Emilio Martínez Garbino habla de armar un proyecto local
Por qué la agrupación no se alinea a nivel provincial ni nacional. Y pone todas sus fichas en el ámbito municipal. Emilio Martínez Garbino, en diálogo con EL DIA, explicó la apuesta del Nuevo Espacio. Dice que el desarrollo se construye desde abajo, desde las ciudades.Por Gustavo Carbone y Marcelo Lorenzo- En el 2001 el sistema político-institucional del país implosionó. Desde su óptica, ¿cómo estamos hoy?Emilio Martínez Garbino:- Esa eclosión fue producto de medidas desacertadas y de una profunda desconfianza hacia el sistema institucional. La percepción que había era que la democracia no cubría viejas demandas de la sociedad. Paradójicamente, en esa defraudación, entre comillas, participaron personajes que hoy se plantean como alternativa. Rápidamente hay una recuperación económica y es Néstor Kirchner quien de alguna forma sabe capitalizar la situación. Recupera el prestigio de la autoridad presidencial, que estaba por el suelo. Pero ese poder adquirido tan rápidamente, en lugar de ser transferido a las instituciones, se reconcentra en su figura. Y se impone entonces un relato sesgado e incompleto de la historia argentina reciente. Pero estamos frente a un proyecto que no es integrador, en el sentido que incluya a todos los sectores de la vida nacional. No es el que soñamos los argentinos (...) Hemos gobernado el país desde la parcialidad, y con visiones también muy parciales. - Cuando se llega al gobierno, es cierto, se gobierna desde y para una facción, con aspiraciones hegemónicas. El alfonsinismo, en un punto, fue eso. Y Menem se quiso eternizar...- No creo que se haya hecho todo mal en Argentina en el último tiempo. Mi crítica más bien apunta a las oportunidades que se han perdido. Es ahí donde uno pone el acento. Cualquier propuesta política que hoy se haga debe ser algo superador. Porque si nos anclamos en los "anti", en la idea de que se construye contra alguien, seguimos bastardeando lo que necesita este país, que es un proyecto integrador. No podemos olvidar que tras la debacle de la convertibilidad, allá por 2001-2002, se tomaron medidas muy fuertes en lo económico, que marcaron después todo el ciclo. Las retenciones a la producción agropecuaria, las tomó Remes Lenicov, que ocupó el ministerio de Economía en la primera parte del gobierno de Eduardo Duhalde. Eso permitió aprovechar los buenos precios internacionales de nuestras exportaciones. Pongo este ejemplo para indicar que la política económica que lleva adelante Kirchner sigue los lineamientos anteriores. Por otra parte, Roberto Lavagna, ministro de Duhalde, sigue luego como ministro de Economía en el gobierno de Kirchner, hasta fines de 2005 (...) Hay cosas buenas, pero se dividió a la sociedad
- ¿Qué medidas de la administración kirchnerista le gustan? ¿Qué está bien hecho?- La Ley de Educación, que nosotros apoyamos en el Congreso. Creo que la universalización de los planes sociales es una buena medida, aunque no hay que quedarse a mitad de camino, porque de lo que se trata es de eliminar el clientelismo. Creo que el enfoque de defender la industria nacional, sobre todo las pymes, es correcto. Más allá de estos aciertos, me preocupa el estilo de gobernar en base a la confrontación, que lo único que hace es dividir y fracturar a la sociedad. Esto me parece que es el tema central. El país, por esta razón, perdió mucho con el conflicto del campo. Ofuscación, desconocimiento, no sé, pero se atacó a un sector importante de Argentina. Hay que pensar que el país salió adelante ayudado por el campo, que ya en 1997 empezó a invertir en una tecnología que hizo posible las cosechas de hoy. Eso permitió aprovechar el viento de cola mundial, a partir de los buenos precios de las materias primas agrícolas (...) - Pero la lógica de la confrontación, convengamos, es una ideología política, que postula que es bueno tener un enemigo enfrente...- Puede darle rédito a un gobierno. Pero cuando vos construís permanentemente en base a 'nosotros y ellos' lo que estás haciendo es dividir a la sociedad. Y esto tarde o temprano se vuelve en contra. Porque así no hay posibilidad de enhebrar ninguna política de conjunto (...) Hay que pensar que un presidente es como un padre de familia. Tiene que gobernar para todos, entender a todos. Y por tanto su tarea es compatibilizar los intereses, no agudizar las diferencias. - En la sociedad hay conflictos y la labor de la política es solucionarlos, no profundizarlos...