Encerrados adentro… Encerrados afuera…
En el conocido contexto actual de inseguridad en el país, son reiteradas las noticias referidas a delitos perpetrados por menores de edad. Juristas, políticos y especialistas en el tema continúan debatiendo sobre cual sería la "adecuada" edad de imputabilidad de estos menores.
Por María Elisa Schmidt*Sabiendo que se trata de una temática compleja y que son muchos los aspectos que pueden considerarse para abordarla, el presente artículo solo intentará brindar un recorrido de análisis posible, tomando como punto de partida una experiencia profesional realizada durante un año y medio en el Instituto de menores "Gral. San Martín".El Instituto San Martín, dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, aloja provisoriamente a niños-adolescentes de 13 a 15 años de edad, luego de que haya tomado intervención el Juzgado de Menores correspondiente, por haber realizado y/o participado de algún hecho de tipo transgresor de la Ley Penal.El San Martín es una institución edilicia y funcionalmente de tipo "cerrada". Allí los menores se encuentran privados de la libertad; las diferentes dependencias están separadas por puertas-rejas; existe personal de seguridad o guardia que vigila el accionar de los jóvenes; y los traslados desde o hacia el exterior del instituto son realizados con los menores esposados... solo algunos ejemplos que permiten dar cuenta de la situación de encierro y vigilancia en la que se hallan y de los procedimientos que, treinta y tres años después de que lo planteara Foucault, se continúan utilizando "...para repartir a los individuos, fijarlos y distribuirlos espacialmente, clasificarlos, obtener de ellos el máximo de tiempo y el máximo de fuerzas, educar su cuerpo, codificar su comportamiento continuo, mantenerlos en una visibilidad sin lagunas... "[1]El equipo de profesionales conformado por Trabajadores Sociales y Psicólogos, realiza entrevistas de admisión, evaluación y seguimiento de los menores y sus familias, durante el tiempo en el que permanecen en dicho Instituto. Posteriormente, y en virtud de lo evaluado, los profesionales sugieren posibles estrategias de intervención a través de los informes no vinculantes, que periódicamente son elevados a los Juzgados de Menores. Es esta instancia Judicial la que finalmente decide, luego de horas, días, o meses... el destino de los menores: egreso con familiares, derivación a Hogares, Residencias Educativas o Comunidades Terapéuticas, según lo amerite el caso.Al comenzar mi práctica profesional, me fue transmitido en reiteradas oportunidades, que allí no se realizaban tratamientos psicológicos, ya que esa no era la función de la institución, debiendo limitarse la intervención de los profesionales, a la evaluación y seguimiento de los menores.Inicialmente acepté la indicación, comprendiendo, con el transcurso de la práctica, que resultaba dificultoso abrir y profundizar determinadas temáticas, cuando era posible que al día siguiente el menor ya no se encontrara en la institución por una resolución judicial de traslado. Resolución, que en muchas oportunidades no era coincidente, y en muchas otras era contraria, a la estrategia que se estaba intentando elaborar con el joven.Acepté la indicación, entendiendo las limitaciones del contexto institucional, pero "suponiendo" que habría instancias o dispositivos posteriores, en los cuales los menores "sí" recibirían el abordaje necesario y acorde a su situación. Supuse... pasó el tiempo, y sigo preguntándome cuál es y dónde está ese lugar, ese espacio y ese tiempo destinado al verdadero abordaje de las conflictivas de los niños-adolescentes. Adentro del San Martín no... Afuera parece que tampoco...Innumerable cantidad de organismos, secretarías y subsecretarias estatales interviniendo; cantidad de programas y planes puestos al servicio de la niñez y la defensa de sus derechos, enmarcados en políticas de desarrollo social... Así le llaman...Quizás habría que replantearse que se entiende por "desarrollo". El diccionario lo define como "acción y efecto de desarrollar o desarrollarse", proponiendo "aumentar o