cambio de lo presencial al trabajo remoto. Todavía no se tiene el nivel de madurez para asimilar que hay otra manera de hacer las cosas". "Más allá de lo económico y lo sanitario, la pandemia desató una crisis de cambio. Eso obligó a muchas empresas a adaptarse o morir. De hecho, muchas quedaron en el camino. Otras se adaptaron como pudieron, adoptaron plataformas de marketplace, de e-commerce, de comercio electrónico y hay muchos ejemplos de cómo crecieron, en ventas y en mercados, en medio de una crisis feroz", destacó Bonzón y sintetizó: "las empresas no se van a poder seguir sosteniendo si siguen gestionando como siempre lo han hecho".ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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