- Fíjense la secuela de división, hasta de odio, a que ha conducido esta estrategia. Porque esto se traslada después a toda la sociedad. Hay gente que no come asados con personas allegadas o amigos, porque teme que se converse de política. Esto es una realidad. Que no queramos reconocerla, es otra cosa. Por ahí hoy la política te diferencia con las personas, al punto de que se evitan los encuentros con amigos. - Digamos también que a veces la oposición política no ayuda a crear un clima de más concordia. Y por otro lado, hoy desde el gobierno parecen venir señales más amistosas. ¿No le parece?- Hay que reconocer que el nivel de exposición del conflicto ha disminuido notablemente. Y en eso la presidenta ha tenido algo que ver. Creo que el caso de Vargas Llosa fue la mejor demostración. Fue ella la que de alguna manera bajó los decibeles. Me parece que hay actitudes de mayor racionalidad, también, hacia el sector productivo (...) - ¿Qué opina de la relación del gobierno con la prensa? ¿Está a favor de Clarín o de 6,7,8?- De ninguno de los dos. Una ley de medios debíamos tener. Es un avance. El tema es qué uso hacer de esta herramienta. Y creo que quedaron ahí algunas ventanillas. Por eso mismo no tuvo el apoyo casi unánime de la Cámara. No por el espíritu total de la ley, sino por dos o tres cuestiones que después la justicia puso en su lugar. No es correcto que haya un monopolio en los medios. Pero tampoco es correcto que se logre el mismo efecto desde el gobierno. A través por ejemplo de la pauta oficial, que es necesaria para que los medios subsistan, pero cuyo manejo no debe generar sospechas. - ¿Y los medios de comunicación estatales en Argentina? ¿Son del gobierno o del Estado?- Se tiende a confundir Estado con gobierno; gobierno con partido; y partido con caudillo. ¿A qué lleva esta confusión? Por ejemplo, se habla mucho de lo público y lo privado. Como que lo público es el gobierno y el resto es privado. Pero lo público no es el gobierno. La conjunción de gobierno más la sociedad conforman lo público. Por eso lo público es una tarea de todos. Es una responsabilidad de todos. Después, dentro de ese Estado y de esa sociedad, hay distintas responsabilidades. Nosotros elegimos a los que nos gobiernan y les adjudicamos un rol. Pero eso no me exonera a mí de mis responsabilidades y obligaciones como ciudadano. Todo esto tiene implicancia en la vida real. Se cree que cuando se rompe el banco de la plaza el problema es de Bahillo, y que él está obligado a evitar que eso suceda. Pero esto es una tarea de todos (...) Estrategia y autocrítica
- ¿Cómo ve el proceso político en Entre Ríos?- Los actores son todos los mismos, ¿no? A veces, cuando nos plantean si nosotros somos lo nuevo, yo digo que no lo somos. Simplemente intentamos hacer dentro de nuestras posibilidades algo distinto. Y desde la autocrítica. Hay cosas que no volvería a repetir, por ejemplo, en una gestión de gobierno. - ¿Cuáles por ejemplo? ¿Nombramientos a mansalva en el Estado?- Nosotros no hicimos nombramientos a mansalva, para nada. Fueron muy acotados. - Sin embargo, se habla a nivel municipal de ponerle coto a excesos en el tema de la planta de personal.- En principio hay que aclarar que el empleado público goza de estabilidad y nadie lo puede mover, salvo un hecho excepcional. Y es cierto, la cuestión del personal de alguna manera condiciona la gestión. Pero cuando hablaba de autocrítica yo apuntaba también a los pasos políticos que dimos. Hablando de la Provincia, nosotros intentamos generar una tercera alternativa que rompiera con el bipartidismo. Y cometimos el error de creer que sumando una cantidad de sectores políticos estábamos sumando adhesión. En realidad lo que estábamos sumando era gente que no encontraba en las estructuras tradicionales un lugar donde participar. Aparecíamos como una oferta a grupos que habían quedado fuera de esas estructuras (...) Fue un error. Porque nosotros salimos de esas viejas estructuras criticando sus vicios. Pero a la larga caímos en lo mismo (...) - Por tanto, siguiendo su relato, con los aparatos partidarios no se puede. ¿Es así?- Los aparatos tienen muchísima incidencia. No podemos negarlo. Más allá de que la gente ha recuperado su libertad de acción respecto de ellos. Los desencantados de esas estructuras. Pero ¡ojo!, yo creo que los partidos políticos son fundamentales, son piezas claves de la democracia (...) Creo que la Ley Electoral Nacional se hizo claramente para favorecer el bipartidismo. Y creo que no es correcto. No hay que olvidarse que en la elección del 2009, en los grandes distritos ganaron las terceras posiciones. En Córdoba ganó Juez, en la Capital salió primero Macri y segundo Pino Solanas, en la provincia de Buenos Aires ganó De Narváez, en Santa Fe el socialismo. El problema es que no hay quien articule eso. Lo que creo es que aquel espíritu