En el país la interna del ‘grandote’ es más interesante que la interna del ‘chiquito’
Las palabras de Carlos Pagni parecieron premonitorias el fin de semana pasado en el Congreso de FARER: hoy interesa más la interna del 'grandote' que la del 'chiquito'. En la UIA la Presidenta le puso marco a esas palabras. Por Jorge Barroetaveña El discurso de Cristina de cierre de la Asamblea Anual de la Unión Industrial Argentina es de los más largos de los últimos tiempos. Conciente del auditorio que la escuchaba y a sabiendas que Hugo Moyano la había precedido en el uso de la palabra, la Presidenta no paró de mandar mensajes y marcar la cancha. En rigor lo viene haciendo desde tiempo, cuando percibió que su relación con un sector del sindicalismo no tenía retorno. ¿Porqué la inquina con Moyano? Porque para la Casa Rosada se acabaron los tiempos de las apretadas y a Moyano en especial, el modelo ha dado demasiado. Claro, la Presidenta hereda en este caso, un legado que le dejó su marido, Néstor, mentor y gestor del poder que hoy detenta el camionero. Desaparecidos los conflictos de las calles, doblegada la oposición, y con el sindicalismo de este lado, ¿de qué sirve Moyano? Lo experimentaron durante la campaña las huestes de la CGT que tuvieron que andar mendigando algún lugar en las listas. De colocar un vicepresidente Moyano tuvo que contentarse con un puñado de diputados nacionales y concejalías en la Provincia de Buenos Aires. Eso sin contar el ninguneo al que fue sometido, sistemática y rigurosamente por el kirchnerismo puro, que gentilmente le pidió que desapareciera de la campaña.Igual, hay algo más que irrita a la Presidenta, tanto como los modos y los gestos. Y lo dijo el martes en la UIA: que le contesten por los diarios. Y Moyano fue justamente lo que hizo el miércoles, después de sus palabras en la central fabril. Y llegó otra vez la réplica irónica de la Presidenta. La relación llegó a su punto más bajo desde que se conocen, poco en rigor, porque durante años el interlocutor fue siempre el mismo, Néstor Kirchner.Cristina le dio a mitad de semana sepultura oficial al proyecto de coparticipación de ganancias que impulsaba la central obrera y condenó con pocos eufemismos, las internas sindicales que promueve el propio Moyano con robo de afiliados y métodos fuertes. Sospecha, en el fondo, que la mano del camionero también está detrás del conflicto de Aerolíneas, aunque ignora hasta dónde llega. Aquí se cruzan las internas oficiales que resisten el avance de La Cámpora en lo más alto del poder. Julio De Vido es considerado el más peronista de los ministros, en los términos que concibe el kirchnerismo claro está. Apenas desatada la pelea, que paralizó por enésima vez Aerolíneas Argentinas, todos los ojos apuntaron a Cirielli y su relación con De Vido y, por extensión, con el propio Moyano. Esta puja está contextualizada por el dominio que La Cámpora ejerce sobre la empresa y el manejo casi absoluto que Mariano Recalde ha tenido sobre la conducción. Pero los caminos se cruzan tanto que Recalde padre es el principal asesor de Moyano, legislador nacional y, hasta no hace mucho, principal espada sindical en el Congreso.Pese a estas posturas zigzagueantes hay algo más importante que es la supervivencia del modelo. A la Presidenta no le tembló la mano para devolverle a la Fuerza Aérea el manejo sobre los controladores aéreos o pasar el tijeretazo por las rutas de la línea de bandera: lo que es redituable sigue y lo que no, se corta, fue la orden. El objetivo será pues, paliar los 1.200 millones de pérdidas que Aerolíneas dio en el último año y, al menos, reforzar los vuelos de cabotaje para darle verdadero sentido integrador a la política de la empresa. Para seguir cerrando el modelo necesita achicar los gastos y conseguir dólares, que le permitan seguir manteniendo presupuestos claves como el de la política social a través de la Asignación Universal por Hijo."El objetivo no es mantener la inflación, sino el consumo. El nuestro es un modelo de crecimiento y desarrollo y sin consumo no es viable", resumió la mandataria, aceptando algunas críticas aunque ratificando la espina dorsal del proyecto que impulsa. La lógica es inapelable: para mantener el consumo se necesita plata y para eso hay que eliminar todo lo que no impacte en lo primero.Los tiempos que eligió Cristina para dar su batalla final con Moyano y compañía no parecen cuestionables. Son los mismos tiempos para hacer el ajuste que el modelo necesita, o aplicar la 'sintonía fina' como ella misma definió. Hoy, con todo el poder que da el 54% de los votos es el momento para hacerlo. Más tarde no se sabe cuál será el humor social y el costo podría ser otro.Mientras los alfiles y las torres le van cerrando los caminos, y la reina lo jaquea, Moyano pergeña algunas salidas a su entuerto. La posibilidad de formar una CGT paralela con sus leales no sería descartable. Al cabo, el grueso de los gremios del transporte están todavía con él, aunque habría que ver hasta dónde están dispuestos a acompañarlo. En ese caso, ¿cuánta influencia real podría tener sobre el devenir de los acontecimientos? ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar para enfrentar al gobierno más poderoso de la democracia reciente argentina?Lo cierto es que la puja hacia el interior del modelo es la que ofrece hoy los mayores interrogantes. Ni los gritos ni la desorientación radical le quitan escenario. El gobierno se prepara para encarar su segundo mandato y cerrar las cuentas pendientes. Es la etapa de la sintonía fina como le gusta decir a la Presidenta. Moyano y varios más todavía están en la gruesa. Y podrían quedarse allí para siempre.
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