acrecentar" como sinónimos. Entonces es inevitable cuestionarse en virtud de las políticas existentes: ¿qué tipo de desarrollo se intenta promover...? ¿qué es lo que se pretende acrecentar socialmente...?Tal vez, la cantidad de reincidencias de los menores en delitos y de reingresos en instituciones algo quiera decir.Resulta interminable el recorrido institucional por el cual los menores transitan una y otra vez, dejando en algún momento de ser menores, para ingresar en otro circuito de dispositivos de encierro, vigilancia y castigos, más acordes a la edad, pero igualmente ineficaces en el abordaje de las situaciones singulares, familiares, sociales y políticas que han generado y/o favorecido el "desarrollo" de conductas transgresoras de la Ley.Por lo tanto, retomando a Foucault: "Es inútil por consiguiente asombrarse de que, en una proporción considerable, la biografía de los condenados pase por todos esos mecanismos y establecimientos de los que fingimos creer que estaban destinados a evitar la prisión. Puede encontrarse en esto, si se quiere, el indicio de un "carácter" delincuente irreductible..."[2]Podría pensarse entonces, que el ansiado "egreso" que esperan los menores cuando están adentro de las instituciones, no sería más que una ilusión. Egresan del encierro edilicio, del control vigilante y de algún que otro castigo que entre los adultos se dice que no existe... Pero siguen "encerrados" en un sistema "cerrado", no inocentemente programado para que nada cambie de sus realidades, para que reincidan en el delito y reingresen por la misma puerta que antes les había prometido libertad...Parecería que así como sostiene Deleuze "...el derecho penal no cesa de confirmar la prisión, de proporcionar presos, mientras que la prisión no cesa de reproducir delincuencia, de convertirla en un objeto..."[3]Es verdad que el aumento de robos, secuestros, toma de rehenes... es preocupante y nos afecta cotidianamente a todos. Y es cierto que algo hay que hacer, pero el debate no debiera centrarse simplemente en la edad en que un "individuo" puede ser "imputable" para ser juzgado y condenado como culpable por sus actos.Quizás si se cambiase la categoría de individuo por "sujeto" se podría empezar a debatir sobre "responsabilidades" y no sobre culpas. Quizás si como sociedad, como ciudadanos, como profesionales... nos replanteáramos esas "significaciones imaginarias sociales" instituidas acerca del "ser delincuente" y de los modos de "penarlo", comenzaríamos a preguntarnos cual es "nuestra responsabilidad".Tal como lo sostiene Silvia Bleichmar, cada sociedad y sus centros de poder "...definen el tipo de individuo necesario para conservar al sistema y conservarse a sí mismo. Sin embargo, en sus contradicciones, en sus huecos, en sus filtraciones, anida la posibilidad de nuevas subjetividades..." [4]Huecos, filtraciones... posibilidades potenciales de quiebre y apertura de un sistema. Ojalá como sociedad no sigamos tapando esas filtraciones con argumentos inconsistentes. Ojalá como profesionales no nos dejemos impotentizar por la magnitud del sistema y sepamos escuchar esos huecos, abrirlos como puertas de salida del encierro, dando lugar a nuevas subjetividades."Encerramos a los locos en el manicomio...Encerramos a los muertos en ataúdes, tumbas y cementerios...Encerramos a los malhechores en las cárceles...Encerramos a Dios en sus templos...¡Cuantos lugares bien cerrados hemos creado, para hacernos la ilusión de que en ellos dejamos encerradas algunas realidades que nos dan miedo!"Adaptación de "Lugares" de René Trossero
* Lic. en Psicología; Posgrado en Clínica Psicoanalítica; Miembro titular de Centro Oro (Asistencia, docencia y prevención en Salud Mental)
[email protected]
BIBLIOGRAFÍA:- Bleichmar, S.: La subjetividad en riesgo. Ed. Topía- Deleuze, G.: Foucault. Ed. Paidós- Foucault, M.: Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores Argentina- Franco, Y.: Magma. Corneluis Castoriadis: psicoanálisis, política, filosofía. Ed. Biblos
