
La ley electoral entrerriana garantiza la mayoría automática al que ganó, distorsiona notablemente la representación y deja afuera de los ámbitos legislativos a buena parte del voto ciudadano emitido válidamente. Américo Schvartzman*Opinión La ley electoral provincial debe ser modificada. Con la abrumadora concentración de poder del PJ, esto no parece fácil. Pero si en verdad se quiere lo que se dice (una democracia plural, con presencia de las distintas voces que conviven en una sociedad cada vez más compleja) este tema es ineludible. En esta ocasión, paradójicamente, entre los afectados por este retrógrado sistema, están algunos de los que lo venían sosteniendo, como la UCR. Lo que se pierde es diversidad y pluralidad. La que pierde es la democracia entrerriana. ¿Agendará la nueva Legislatura este tema entre sus prioridades?A medida del bipartidismoDurante la Convención Constituyente en 2008 planteamos insistentemente la necesidad de derogar el artículo 91 (ex 51) de la Constitución, que le asegura la mitad más uno de la representación en los cuerpos deliberativos a quien gane la elección, aunque sea con un porcentaje exiguo. La conveniencia del bipartidismo provincial impidió esa modificación. La ley 2988 es de 1934 y deriva de esa cláusula, pero no sólo garantiza la mayoría al que ganó, sino que agrava el asunto: distorsiona notablemente la representación y deja afuera de los ámbitos legislativos a buena parte del voto ciudadano emitido válidamente. Esto es así porque en el recuento incluye los votos en blanco para establecer el piso para acceder a un cargo colegiado. Esa "elevación del piso" deja afuera a partidos que, aplicando cualquier otro sistema de representación, deberían acceder a lugares en los órganos deliberativos.El perjudicado no es un partido en particular, sino la democracia. En las cuatro principales ciudades entrerrianas (Paraná, Concordia, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay), entre el 20 y el 25 por ciento de los vecinos y vecinas que emitieron un voto válido, no estarán representados en el Concejo Deliberante. En Concordia, la UCR con el 10% de los votos válidos, queda afuera del Concejo. En Gualeguaychú, el FEF y el socialismo, cada uno de ellos con el 9%, quedan sin representación. El caso de Gualeguaychú es el más notable: de acuerdo al escrutinio definitivo, sólo ingresa al Concejo una fuerza opositora. Quedan afuera de la representación el 25 por ciento de los votos válidos emitidos, es decir, uno cada cuatro vecinos excluido de la deliberación decisoria municipal.En Uruguay, quedan excluidos el PRO y el GEN (ambos superando el 7% que les bastaría para acceder a una banca). En Paraná, cuyo concejo elige 20 concejales, el GEN queda afuera pese a acceder al 7,5 % de los votos (en un sistema representativo, con el 5% de los votos se aseguraría uno). Como puede verse, la que pierde es la comunidad, y no un partido en especial, en cada una de esas ciudades.Como se ve, urge modificar esta ley anacrónica (y más temprano que tarde, también deberá afrontarse la conservadora y antidemocrática cláusula constitucional que los partidos gobernantes se empecinan en mantener para no democratizar la democracia en Entre Ríos. Pero para eso se requiere volver a reformar la Constitución. Para mejorar la impresentable ley provincial, sólo hace falta que la Legislatura aborde el tema).Democracia distorsionadaNuevamente, como viene pasando elección tras elección, en Entre Rios se sigue utilizando un sistema retrógrado, que elimina a parte importante de la decisión ciudadana de cualquier forma de representación, distorsiona la voluntad popular y otorga una sobre representación a la fuerza que gana, cualquiera sea ella. En esta nota se muestran algunas de las consecuencias de este sistema absurdo, consagrado con la excusa del artículo 