del 2001, que pedía algo nuevo, subyace todavía. - ¿Qué pasa con el Nuevo Espacio? ¿Se convirtió acaso en una expresión vecinal? - Como no encontramos una síntesis a nivel provincial, lo que se resolvió es darle libertad a cada departamento, para que acuerde o haga la política que crea más conveniente. Y esto con el afán de re-encontrarnos pasadas las elecciones. El punto es que no había un común denominador, no había unanimidad, sobre todo a nivel nacional (...) Arrancando que no somos lo nuevo, que intentamos ser algo distinto nada más, reconociendo que nuestra incidencia a nivel nacional no existe y a nivel provincial es mínima, creemos que donde podemos tener una palabra, una incidencia es en nuestra comunidad. Creemos que tenemos que volcar toda nuestra energía, todo nuestro esfuerzo acá en Gualeguaychú. - Algunos, seguramente, los criticarán por declararse prescindentes a nivel nacional y provincial... - Seamos sinceros. El proceso político argentino es muy volátil. Volvamos para atrás y vamos a ver que la muerte en la política tiene una incidencia incontrastable. El fallecimiento de Néstor Kirchner permitió a este gobierno oxigenarse, y que se lo revalorizada. Antes había pasado algo parecido con el radicalismo con el fallecimiento de Raúl Alfonsín. Y eso de alguna manera explica la candidatura hoy de su hijo. Que nadie se asuste de esto. Lo que tenemos que aceptar con humildad los argentinos es que somos muy frágiles. Y desde estos episodios se marcan los grandes hitos políticos. Es un dato de la realidad (...) En lo personal no hay un oficialismo que me convenza. Y como he dicho, tengo diferencias filosofales con un estilo de gobierno. Por otro lado, muchos de los que hoy se presentan como candidatos alternativos, fueron protagonistas, del '83 hasta acá, que generaron mucha frustración política (...) Estoy hablando a título personal. Hoy uno no tiene preferencia por un candidato. Hoy la figura que me podría entusiasmar a nivel nacional es Hermes Binner. Pero no es candidato La revolución viene de abajo
- Apuestan, por tanto, a nivel local.- Si bien lo que se haga desde arriba tiene repercusión abajo y abre caminos, el verdadero desarrollo que debemos impulsar los argentinos es el desarrollo local. Creo que desde la base tenemos que empezar a generar los desarrollos locales (...) Los vecinos cooperan entre sí en un club, una biblioteca, una institución gremial, una cooperadora. Pero cuando empieza a tallar la cuestión política empiezan los cascotazos. Y eso lo único que hace es frustrar a las comunidades. Creo que en Gualeguaychú hay gente valiosa que tiene mucho para aportarle a la ciudad, pero por equis razón no lo hace. Alguna está diseminada en los distintos partidos. Esa gente tiene que ser convocada dentro de un proyecto local. ¿Saben cómo se soluciona esto? Haciendo que las elecciones municipales fueran separadas del resto, como sucede en muchos lugares del mundo. Estas son las grandes revoluciones que hay que producir en lo institucional en Argentina. Hay que separar las elecciones locales del resto. Para evitar que queden empapadas de las divisiones que se traducen en los otros niveles, y la ciudad pase a ser el centro de la preocupación. Esto permite elegir a los mejores vecinos. Evita, repito, que el proceso de selección no esté condicionado por el clientelismo institucional, por el cual quien maneja los recursos de arriba los otorga según las simpatías políticas (...) Por otro lado, estamos generando una nueva dirigencia política, con experiencia en la administración local. La otra medida revolucionaria, que está conectada con la anterior, tiene que ver con modificar el sistema de Coparticipación federal de impuestos. El día que se pueda modificar el sesgo que hoy tiene este sistema de reparto se habrá producido la otra gran revolución que necesita Argentina, para convertirla en el país federal que hoy no es. Hoy tenemos un poder fuerte nacional que usa con discreción ingentes recursos públicos, y gobernadores e intendentes que son meros administradores. Pero las comunidades necesitan más que eso. Se puede ser un administrador eficiente o transparente. Pero las comunidades necesitan liderazgo. No basta con solucionar el problema de un bacheo o de luminarias. Es importante saber hacia dónde se dirige la ciudad. ¿Quién es líder, conductor? Es quien avizora los problemas que van a venir, el que se anticipa, y actúa en consecuencia. Cuando uno se sabe administrador solamente, surgen distintas problemáticas que te superan, frente a las cuales decís: 'no es de mi competencia, no me corresponde, le toca a otro'. Creo que ningún problema le puede ser ajeno a una gestión local. - ¿Qué problemas, por ejemplo, avizora hoy en Gualeguaychú?