[1] Foucault, M.: Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión. Pág. 233[2] Foucault, M.: Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión. Pág. 308[3] Deleuze, G.: Foucault. Pág. 59[4] Bleichmar, S.: La subjetividad en riesgo. Pág. 84
Por María Elisa Schmidt*Sabiendo que se trata de una temática compleja y que son muchos los aspectos que pueden considerarse para abordarla, el presente artículo solo intentará brindar un recorrido de análisis posible, tomando como punto de partida una experiencia profesional realizada durante un año y medio en el Instituto de menores "Gral. San Martín".El Instituto San Martín, dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, aloja provisoriamente a niños-adolescentes de 13 a 15 años de edad, luego de que haya tomado intervención el Juzgado de Menores correspondiente, por haber realizado y/o participado de algún hecho de tipo transgresor de la Ley Penal.El San Martín es una institución edilicia y funcionalmente de tipo "cerrada". Allí los menores se encuentran privados de la libertad; las diferentes dependencias están separadas por puertas-rejas; existe personal de seguridad o guardia que vigila el accionar de los jóvenes; y los traslados desde o hacia el exterior del instituto son realizados con los menores esposados... solo algunos ejemplos que permiten dar cuenta de la situación de encierro y vigilancia en la que se hallan y de los procedimientos que, treinta y tres años después de que lo planteara Foucault, se continúan utilizando "...para repartir a los individuos, fijarlos y distribuirlos espacialmente, clasificarlos, obtener de ellos el máximo de tiempo y el máximo de fuerzas, educar su cuerpo, codificar su comportamiento continuo, mantenerlos en una visibilidad sin lagunas... "[1]El equipo de profesionales conformado por Trabajadores Sociales y Psicólogos, realiza entrevistas de admisión, evaluación y seguimiento de los menores y sus familias, durante el tiempo en el que permanecen en dicho Instituto. Posteriormente, y en virtud de lo evaluado, los profesionales sugieren posibles estrategias de intervención a través de los informes no vinculantes, que periódicamente son elevados a los Juzgados de Menores. Es esta instancia Judicial la que finalmente decide, luego de horas, días, o meses... el destino de los menores: egreso con familiares, derivación a Hogares, Residencias Educativas o Comunidades Terapéuticas, según lo amerite el caso.Al comenzar mi práctica profesional, me fue transmitido en reiteradas oportunidades, que allí no se realizaban tratamientos psicológicos, ya que esa no era la función de la institución, debiendo limitarse la intervención de los profesionales, a la evaluación y seguimiento de los menores.Inicialmente acepté la indicación, comprendiendo, con el transcurso de la práctica, que resultaba dificultoso abrir y profundizar determinadas temáticas, cuando era posible que al día siguiente el menor ya no se encontrara en la institución por una resolución judicial de traslado. Resolución, que en muchas oportunidades no era coincidente, y en muchas otras era contraria, a la estrategia que se estaba intentando elaborar con el joven.Acepté la indicación, entendiendo las limitaciones del contexto institucional, pero "suponiendo" que habría instancias o dispositivos posteriores, en los cuales los menores "sí" recibirían el abordaje necesario y acorde a su situación. Supuse... pasó el tiempo, y sigo preguntándome cuál es y dónde está ese lugar, ese espacio y ese tiempo destinado al verdadero abordaje de las conflictivas de los niños-adolescentes. Adentro del San Martín no... Afuera parece que tampoco...Innumerable cantidad de organismos, secretarías y subsecretarias estatales interviniendo; cantidad de programas y planes puestos al servicio de la niñez y la defensa de sus derechos, enmarcados en políticas de desarrollo social... Así le llaman...Quizás habría que replantearse que se entiende por "desarrollo". El diccionario lo define como "acción y efecto de desarrollar o desarrollarse", proponiendo "aumentar o acrecentar" como sinónimos. Entonces es inevitable cuestionarse en virtud de las políticas existentes: ¿qué tipo de desarrollo se intenta promover...? ¿qué es lo que se pretende