El valor de las fuentes orales para reconstruir el pasado

Por Gustavo Rivas y Marcelo Lorenzo- ¿A qué llamamos 'historia oral'?Daniel Plotinsky:- En realidad no es una historia distinta a la que está escrita. Sino que tiene que ver con poder trabajar con la memoria individual, colectiva, social. Nace en Argentina a fines de la década del '80, por distintos motivos. Aunque en el mundo se desarrolla después de la Segunda Guerra Mundial. Básicamente en Inglaterra, en Francia, en momentos en que entra en auge lo que se llama la historia social. Ahí está la idea que la historia no son solo los grandes personajes. Dentro de esa corriente, por ejemplo en el caso de Inglaterra, aparece la idea de que si yo quiero hacer historia del movimiento obrero, tengo que hablar con los obreros. Porque los obreros, digamos, no escriben. Es una metodología distinta. El acuerdo básico es que es una metodología de construcción de fuentes. Después hay distintas concepciones.- ¿Es concomitante con algunos adelantos técnicos, por ejemplo con la generalización del grabador?- Obviamente sí. El grabador es un aliado en esto de hablar con alguien para que me dé alguna información. Hago la entrevista, la dejo registrada y entonces queda no solamente para mí, queda como un documento en sí mismo. De hecho ya hay una cantidad importante de archivos orales. El Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito, nace como un archivo oral, tiene más de 400 entrevistas construidas para preservar la memoria del movimiento social que nace a mediado de la década del '50. A mediados de la década del '90 corríamos el riesgo de perder la experiencia. La única manera de recuperarla era entrevistando a quien participó de ese movimiento. Y dejar ese registro para futuras generaciones que puedan interesarse en eso.- ¿No es una técnica muy utilizada por los antropólogos en sociedades ágrafas?- En realidad la tomamos prestado de ahí, aunque haciéndole algunos cambios. Los antropólogos desde siempre, y mucho antes de que existiera el grabador, trabajaban con su diario, en el cual consignaban la cotidianeidad de los pueblos bajo estudio. El antropólogo no trabajaba sobre la escritura sino sobre fuentes orales, a diferencia de la historia que se formaliza como ciencia sobre los papeles. Entonces de entrada tenían que registrar en base a la oralidad (...) La historia oral toma esa experiencia. Pero pasa un tiempo antes de que esta metodología sea aceptada por la academia de Historia. Toda vez que viene a romper la verdad edificada sobre el documento escrito, que aparece como inamovible.- Es una ruptura con la era Gutemberg, con la hegemonía de la palabra escrita...- La palabra impresa tiene su prestigio. Sobre todo en la historia, la cual se construyó como ciencia en el siglo XIX con la escritura. Entonces los documentos eran objetivos, ciertos, verdaderos.- ¿Pero la historia oral descarta totalmente el recurso de la escritura?. ¿No lo utiliza como complemento?- Es un complemento, efectivamente. La idea de trabajar con fuentes orales ayuda a abordar algunos aspectos. Por ejemplo cubrir información donde no hay otra documentación. Esto actúa como complemento de las fuentes escritas. Otro aspecto es encontrar otras cosas que la fuente escrita no puede dar, como es la subjetividad -que al principio es vista como un problema- a la cual se valoriza, dándole un valor agregado.- ¿Esta metodología ya está validada científicamente? - Entre quienes trabajan en historia social, sí. Y entre otros, diría que no les queda más remedio que aceptarla. Aún en aquellos sectores donde todavía la historia oral es vista como una cosa de segunda, les resulta muy difícil no aceptarla. Por otra parte, ya son muchos años de demostración. Es más, lo que trajo aparejado es una revisión en la manera de pensar los otros documentos.