- Por ejemplo, hay un problema serio con la inseguridad. Y el otro tema es la droga. Ahora, estos problemas no se pueden resolver, sobre todo la droga, si la comunidad no los asume (...) Gualeguaychú ha incorporado a la agenda nacional la cuestión ambiental. Pero tenemos que ser consecuente con eso a nivel local. No pasa solamente por la lucha contra Botnia. Se trata también de que no haya más basurales, y de cuidar una obra tan reclamada e importante como la Laguna Sanitaria, que es modelo en su tipo (...) Tenemos que ser coherentes, sobre todo como comunidad. Comparto con Bahillo, en el sentido de que la ciudad más limpia no es la que más se barre sino la que menos se ensucia (...) Creo que Gualeguaychú entró en un momento que es bisagra. No estoy hablando mal ni bien de nadie. Veo el proceso histórico hasta acá. Hoy es una ciudad que tiene 80 mil habitantes. Debe resolver si quiere planificar su desarrollo futuro, o ser una ciudad que crece de cualquier manera. Esta cuestión central involucra al liderazgo de una ciudad. - Usted está hablando -está claro- como si fuese un candidato a intendente...- Necesitamos una propuesta política que articule estas aspiraciones de que hablo. No se trata de buscar un voto. Se está buscando algo más: que haya una comunidad comprometida. En este sentido, creo que pegaríamos un salto institucional si hubiese no sólo una auditoría externa de las cuentas públicas sino un control de gestión. Pero eso implica una tarea de compromiso cívico. Al control hay que hacerlo sobre el intendente y sobre todos los que integran la gestión municipal (...) El otro tema es el de la vivienda. Yo corregiría mucho de lo que hice en este punto. Creo que se cometieron muchos errores. Hay que tener cuidado con trasladar a familias a un lugar distinto, porque eso produce desarraigo. Muchas de esas familias creen que la casa nueva que tienen es algo provisorio, y sólo piensan volver a su lugar de origen. Los planes de vivienda tienen que tener en cuenta estas problemáticas. No preguntar de dónde viene - Cuando usted habla de compromiso, ¿se refiere también a que es difícil convocar a las personas para la función pública?Martínez Garbino:- Creo que no es lo mismo entrar a la función pública sabiendo que sólo vas a estar cuatro años, o que te instalás por más años. Eso condiciona la gestión. Si sabés que te vas a los 4 años, el costo-beneficio político de las decisiones ya no pesa tanto. Si hay una medida correcta a tomar, uno está convencido de ella, no se duda tanto. No se especula por el grado de antipatía que puede cosechar. Ahora bien, cuando se piensa que uno se quedará más tiempo en la función, y se sospecha de las antipatías de una medida, se empieza a decir 'ni'. Por eso acá podría haber un compromiso ciudadano que diga: 'no vamos por la reelección'. Eso, creo, le puede dar tranquilidad a un grupo de ciudadanos que quiera participar de la política de la ciudad, pero no se anima. En esas condiciones, quizá se la pueda convocar. Creo que se puede juntar gente muy interesante acá. Pero éste no tiene que ser un proyecto con un color partidario determinado. Yo ubico a esto en una etapa de transición. Debemos generar las condiciones para devolverle un sueño a la ciudad. Para eso hay que ser confiable. Y esto supone no tener ataduras de ningún tipo. - ¿En eso está trabajando el Nuevo Espacio?- Estamos queriendo convencer a los vecinos. No se trata de ganar una elección más. El tema es para qué querés llegar y con quién vas a gobernar. El Nuevo Espacio es consciente de que solo no puede. Tampoco tenemos la capacidad y la verdad en nuestras manos. Es una construcción colectiva en la que tiene que participar sectores diversos. Uno a esta altura de la vida está cansado de algunos prejuicios. Me critican que converso con unos y otros. Pero me importa un bledo. Uno ya está harto de eso. Quiero convencer a otros de que tenemos que ser muchos con esta tesitura (...) Las críticas que me hacen son producto de la mezquindad y la mediocridad, no de la inteligencia. En mi gestión tuve a personas que eran de otra extracción política (...) La gente quiere cloaca, quiere agua. Y no te pregunta. No hay una cloaca peronista y una cloaca radical. No hay una cloaca de izquierda ni una de derecha (...) Los que pertenecemos a la generación que va de los 45 a los 70 años, tenemos una crónica incapacidad de diálogo y de llegar a acuerdos. Y esto de alguna manera ha empapado la última etapa de la historia argentina. Y tenemos un fuerte sesgo autoritario. Nos cuesta mucho ser democráticos
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