acrecentar socialmente...?Tal vez, la cantidad de reincidencias de los menores en delitos y de reingresos en instituciones algo quiera decir.Resulta interminable el recorrido institucional por el cual los menores transitan una y otra vez, dejando en algún momento de ser menores, para ingresar en otro circuito de dispositivos de encierro, vigilancia y castigos, más acordes a la edad, pero igualmente ineficaces en el abordaje de las situaciones singulares, familiares, sociales y políticas que han generado y/o favorecido el "desarrollo" de conductas transgresoras de la Ley.Por lo tanto, retomando a Foucault: "Es inútil por consiguiente asombrarse de que, en una proporción considerable, la biografía de los condenados pase por todos esos mecanismos y establecimientos de los que fingimos creer que estaban destinados a evitar la prisión. Puede encontrarse en esto, si se quiere, el indicio de un "carácter" delincuente irreductible..."[2]Podría pensarse entonces, que el ansiado "egreso" que esperan los menores cuando están adentro de las instituciones, no sería más que una ilusión. Egresan del encierro edilicio, del control vigilante y de algún que otro castigo que entre los adultos se dice que no existe... Pero siguen "encerrados" en un sistema "cerrado", no inocentemente programado para que nada cambie de sus realidades, para que reincidan en el delito y reingresen por la misma puerta que antes les había prometido libertad...Parecería que así como sostiene Deleuze "...el derecho penal no cesa de confirmar la prisión, de proporcionar presos, mientras que la prisión no cesa de reproducir delincuencia, de convertirla en un objeto..."[3]Es verdad que el aumento de robos, secuestros, toma de rehenes... es preocupante y nos afecta cotidianamente a todos. Y es cierto que algo hay que hacer, pero el debate no debiera centrarse simplemente en la edad en que un "individuo" puede ser "imputable" para ser juzgado y condenado como culpable por sus actos.Quizás si se cambiase la categoría de individuo por "sujeto" se podría empezar a debatir sobre "responsabilidades" y no sobre culpas. Quizás si como sociedad, como ciudadanos, como profesionales... nos replanteáramos esas "significaciones imaginarias sociales" instituidas acerca del "ser delincuente" y de los modos de "penarlo", comenzaríamos a preguntarnos cual es "nuestra responsabilidad".Tal como lo sostiene Silvia Bleichmar, cada sociedad y sus centros de poder "...definen el tipo de individuo necesario para conservar al sistema y conservarse a sí mismo. Sin embargo, en sus contradicciones, en sus huecos, en sus filtraciones, anida la posibilidad de nuevas subjetividades..." [4]Huecos, filtraciones... posibilidades potenciales de quiebre y apertura de un sistema. Ojalá como sociedad no sigamos tapando esas filtraciones con argumentos inconsistentes. Ojalá como profesionales no nos dejemos impotentizar por la magnitud del sistema y sepamos escuchar esos huecos, abrirlos como puertas de salida del encierro, dando lugar a nuevas subjetividades."Encerramos a los locos en el manicomio...Encerramos a los muertos en ataúdes, tumbas y cementerios...Encerramos a los malhechores en las cárceles...Encerramos a Dios en sus templos...¡Cuantos lugares bien cerrados hemos creado, para hacernos la ilusión de que en ellos dejamos encerradas algunas realidades que nos dan miedo!"Adaptación de "Lugares" de René Trossero
* Lic. en Psicología; Posgrado en Clínica Psicoanalítica; Miembro titular de Centro Oro (Asistencia, docencia y prevención en Salud Mental)
[email protected]
BIBLIOGRAFÍA:- Bleichmar, S.: La subjetividad en riesgo. Ed. Topía- Deleuze, G.: Foucault. Ed. Paidós- Foucault, M.: Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores Argentina- Franco, Y.: Magma. Corneluis Castoriadis: psicoanálisis, política, filosofía. Ed. Biblos
[1] Foucault, M.: Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión. Pág. 233[2] Foucault, M.: Vigilar y Castigar: nacimiento de la prisión. Pág. 308[3] Deleuze, G.: Foucault. Pág. 59[4] Bleichmar, S.: La subjetividad en riesgo. Pág. 84
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