Rescatar a los sin voz
- Las sociedades orales no tenían voz en la historia. A falta de quienes la contaran, eran silenciadas... - La historia oral nace, justamente, con la idea de contar la historia de actores sociales, como el movimiento obrero en Inglaterra, que eran marginados del relato. Y en Francia con la mala conciencia de los intelectuales franceses tras el proceso de descolonización del África. El aparato cultural francés fue muy efectivo en general en las colonias. Pero detrás de ese afrancesamiento se corría el riesgo de que se perdiera para siempre esa historia colonial que no estaba escrita. Y entonces empezaron a trabajar con historia oral para recuperar las historias de esos pueblos que no tenían escritura.- ¿Qué lugar ocupa en este género lo anecdótico, la historia de personajes y situaciones de pueblo?- A nivel periodismo existieron los aguafuertes porteños. Esto de trabajar en la historia local, barrial. Desde los '70 eso es historia. No es sólo historia barrial o anecdótica. Eso es historia y la manera de meterlo en la historia y que deje de ser una anécdota es el registro. Por lo cual, pasa a ser un documento que puede ser analizado como una foto de determinada época o cualquier otra cosa.- La inmigración aparece como un terreno muy fértil para el uso de las fuentes orales. ¿Es así?- Sin duda. Acá en la Argentina hay dos grandes temas que están muy ligados a la metodología de la historia oral. Uno es la inmigración, dada la conformación cultural del país. Y el otro es la historia vinculada al período de las dictaduras, sobre el cual no tenemos información escrita.- Ahí lo escrito equivale a la versión oficial.- Obviamente. Porque se deja de lado toda otra dimensión del pasado, que la historia oral justamente pretende rescatar. Y en el caso de la inmigración, ya hablamos de complementación entre lo escrito y lo oral. Sobre la inmigración hay un montón de documentación. Y quizá a uno se le podría ocurrir que resulta innecesario explorar por otra vía. Pero los documentos hablan del fenómeno de la inmigración. Y la historia oral trabaja con los inmigrantes, de sus experiencias como personas, de su biografía. Los documentos enfocan lo general. La historia oral, en cambio, aborda lo vivencial, las historias familiares. Se supone que un inmigrante judío polaco que vino en el '30 vino escapando de las persecuciones. Sin embargo, uno va y entrevista a un señor de esa colectividad y pregunta ¿Por qué vino?. Porque me peleé con mi papá, responde. Entonces rompe la lógica (...) Además, existe el relato oficial de las colectividades. Un relato que generalmente se apoya en rasgos de la mayoría. Pero después aparecen las tradiciones familiares, los hechos puntuales, que no coinciden con esa visión oficial.- Hay un choque, por tanto, de percepciones...- La otra cuestión con las fuentes orales es que a veces nos dan datos de la historia reciente aunque estemos entrevistando sobre hechos anteriores. Tenemos experiencia en una escuela en donde se trabajó mucho -por eso daba el anterior ejemplo- con inmigrantes judíos polacos que llegaron acá en el '30. Hubo un momento que vienen muchos, masivamente. Sin embargo las entrevistas empezaron en el año '93. Hacia el final de la entrevista había preguntas de apreciación. Y una de las preguntas giraba alrededor de si en Argentina había antisemitismo. Cuando el tema se enfoca en la década del '30, la respuesta es que no hay ese sentimiento. Sin embargo, esa percepción cambia en los '90, tras los atentados a la Amia y a la Embajada de Israel. Entonces, las respuestas instalan la idea de que hubo siempre antisemitismo en la Argentina. Es decir hay una relectura del tema en base datos del presente.- ¿Qué papel juega la historia oral en el caso de los pueblos originarios?- Ese es el aporte que ha hecho la antropología. Ahora hay trabajos recientes desde la historia oral. A propósito: las entrevistas de historia oral siempre suponen un contacto y un conflicto como cualquier entrevista. Que ustedes tengan interés en algo, no es algo recíproco, necesariamente, en el caso del entrevistado. Ni hablar de la tensión que se suscita al enfrentarse dos culturas diferentes (una del entrevistado y otra del entrevistador). La cosa ahí se complica. En el sur argentino hay muchos historiadores locales haciendo un registro oral de los pueblos originarios. - Ahí el historiador debe adaptarse a la cultura del pueblo bajo estudio...- Claro. Debe hacerlo por varias razones. Si no lo hace corre el riesgo de que le digan: 'señor, punto, váyase'. Puede ocurrir también que el historiador, procedente de otra matriz cultural, fuerce a las personas que entrevista y cuyos ritmos culturales son distintos. Todo esto hay que manejarlo con mucho cuidado.