91 (antes 51) de la Constitución Provincial y basado en la ley provincial 2988 del año 1934, que reglamentó las arbitrarias disposiciones constitucionales de "mayoría forzada". Esa reglamentación no es muy compleja, quizás un poco aburrida, pero contemos de qué se trata. Está reflejada en los incisos del artíoculo 114 de la mencionada ley. A continuación se aplican al caso de Gualeguaychú, para que se comprenda mejor.Primer paso: se deja afuera a las minoríasSe suman todos los votos emitidos en la elección, inclusive los votos en blanco, y se divide el total por el número de bancas a ocupar (en nuestro caso, 13). El resultado obtenido es lo que la ley llama el "cuociente electoral" que determina qué partidos tienen "derecho a representación". De acuerdo a los datos de la elección gualeguaychuense, con el escrutino definitivo en la mano, sólo dos fuerzas superan ese "cuociente": el FPV y Color Gualeguaychú. El FEF, el Partido Socialista y las demás fuerzas, quedan afuera en esa instancia inicial. Así que en este primer paso ya son excluidos partidos políticos que, sumados tienen nada menos que el 25 por ciento de los votos válidos emitidos.Segundo paso: se refuerza a los que ganaronLuego se suman los votos de los partidos con "derecho a representación" y ese total se vuelve a dividir por el número de bancas a llenar. Ese es el segundo "cuociente", el que reparte. De inmediato se divide el número de votos obtenidos por cada lista, por este nuevo "cuociente". Los resultados indican el número de bancas que corresponde a cada partido. El oficialismo obtiene 5,19 y Color Gualeguaychú, 2,86. De modo que son cinco bancas para el FPV y 2 para la alianza vecinal. Suman 7. ¿Y las seis restantes, para llegar a 13? Si fuera un sistema proporcional, son las que deberían ocupar las otras fuerzas (es decir el FEF, el PS y hasta el GEN, si fuera un sistema proporcional en serio). Pero como la ley las excluyó en el primer paso, ahora se las reparten las dos que obtuvieron "derecho a representación". La ley dice que se adjudican a las listas que hayan obtenido mayor residuo (los decimales). Así que el FPV y CG terminan sumando tres bancas más cada una. Así de simple, así de absurdo, así de injustificable. El caso Gualeguaychú permite ver en toda su dimensión la distorsión de la democracia que se vive en Entre Rios. Tercer paso, por las dudasLa ley incluye un paso más: si por el sistema ya explicado el partido ganador no tuviera la mayoria absoluta en el órgano deliberativo, se le adjudica
de prepo esa mayoría y el resto de las bancas se reparten de acuerdo a las reglas ya explicadas.Otra vez: así de sencillo, de retrógrado y de antidemocrático es el sistema electoral entrerriano, cuya esencia es la cláusula constitucional ratificada en 2008 por justicialistas y radicales. Y paradójicamente, varios de ellos ahora también son perjudicados, como el caso de candidatos bustistas en distintos lugares, la UCR en varias de las ciudades importantes, y dirigentes del GEN o postulantes a legisladores que quedaron mirando desde la puerta la banca a la que aspiraban. Consecuencias de la distorsión en la representaciónEnumeremos algunas:- No por reiterarla pierde fuerza: como la ley establece un piso (el primer "cuociente" que determina quién accede a los cargos y quién no) se deja afuera del Concejo al 25 % de los vecinos. Uno de cada cuatro gualeguaychuenses que votó válidamente no está representado por los concejales.- Se "premia" a la mayoría, o mejor dicho a las primeras minorías, porque como puede verse claramente en el caso de Gualeguaychú, NADIE tuvo mayoría. El PJ no llegó al 40 por ciento, o sea que no alcanza a ser mayoría absoluta. Pese a eso, ocupa nada menos que el 62% de las bancas en juego.- Se distorsiona de una manera absurda la representación de las minorías.