
A esta historia puedo contarla, afortunadamente. Desde el principio. Yo estaba. Y anduve en aquellos comienzos. No sé si es una "historia para ser contada" a la manera de Dragún, pero es la historia que nace de un sueño. Como tantas otras.
Mario Alarcón Muñiz Sus principales protagonistas ya no comparten la vida con nosotros. Adán Ernesto "Nené" Carbone, Oscar "Chichito" Lapalma, Gustavo Carbone, nos entregaron la antorcha del recuerdo. Y la portaremos hasta el momento de reencontrarnos con ellos, dejando aquí en otras manos el fuego memorioso. Ese que hoy me entibia y me alumbra. "¡Vamos!"A su luz retorno más de 30 años. Era verano, entre fines del '81 y principios del '82. Mateando bajo un árbol en el patio de la casa que yo habitaba en las afueras de Concordia, en Salto Chico, Gustavo me propuso: "Acompañame. Quiero poner un diario en Gualeguaychú ¡Vamos!"Habíamos trabado una fuerte amistad trabajando juntos desde los comienzos de Radio Gualeguay y cada tanto me visitaba. Cambiábamos ideas, el país, la dictadura, charlábamos de radios y diarios. A veces de Boca campeón que entusiasmaba con un brillante Maradona de 18 ó 19 años y callado.Mi ciclo al frente del diario Concordia estaba concluyendo. Nadie me lo había insinuado siquiera. Pero esa era mi impresión luego de enfrentar como fuera posible al poder militar y reclamar la democracia perdida. La dictadura había aflojado las riendas. Un general jetón y borracho era la más notoria señal del previsible naufragio del regimen. Nuevas puertas parecían abrirse.Gustavo lo intuía de esa manera y le soltaba piola al sueño: un diario en Gualeguaychú.Era un soñador. Ya lo escribí cuando se marchó en setiembre. Soñaba pero construía. Tras el sueño, el diseño del proyecto y su realización.Ahí nomás, aquella misma tarde, me habló de la decisión de Nené, del interés de Chichito y de sus propios planes editoriales. "¡Vamos!", insistió, no sé si ese mismo día o poco después . Y me fui. Mejor dicho, vine. "Se llamará EL DIA"El primer paso fue comprar el equipamiento del diario Noticias que había cesado o estaba a punto de cesar su edición. Varias máquinas de escribir eléctricas, mesas de armado, dos impresoras Cabrenta y algunos otros elementos formaron parte de la transacción. De inmediato aquella imprenta fue trasladada a la casa de Neyra 75 que sigue siendo la sede de este diario. Se completaron las primordiales necesidades básicas para el funcionamiento de la redacción, la planta gráfica, la administración y manos a la obra."Se llamará EL DIA", definió Nené, evocando sus años jóvenes, cuando integró la redacción de un periódico del mismo nombre que en la década de los años '30 apareció en Gualeguay.La responsabilidad de dirigir el diario recayó en Chichito Lapalma que de esa manera también estaba realizando un sueño. Su empeño en concretarlo, su clara vocación periodística y su prestigio profesional y ciudadano en la comunidad local y más allá, en la provincia, nunca dejaron lugar a dudas. Era la persona indicada para la función.Al hablarse de un jefe de redacción confiable y laborioso, todas las miradas apuntaron a Carlos Micheloud. Oriundo de Colón, pero radicado en Gualeguaychú, Carlos era en realidad un hombre de radio, que hasta entonces había desarrollado su carrera en LT26 Radio Nuevo Mundo de su ciudad natal. No obstante, el generalizado reconocimiento de su desempeño periodístico, su seriedad y su equilibrio, derivó en su designación. El comienzoLos demás del grupo -principalmente Gustavo y yo- hacíamos de todo donde fuese necesario. Editoriales, notas, reportajes, diagramación, títulos, en fin, lo que hiciera falta.Ese fue el comienzo.Recuerdo claramente aquella madrugada del 15 de agosto de 1982. Chichito había elegido la fecha. En algunos aspectos nos apuramos, por ahí pareció que no nos alcanzaría el tiempo, pero felizmente todo salió bien. En un momento debimos interrumpir el trabajo porque llegó monseñor Juan Angel Fiorotto a saludar, desear buena suerte e impartir la bendición. Poco después las Cabrenta empezaron a rodar. EL DIA número 1 estaba en nuestras manos y en la calle.Parece un sueño. No lo es porque han pasado 30 años y aquí está, como en todos los amaneceres, en nuestras manos y en la calle.