Diferencias con el periodismo
- ¿Qué relación existe entre el trabajo que hace el historiador oral y el que realiza el periodista?- Hay cosas en común y otras que no. La idea de ir a registrar algo es común. La diferencia reside en que el periodista va a buscar datos en función de una nota. La entrevista apunta a la búsqueda de datos. El que trabaja con historia oral va a la búsqueda de experiencias, que incluyen datos pero que exceden en mucho al dato. Generalmente son listas más largas que suponen un contexto mayor. Pero el historiador oral no va a buscar sólo datos (...) De todos modos, hay periodistas, como María Seoane, que hacen libros de historia. - Quizá otra diferencia es que el historiador archiva sus grabaciones, como algo único, algo que no suele hacer el periodista.- Eso es cierto. Quien hace historia utiliza la grabación o filmación como documento. La otra diferencia es que el contenido periodístico, por el hecho de que se basa en datos, es más efímero. Es muy distinto rescatar experiencias, a dejarlas registradas para que se puedan usar como documento. Con el tema de la desgrabación hay una cuestión. En historia oral no se habla de desgrabar, que tiene que ver con destruir, sino con transcribir, que tiene que ver con traducir. El documento es la grabación. Lo otro es una traducción, como uno traduce de otro idioma algo.- Hay de todos modos, un acto de mediación inevitable...- Obviamente. El primer acto de mediación es la entrevista misma. Porque yo al preguntar no voy así en el aire. Hay un primer acto. La traducción le agrega otra mediación, que además supone una limitación. Uno puede ser un buen traductor o un mal traductor. Pero el traductor sabe que su producto no es lo mismo que el otro. Hay ciertas traiciones. En historia oral tengo que ser riguroso y trabajar sobre la grabación y todos sus matices. No puedo desviarme de esta obligación. Es como que alguien del campo de las letras hiciera una tesis, un trabajo de investigación sobre un escritor inglés, leyendo sus novelas o sus poesías en una traducción al castellano. Puedo leer la versión en castellano, si no tengo acceso de otro modo a la obra. Pero como investigador no puede trabajar con la traducción. Tengo que ir a la lengua del autor.- Además el investigador en este caso es un nexo entre la fuente y el destinatario, el que va a leer el texto.- Hay dos tipos de destinatarios. En un caso está el destinatario de la investigación terminada. Después está lo que hace el historiador con el material recolectado. Debe decidir qué hace, con vistas al producto final, con la documentación escrita, con las fotos, con las entrevistas y demás (...) A veces al historiador le quedan en su poder entrevistas, que de todos modos desea que se hagan públicas. Hay varios archivos que trabajan con eso. Es un documento mediado. Tan mediado como cualquier otro documento, como un documento escrito.- Imaginamos que emprender una investigación de este tipo supone toda una preparación.- Tal cual. La primera cuestión es que hay que saber algo del tema. El investigador no empieza a enterarse del tema con la investigación. Por otro lado hay distintos tipos de entrevistas. Hay que elegir aquellas que se ajustan al objeto de estudio. Después está el tiempo que demandará el trabajo de campo. En función de todas estas variables, se pueden elegir entrevistas abiertas, cerradas, semiestructuradas. En cuanto al entrevistado, también tiene que haber una preparación previa. Uno no puede caerle de sorpresa a una persona. Tiene que haber acuerdos previos, acuerdos de palabra y después acuerdos formales. Tiene que haber una autorización. Porque hay limitaciones. Hay temas muy delicados. Porque de pronto se dan a conocer testimonios cuando el entrevistado ya está muerto. Hay temas muy fuertes, cuya publicación debe ser acordada previamente con la persona en cuestión (...) El tema de la repercusión en la familia es muy fuerte, especialmente en gente que no entra dentro de la categoría de personaje público (...) - ¿Conoce de otras ciudades donde, como hace en Gualeguaychú el grupo Itén, se promuevan trabajos monográficos sobre la historia local, para gente que no está en la disciplina?- No conozco con esta metodología, aunque es posible que haya en otros lados. Sé de organismos que trabajan en esto. Pero no tengo conocimientos de de grupos voluntarios. Me consta, de todos modos, de la existencia de grupos culturales ligados a organizaciones o a entidades, interesados en la historia. Muchas veces desde la escuela se trabaja con la historia del barrio o alguna cosa así. O desde la universidad, aunque desde un punto de vista más formal. - Gualeguaychú muestra mucho interés por su propia historia...- Eso es importante. Ese es el primer requisito para poder hacer un proyecto de este tipo, dirigido a rescatar valores, pautas culturales y costumbres de una sociedad.
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