- Se le da un cheque en blanco a la fuerza que ganó, aunque lo haya hecho con un porcentaje minoritario. Acostumbra al oficialismo a gobernar sin controles y sin oposición. Es decir, la "gobernabilidad" se transforma en arbitrariedad.- Introduce de modo solapado una calificación del voto: al otorgar a los ciudadanos que votaron a determinadas fuerzas una mayor representación respecto de quienes votaron a otros partidos políticos, claramente el voto del que obtuvo "derecho a representación" tiene un peso mayor o "vale más" que el del resto de los ciudadanos. Esto es contrario al más elemental de los principios democráticos: un ciudadano = un voto- A esto se agrega que el sistema tiene una notoria incoherencia: el corte de boleta. Si la lógica con la que funciona es asegurar la "gobernabilidad" ¿no debería impedirse el corte? Dado que (como ya ha sucedido en varias ciudades entrerrianas) si en la categoría concejales triunfa una fuerza y en el Ejecutivo otra, éste se verá obligado a gobernar con un legislativo mayoritariamente opositor. ¿En qué quedó entonces la "gobernabilidad"? Comparación entre sistemasUn simple cotejo entre la asignación de bancas según la ley vigente y el reparto con otros sistemas (cotejamos D'Hont y el proporcional pleno) muestra las enormes diferencias entre uno y otro. Veamos:
NÚMERO DE BANCAS SEGÚN
PARTIDO
VOTOS
% (INCLUIDO BLANCO)
LEY 2988
D'HONT SIN PISO
PROPORCIONAL PLENO*FPV
21.477
39,94
8
7
5,19 = 6CG
11.844
22,02
5
4
2,86 = 3FEF
3.917
7,28
0
1
0,96 = 1PS
3.866
7,19
0
1
0,93 = 1TPG
2.332
4,33
0
0
0,56 = 1GEN
1.899
3,53
0
0
0,45 = 1PRO
885
1,64
0
0
0,21 = 0
*En el sistema proporcional pleno el reparto se realiza sobre los votos válidos.Elaboración propia
Como puede apreciarse, con el sistema D'Hont la democracia gana bastante: se incorporan dos fuerzas excluidas con el primer sistema, y por otro lado el ganador sigue teniendo mayoría, aunque las urnas no se la hayan dado. Con el proporcional pleno, se incorporan dos más, y se gana en la relación con el voto válido. La fuerza ganadora, que tuvo casi el 40 por ciento, ya no tiene el 62 por ciento de las bancas en juego. Se atenuó la sobre representación y se enriqueció la democracia. Por otro lado, al no tener mayoría propia, deberá habilitar el diálogo para que la deliberación prospere. ConclusionesAunque es un tema sistemáticamente menospreciado por los oficialismos, no por ello es menos grave: deslegitima la democracia, al darle a quienes ganaron la elección una representación mayor a la obtenida en los votos. Pero también, por otro lado, deslegitima porque habilita la desazón y el desinterés ciudadano, con razones fuertes para erosionar los ámbitos deliberativos. Con el sistema actual, en Gualeguaychú, que elige un cuerpo relativamente numeroso de representantes, quedan excluidas fuerzas políticas que sumadas representan más del 25 por ciento de los votos válidos. De esa manera, uno de cada cuatro votantes válidos puede decir, sin que nadie esté legitimado para desmentirlo: "A mí ese Concejo Deliberante no me representa".Los ámbitos de representación, en una democracia, deben reflejar casi como un espejo, con la mayor fidelidad posible, la forma en que se compone políticamente una sociedad. Como lo decía Mirabeau en la Convención Francesa de 1792: "Las asambleas representativas deben ser respecto del pueblo, lo que son las cartas geográficas respecto de su territorio; sea parcial o total, un mapa debe conservar entre todas sus líneas y puntos indicados las mismas proporciones que tenga en el original, aunque estén traducidas en una escala más o menos amplia o reducida".La ley provincial debe ser modificada. Es de esperar que la nueva Legislatura lo incluya entre sus prioridades, para que Entre Rios tenga una vergüenza menos y una libertad más. * Ex candidato a diputado nacional, docente, periodista